Intimidan los salones del Vaticano, alcanza con verlos en foto. Nublan la vista, reducen las estaturas y las jerarquías, invitan a la reflexión. Justo allí, a la salida de donde retumban las voces del espíritu, hubo una más terrenal que pasó desapercibida en el lugar donde más importa.

Fue en la audiencia del Papa Benedicto XVI con las presidentas de los dos países que hace algo más de 30 años se atrevieron a pensar en serio en la locura de cruzar los fusiles. Cristina Fernández y Michelle Bachelet recordaron que hace un cuarto de siglo firmaron también en el Vaticano y con la mediación papal el acuerdo para pasar a archivo el conflicto por un puñado de islas que ya nadie recuerda y que estuvo a punto de abrir una zanja que hubiera demandado siglos rellenar.

Cómo son las cosas: de aquella hostilidad bien reciente, Argentina y Chile pudieron pasar a la mejor sintonía binacional que se recuerde. Y fue allí donde resonaron las palabras que pocos anotaron en estos pagos pero que arrojan la moneda al aire. Apenas cerró la puerta, el interlocutor argentino, el canciller Jorge Taiana, aseguró que la mejor manera de ratificar la nueva dimensión de la relación en estricto cumplimiento del acuerdo gestionado por el cardenal Samoré es "seguir construyendo puentes y túneles para unir ambos países".

Bingo. No hizo más que sacar a flamear el acuerdo de Maipú, firmado pocos días antes en esa localidad chilena y que puso en letras por primera vez una larga aspiración sanjuanina, manoseada hasta el cansancio pero hoy a punto caramelo: el túnel por Agua Negra, verdadero pasaporte local al cambio de status. De punta de rieles, allí donde todo termina como es hoy San Juan, a punto intermedio en el flujo de grandes mercancías.

Está claro que la tabla en la que se mide la amistad es la de los intereses, y aquí los hay evidentes. Económicos, como quedó claro en el profundo estudio difundido hace 15 días en La Serena y que habla de una gama fenomenal de oportunidades para que las economías regionales de la IV Región y del centro de Argentina se retroalimenten. Y políticos: el tratado de Maipú sentó una jurisprudencia esencial como es la de no discriminar obras y acobardarse por la cantidad. Cuanto más, mejor: el nuevo diseño del tablero político y comercial abre posibilidades para todos y entonces una obra no excluirá a la otra.

Música para los oídos sanjuaninos, acostumbrados a plantear un clásico de vida o muerte contra el empuje político y empresarial de los mendocinos. Que, a otra escala, promueven no sólo el tren trasandino por un presupuesto 10 veces mayor a Agua Negra, sino también el paso por Las Leñas.

Y hay también una dimensión de entrecasa, bien doméstica, pero que le pone carbón a la locomotora. Es Agua Negra la frutilla del postre para la gestión de José Luis Gioja, que concluirá en diciembre de 2011. Sueña el gobernador con la negra de su vida: no sólo será la última mega obra de sus 8 años, sino a todas luces la más gravitante.

Un asunto que moverá el amperímetro como no lo hará ninguno de los gigantes de la construcción que se propuso y logró. Ni el Centro Cívico con su rescate desde los más profundo de la impotencia, ni los diques desde su gran valor de agua de reserva y riego. Nada.

Agua Negra, sumada a la impactante ruta 150 que ya está bien avanzada, tendrá la facultad de unir San Juan con el centro del país y con las aguas portuarias chilenas. Recreará una zona de servicios que hará trasladar el eje económico provincial hacia el Norte, como ya lo están demostrando algunos adelantados inmobiliarios en la zona de Iglesia y Jáchal interesados en comprar hoy a bajo precio lo que dentro de muy poco costará fortunas. No perderá entonces la oportunidad Gioja de ser él quien comience una obra de ejecución estimada en unos 5 años, con llamado a licitación final previsto para el año que viene.

¿Habrá en el horizonte alguna propuesta que suene más interesante a la de complementarse económicamente con la zona más pujante de Chile? Es efectivamente eso la IV Región, donde más creció la inversión inmobiliaria y productiva del país en los últimos años.

Fueron ellos los encargados de realizar un estudio profundo y responsable sobre la conveniencia económica del túnel, una obra demasiado costosa -si se emprende por su traza más larga, de 14 kilómetros, como se especula- como para tomar decisiones a la ligera.

Entre las particularidades que surgen hay un capítulo interesante sobre la competencia del puerto de Coquimbo con el de Rosario, en el cual la vía por Agua Negra termina beneficiada por la menor distancia marítima hacia China, con consecuentes mejores costos. Indica que el puerto chileno -al que adjudica posibilidades de crecimiento de flujo de un 360% de su actividad actual- y el túnel están en condiciones de recibir un fuerte tránsito de soja (120.000 toneladas).

Rosario es un fenomenal conglomerado urbano consolidado por la hidrovía del Paraná que permite el embarque de la cosecha argentina al exterior. El movimiento de camiones y el complejo sojero ofrecen una actividad económica como pocas ciudades del país. Nadie está preparado en Iglesia y Jáchal hoy para afrontar el desafío de atender el flujo sólo si esa vía distrae un pequeño porcentaje de la actividad rosarina.

Hasta acá los beneficios y las potencialidades sólo de verla pasar. De establecer una estructura de servicios que atienda la actividad comercial pronosticada por el estudio realizado en Chile. Pero sería un pecado limitarse a un mero rol de testigo: emparchar las cubiertas, preparar algo de comer y ofrecer una cama a los pasajeros.

Habrá que ir haciendo las cuentas para no improvisar, y llegar al plazo de los próximos 10 años con algo que ofrecer. Aprovechar la ventaja competitiva de la infraestructura disponible en el patio de casa, como lo señaló el presidente de la Cámara de Comercio Exterior en su encuentro anual, el ex ministro de la Producción Antonio Giménez.

El estudio chileno, que le puso una nota al negocio superior al requerimiento mínimo, desborda de datos capaces de encender la mecha de la oportunidad a la vuelta de la esquina. Señala, por ejemplo, que sólo la cal sanjuanina que demandaría la actividad minera en la IV Región y en Atacama demandaría un flujo de 8.000 camiones anuales.

Ampliado a la minería en general, si el túnel estuviera hoy disponible demandaría la actividad de 12.600 camiones. Y si estuvieran funcionando el resto de los proyectos mineros de San Juan -Pascua-Lama y Pachón- la actividad se eleva a 66.500 camiones sólo para esta actividad.

Calcularon también una gran actividad para el tránsito de uva en fresco de San Juan y otros productos agrícolas, si es que en esta ventana de 5 años la provincia consigue salir de pobre con la mosca de los frutos que impide la conquista de los mercados mundiales.

Para todo eso habrá que ir preparándose con anticipación. Las uvas no se producen de milagro, ni la mosca se arranca despidiéndola. Hará falta seriedad y eficiencia en estos años, tanto en el sector público como en el privado. ¿Demasiado pedir?