"Volver a dar clases será algo muy distinto a lo que nosotros conocimos", respondió el presidente Alberto Fernández el viernes a la noche cuando le preguntaron por el regreso de los alumnos a las aulas. De esa frase se desprende que las formas de educar darán un giro brusco. Ese razonamiento, a su vez, expone una realidad contundente que causa pánico: si el cimbronazo es tan fuerte como para producir un cambio en la forma en la que educaremos a nuestros chicos, algo tan importante para cualquier sociedad, el resto las obligaciones de un Estado no podrán quedar indemnes. Y cuando hablo de Estado me refiero a una "comunidad social con una organización política común y un territorio y órganos de gobierno propios que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades", como aparece en el diccionario. Es decir, todos. Hay que amigarse con la idea de que la normalidad que conocimos hasta diciembre del año pasado probablemente no regrese más, y que deberemos acostumbrarnos a una nueva forma de hacer las cosas que, en el caso de San Juan, empieza a dar algunos pasos a partir de mañana. Lo dijo el gobernador Sergio Uñac horas antes del Presidente. Quienes leen entre líneas, saben que el pocitano está lanzando un desafío a su gestión y al resto de la sociedad al habilitar el funcionamiento de casi toda la economía. Es un problema que, bien tratado, ofrece ciertas oportunidades.


Sin triunfalismos, pero señalando que San Juan es la tercera provincia del país en cuanto a su status sanitario, Uñac se refirió a las medidas que su administración ha ido tomando en la cuarentena que impuso la pandemia del Covid-19. La experiencia política del Gobernador le ha hecho saber que no se puede contentar a todos y es un aprendizaje que va aplicando cada vez con mayor fuerza. Para algunos, ha ido tomando las medidas con un timing adecuado cuidando la salud y abriendo el puño lentamente a nuevas actividades económicas. Para otros, se ha quedado corto y debería haber liberado todo, desoyendo los consejos sanitarios y permitiendo a adultos mayores y adolescentes tener libre circulación en la calle, por ejemplo. Valederas opiniones encontradas. Cada uno tira para su conveniencia, buscando argumentos hasta debajo de las piedras. Y es entendible, casi perdonable.


Queriendo o sin querer, el primer mandatario logró la unidad de los sanjuaninos. Quizás ayudado por el miedo que nos genera la enfermedad, o quizás creyendo en su liderazgo; o una mezcla de ambas, es difícil saberlo. La unidad no significa que todos pensemos lo mismo. Ni pensamiento único. Significa que pensemos alrededor de los mismos objetivos. Y progresemos a partir de ello. Y es que no son pocos los que hemos empezado a reflexionar en cómo sería esta "nueva normalidad" que Uñac introdujo en el debate sanjuanino.

Domingo Faustino Sarmiento


A partir de la decisión del mandatario comenzaron a surgir comentarios, ideas e interpretaciones de lo que le espera a esta tierra y a sus habitantes. En los (a veces temidos) "grupos de WhatsApp", pero también en las mesas familiares, surgen preguntas: ¿Viene un "nueva normalidad"? ¿Implica que nada será igual y que no vamos a vivir como vivíamos? ¿Será como barajar y dar de nuevo en pautas culturales, sociales, económicas y políticas? ¿Será una vuelta de tuerca para volver de alguna manera a entrañables costumbres y hábitos que por años supimos desarrollar los sanjuaninos? ¿Cuánta injerencia en este futuro tendrá la globalización que le ha dado a todo el mundo una devastadora lección sobre su vigencia? Muchas preguntas, pocas respuestas. Tiendo a sospechar que el Gobernador intenta aprovechar esta coyuntura para lanzar el mensaje optimista sobre que podremos ser capaces de construir colectivamente algo distinto que nos haga mejores. ¿Cómo? Esa es otra historia que involucrará la vigencia de liderazgos y la fragilidad o contundencia de apoyos ciudadanos. Hoy, el pocitano se siente fuerte y las encuestas que en reservado maneja el gobierno respecto a la gestión en esta crisis, así lo confirman.


