Estamos en tiempo de Cuaresma. Siempre es bueno recordar historias y anécdotas vinculadas a la fe. En este caso la fe cuyo epicentro fue y es la icónica parroquia de la Inmaculada Concepción en este tradicional barrio del "Pueblo Viejo''.


En lo alto de su torre como dominando los cuatro lados del Pueblo Viejo, allí estaban las campanas de la Iglesia de Concepción. El 15 de enero de 1944, un terremoto las arrojó al medio de la calle. El monaguillo de esa época, Lucas Aguirre, que cada domingo las hacía replicar, las salvo, Una de ella con una gran rotura fue reparada.


La feligresía improvisó un campanil de palos y un grueso riel del ferrocarril. Las campanas fueron colocadas frente a la iglesia de emergencia, las cuales y por muchos años siguieron sonando. (En casa todavía está el horcón en donde se sostenían las campanas.)


Después fueron llevadas a los fondos de la iglesia de emergencia, y se construyeron dos pilares de más de 3 metros de altura. El monaguillo, Alejandro Armas, hacía partituras con las melodías, provocando más vidas a las campanas.


Allí estuvieron por muchos años, hasta que le dieron el lugar que ellas se merecen. Bien altas, otra vez dueñas del Pueblo Viejo. Orgullosas nunca dejaron de replicar. Hoy, más cerca del cielo. Estas campanas de mi parroquia guardan en sus sonidos, una historia donde a veces, alegrías y penas, muchas veces se confunden. Pero ellas las disimulan cuando repiten la melodía de los ángeles y la seguridad de la fe en Dios.


Por Leopoldo Mazuelos Corts
Dirigente vecinal
Fotos: José Mazuelos, años 1942, 1945, 1948.