Si a mí me hacen esperar tres horas con cuarenta grados de calor en medio del pavimento para ver un recital, después me lleno hasta la médula de tierra por el viento, luego la lluvia y, tras cartón, me avisan que se suspendió el show por el que estuve esperando meses, por supuesto que me enojo.

En el Gobierno no se tienen que molestar por la reacción de la gente en las redes sociales o en los medios. Es natural. Como también es natural que ocurran imponderables: un vuelo demorado y tres informes meteorológicos distintos, más un predio que no da para más, son elementos que convirtieron a la noche del viernes en una de las peores que haya atravesado el "uñaquismo" desde que arrancó la gestión.

A pesar de lo ocurrido prefiero que la Fiesta sea la fiesta que es. ¿Por qué? El movimiento económico y cultural que provoca no se compara con nada de todo lo que se hace en la provincia. También me gusta ver a la Selección con Lio Messi y el resto de las figuras remontar Eliminatorias en el Estadio del Bicentenario, y va a ser un placer ver un Superclásico en la provincia.

Fue un orgullo para mucha gente ver a los mejores ciclistas del mundo correr en las calles de San Juan para la Vuelta y, seguro José Carreras va a llenar el Teatro del Bicentenario, si es que viene. Prefiero que ocurra lo que ocurrió el viernes en la noche, a que no pase nada.

Ya todo había arrancado mal desde la tarde: Maná quería probar sonido a las 16 del viernes, pero su vuelo se retrasó y recién pudieron hacer esa prueba cerca de las 21.

Es decir, la gente que estaba desde temprano esperando entrar, no pudo hacerlo hasta después de esa hora, lo que provocó la bronca de muchos que llegaron a las 17 para poder obtener una buena ubicación.

Después, eran las 12.30 de la madrugada del sábado cuando ocurrió la primera reunión entre los representantes de la banda mexicana Maná y el Gobierno de San Juan. El mensaje de los artistas era claro: "ya hemos tocado con lluvia, el problema es la mezcla del agua con el viento. Si esto sigue así, no vamos a poder tocar".

En el Gobierno evaluaban por esas horas el impacto de la suspensión del show, pero también el drama que podía ocurrir si alguien del público sufría inconvenientes o si alguno de los miembros de la banda tenía un accidente eléctrico, por ejemplo. Los nervios, a flor de piel. Para la una de la madrugada el clima empeoraba.

A esa hora los mexicanos desempolvaron una estación meteorológica propia, para que los ayudara a tomar una decisión. El aparato les indicaba que los vientos, el miedo mayor de los artistas, descenderían su intensidad a partir de ese mismo momento.

Empezaron a pensar en tocar. Ellos querían tocar e irse. A su vez, el Gobierno se informaba sobre el clima con dos fuentes más, a través de internet y un servicio mendocino. A los quince minutos volvieron a reunirse y decidieron esperar quince minutos más. Mientras tanto, afuera, reinaba la incertidumbre, como era natural, ya que los accesos se habían interrumpido rato antes con la llegada de las primeras ráfagas de viento Sur.

Y nadie informaba nada. Hasta fui testigo de malos tratos policiales, tema aparte por supuesto. Después, a la 1.30 aproximadamente, se desató la tormenta que obligó a la suspensión, que ya había sido pactada con los artistas en la primera charla.

"Si no se puede tocar hoy, tocan mañana, pero tocan", fue el mensaje desde el Ejecutivo. Nadie quería acordarse del fallido show de Diego Torres, que debió suspenderse por lluvia en la Fiesta de 2011 y que nunca más se hizo. Luego, el San Juan que todos conocemos, que no tiene nada que ver con la Fiesta del Sol: desagües tapados con calles inundadas, imprudencia de los automovilistas, nervios, policías mal informados, policías mal educados, caos vehicular, etc. Locura colectiva.

Más allá de los detalles que se puedan contar, que seguro no van a conformar a nadie, es buen momento de empezar a pensar en la general: ¿Vale la pena hacer la Fiesta del Sol? ¿Es provechoso descargarse en las redes sociales de la manera que lo hizo la gente? ¿Nos lleva a algún lugar eliminar lo que no nos gusta o no nos conforma? ¿Estamos preparados los sanjuaninos o el lugar donde vivimos para participar de todo lo que se hace? Sí, y no.

Vamos por partes: pocas cosas mueven la cultura y el trabajo como este encuentro. Millones han visto la marca San Juan en TV y otros espacios: FOX, la TV Pública, varios diarios, y muchos otros pusieron a la provincia en la cabeza de sus audiencias. Y, por primera vez, se recorrió San Juan buscando valores del interior, lo que para el interior, vale muchísimo.

Es decir, el objetivo cultural se ve en la participación tanto de los referentes de toda la provincia como en la gente que empieza a conocer San Juan a través de los medios que vinieron. Y el económico en la cantidad de empleo que genera. No hay que olvidar que en esta edición se abrió el juego a muchas empresas sanjuaninas que nunca pudieron entrar. En resumen, sí vale la pena, me parece.

¿Es correcta la descarga de la gente en las redes? No lleva a ningún lado, pero es algo que ocurre y nadie lo va a impedir. La gente también debe hacer sus propias evaluaciones, aunque también hay que tener ciertos cuidados: ya deberíamos empezar a darnos cuenta cuando nos quieren llevar la opinión hacia tal o cual lugar, porque en el debate que vi en las redes, hay mucho conocido y otros fantasmas lo suficientemente hábiles como para llevar la discusión al terreno que más les conviene. La gente los ha empezado a identificar, gracias a Dios.

Y si estamos preparados los sanjuaninos, es una pregunta un tanto amplia. No hay que olvidarse que el Gobierno tuvo que salir a pavimentar calles para hacer una carrera de bicicletas, por tanto, es obvio que hay cosas que nos han quedado grandes, pero eso es mejor que al revés, creo. Esto nunca fue el País de las Maravillas, aunque nos lo hayan vendido.

No se puede juzgar el trabajo de un ministro por una noche. Como tampoco se le puede pedir a la gente que entienda tranquilamente sin decir nada. Hay que llegar a un acuerdo, en el que el Gobierno se equivoque lo menos posible y la gente tolere un poco más los errores de quienes hacen. Hay que apoyar la Fiesta, o qué, ¿vamos a ir a la Fiesta de la Vendimia en febrero?