El mortal virus está retando en el globo a sus habitantes, a sus científicos, a sus autoridades, a sus religiones y a sus empresarios. Está desafiando a todo el mundo. Y en medio de esta crisis sin precedentes, Uñac avanza un casillero en el dramático juego que la pandemia propone todos los días. Sabe que también es un desafío a la política, su comunicación y la gestión de gobierno. Empieza desde mañana un debate propuesto por quien conduce. Es lo que hacen las sociedades que avanzan. Con diversos tonos, proyectan, dialogan, piensan. Sobre todo en épocas de gran incertidumbre y riesgo que es donde también aparecen las oportunidades.


La discusión que se viene no es sólo la de tratar de que la vida vuelva a lo que era hasta diciembre de 2019. Es buen momento para que todos reveamos lo que estábamos haciendo, para estar seguros de que se hacía de la mejor forma. Animarse a ese raleo es lo que nos puede dar la ventaja. 


Cuento una pequeña anécdota: hace un par de días me crucé con el propietario de un conocido restaurante sanjuanino, quien hace casi dos décadas viene trabajando siete días a la semana hasta la madrugada. El tipo analizaba: "Esto lo va a aguantar el que tenga algo de plata guardada, el resto va a desaparecer". Pero además, tiró: "Estoy preocupado porque tengo muchos empleados en blanco, pero por primera vez en mucho tiempo estoy disfrutando de llegar a mi casa a una hora más o menos normal. Y me está gustando". Y agregó sin titubear: "Va a ser muy difícil volver a atender como veníamos haciendo, vamos a tener que reducir la mitad de las mesas. Para mí, el futuro está en el delibery y quizás solamente me dedique a eso. No quiero pasar toda mi vida discutiendo con empleados o acostándome a las cuatro de la madrugada". El parate le dio a este empresario y a muchos otros la oportunidad de pensar. Este hombre tiene alrededor de cincuenta años, que es el promedio de edad de los empresarios y comerciantes de esta provincia. No será el primero ni el último que analiza aprovechar este terremoto para mejorar.


Ese barajar y dar de nuevo incluye al dueño de esa minipime como a las multinacionales. Y también a los gobiernos. Por ejemplo, hay quienes están pidieron revisar algunos aspectos de los contratos con las grandes mineras. Pasó el día de la minería, donde hubo agradecimientos al apoyo de las empresas en época de pandemia, al valor para el empleo local, al mantenimiento de la economía, pero también regresó la discusión sobre lo que se paga de canon por las propiedades mineras. El tema es viejo. En el mundo minero todos saben que lo que se paga por ser titular de un proyecto minero (no mina en operación) en este país es una vergüenza. Por poseer los derechos de exploración y operación de una mina de oro se pagan $3.200 pesos por año. Unos 49 dólares por todo lo que haya en el subsuelo de 100 hectáreas. Estos montos no existen en ningún continente. Me animaría a decir en todo el planeta. Es tan bajo en la Argentina, que las empresas compran derechos de a miles de hectáreas.


Por eso es que urge una discusión sobre estos temas que sienten al gobierno y a las empresas para buscar una relación seria sobre uno de los recursos más importantes que tiene la provincia. San Juan no puede darse el lujo de que las empresas mineras posean en carpeta proyectos como Pachón desde hace 60 años y no los desarrollen. Si a esto le agregamos la miseria de lo que pagan por mantener la propiedad, es un hecho que esas grandes firmas nunca darán el salto de salir de una carpeta técnica o como activo financiero, a un proyecto que genere trabajo y riqueza para los sanjuaninos.


Sarmiento fue criticado por muchos, alabado por otros tantos, pero nadie puede dejar de reconocer que fue alguien que construyó soberanía con hechos: en los seis años de su mandato presidencial se crearon 800 escuelas, llevando la cantidad de alumnos de 30.000 alumnos a casi 100.000. Fue el ideólogo y propulsor de la ley de Educación 1420, que establecería finalmente la Educación pública, obligatoria, gratuita y laica que se aprobó en 1884, bajo la presidencia de Julio A. Roca. Fue un gran impulsor de la minería que hoy es la base para que los sanjuaninos podamos estar "no tan mal", si nos comparamos con otras provincias del país.


Es decir, en algún momento los sanjuaninos fuimos capaces de sobresalir. Quizás esta sea otra oportunidad.