Las Patricias Mendocinas confeccionaron la bandera que el Ejército de los Andes llevó en las batallas que liberaron a Chile y Perú del imperio español.


Nuestra lucha por la libertad comienza forjándose con los elegidos y elegidas de la historia. El plan de emancipación americana que habitaba en la mente del futuro Libertador, exigía preparar un ejército con soldados y milicianos. Sorprender al enemigo cruzando la Cordillera de los Andes y una vez liberado Chile, avanzar por el Pacífico y atacar desde el mar al enemigo que estaba en Perú; derrotando definitivamente el bastión colonial más grande de los realistas. Debía conducir el ejército con todos sus materiales, animales y bagajes, incluida la artillería, a través de un terreno totalmente inhóspito; asegurando a la vez, que la tropa al final del penoso recorrido, estaría en condiciones de dar aquella gran batalla en la Cuesta de Chacabuco. Esta verdadera labor de ingeniería estratégica, lo llevó a elegir seis grandes rutas, nacen así los caminos que pasarían a la historia como las "Rutas Sanmartinianas" y de las cuales Uspallata (Mendoza) al mando del General Las Heras y Paso de los Patos (San Juan) comandadas por el Padre de la Patria, fueron las principales. 


El General José de San Martín supo movilizar la participación de los pueblos en toda la región de Cuyo. Convocó a la lucha a criollos, blancos, mestizos, esclavos, indios, gauchos, mulatos y las mujeres fueron el sostén orgánico del movimiento revolucionario.


 Mujeres de corazón templado

Las mujeres que participaron de esa gesta fueron quienes nos enseñaron que donde entra el amor, la política se subyuga y las batallas se ganan. Dedicaremos un homenaje a nuestras valientes que, a su manera, fueron partícipes del Cruce de los Andes, cuatro mil metros de altura fueron desafiadas, vencidas y conquistadas para siempre, en una gesta tan extraordinaria y grandiosa que jamás el mundo haya visto. Ellas participaban de la política de forma activa y entregaban su vida al sacrificio por la libertad al igual que los hombres, sin distinción de clase social. Dieron lo que estaba a su alcance, desde la confección de uniformes de guerra para la milicia en que estaban enlistados sus esposos; hasta criar solas a sus hijos y levantar la cosecha. Preparaban los donativos en especies como alimentos, barriles de vino, aguardiente, aceitunas, maíz, trigo. También equiparon al ejército con monturas y caballos; a la vez que obtenían cobre, azufre y plomo de nuestras montañas. 


Por su parte, Remedios Escalada de San Martín tuvo una intervención definitiva en el apoyo al Ejército de los Andes. Coordinó las donaciones de joyas y objetos de valor de las señoras de sociedad para abastecer al campamento; pero uno de los principales empeños fue la confección y bordado de la Bandera de los Andes, detrás de esa insignia están los ideales que se defendían con la vida, las hacedoras fueron Dolores Prat y las Mendocinas Mercedes Álvarez; Laureana Ferrari de Olazábal y Margarita Corvalán. Cabe destacar el gran sacrificio de Remedios, que en medio de todos estos preparativos da a luz a Merceditas y al poco tiempo ella enferma gravemente. En 1819 con la inminencia de la campaña al Alto Perú y muy a su pesar, Remedios junto a su pequeña regresarán a Buenos Aires. Nunca más volvió a ver a su amado José de San Martín y morirá nombrándolo un 3 de agosto de 1823.


Patricias Sanjuaninas

Al frente de los preparativos de la gesta, se recuerda a las Patricias Sanjuaninas: Ana María Sánchez de Loria; Teresa Funes de Lloveras; Bernarda Bustamante de Cano, Jacinta A. de Rojo, Félix de la Roza de Junco y Borja Toranzo de Zavalla, entre muchas a las que les fueron encomendadas la confección artesanal de la Bandera Ciudadana, IV División de la columna de Cabot. 


Martina Chapanay, con tan solo 17 años se ofrece para trabajar en las tropas del Libertador. Fue nombrada chasqui oficial del ejército por su destreza como jinete y gran conocedora de los caminos, atajos del terreno, características físicas, lenguaje y costumbre de la población. Haciendo circular mensajes entre las seis columnas, se ganó la gloria de participar en la epopeya por la libertad. Luego, la vida de Martina se enreda entre leyendas y combates por una Argentina federal junto a los grandes caudillos de la historia. 


Al frente de batalla, Pascuala Meneses y Josefa Tenorio (esclava). San Martín no quería incorporar mujeres al cruce de los Andes. Sabía del sacrificio inminente que la cordillera presentaba; sin embargo dos mujeres, ambas vestidas de varón ingresaron como voluntarias en la columna dirigida por el General Las Heras. Pascuala fue descubierta y enviada de vuelta a su provincia; mientras que Josefa logró su cometido para sorpresa del Libertador, quien finalizada las batallas solicitó de inmediato la libertad en su condición de esclavitud. 


Por último, ennoblecemos la tarea de maestras y madres que ejercieron un rol muy importante en la transmisión y defensa de valores, ellas conocían el riesgo que amenazaba a los seres más queridos de su corazón, eran conscientes que conservar la libertad era vital, por ello su inmensa entrega a la causa de la patria para jamás tener que volver a arrastrar las cadenas de un nuevo vasallaje. 


De pie hay que decir sus nombres. Con lágrimas en los ojos debemos recordarlas, es la hora en que la mujer andina tenga su lugar en la historia, con la gloria de ser nuestras Patriotas Argentinas. Quizás lo que creemos como perteneciente al pasado y las crónicas del mundo aún no han terminado, estas hazañas por la Patria Grande nos obligan a reconstruir una Latinoamérica unida donde hombres y mujeres tengan su destino de grandeza. 

El patriotismo de la mujeres

La generosidad que vio a lo largo de la cruzada el general fue inmensa. No pasaba un día sin que dejara de llegar alguna mujer humilde, que había recorrido leguas de distancia para entregarle al General San Martín, un poncho para abrigar a la tropa. Sin importar la pobreza en la que estuvieran sumergidas, se las ingeniaban para hacer llegar al cuartel más cercano alguna donación que ayudara a los soldados en su difícil empresa libertadora. 

Por la Lic. Lucía Muñoz Guilbert
Concejal de Rawson 
Pta. De la Comisión Parlamentaria de Mujer y Género