Recientemente finalizó el dictado de la primera edición de la cátedra abierta: "Consideraciones sobre el holocausto: perspectiva filosófica, antropológica, sociológica, teológica y jurídica” dictado en forma conjunta entre la Universidad Católica de Cuyo y la Sociedad Israelita de Beneficencia de San Juan.

Ha sido una experiencia, a mi entender, enriquecedora, atento a lo que se me ha manifestado en mi carácter de profesor coordinador de la misma, no solo por los asistentes como alumnos sino para todos los que participaron en el dictado.

Una cátedra que se inició con la misión de la concientización que se llevó a cabo a través de un compromiso de trabajar para alertar a la población con respecto a los actos de genocidio que se cometieron en el pasado y se cometen hoy en día. Sabiendo que la forma más importante de recordar el pasado es asegurarse de que las lecciones sean aprendidas para el futuro.

La Universidad Católica de Cuyo implementó contenidos sobre la temática apuntando a la lucha contra la discriminación de una forma dinámica y participativa, apuntando permanentemente a consolidar los valores de la democracia y la fraternidad. El diálogo constante, la presencia de profesores visitantes de jerarquía y la participación de destacados docentes de la universidad en el dictado de las clases dotó a la cátedra de un marco excepcional.

Deseo destacar la visita a nuestra provincia de reconocidos profesores como la licenciada Marisa Braylan, del Centro de Estudios Sociales de la DAIA; el juez federal, Daniel Rafecas; el doctor Zimerman, presidente de la Asociación Argentina de Derecho Político; el rabino Dario Feigín, de la comunidad AMIJAI; el licenciado Sergio Widder, director del Centro Simón Wiesenthal para América Latina; la licenciada Celeste Adamoli, directora del programa Educación y Memoria del Ministerio de Educación de la Nación y la licenciada Saada Bentolila, cofundadora y profesora responsable de la Cátedra Libre sobre Discriminación en la Universidad de San Luis, entre otros. Ellos interactuaron con el cuerpo docente permanente de la Universidad.

Quiero destacar el compromiso y la formación de profesores como el Dr. Víctor Bazán; el Dr. Oscar Cuadros; la Dra. Mónica Lucero, los presbíteros Alfredo Ariza y José Juan García quienes potenciaron la cátedra con clases que combinaron la participación activa de los educandos con contenidos profundos y de alta significancia en lo relativo al compromiso que nos compete a todos, en la lucha contra la discriminación, transmitiendo un mensaje de hermandad, solidaridad y compromiso hacia el prójimo.

Párrafo aparte merece la participación del señor Arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Alfonso Delgado Evers, que no sólo acercó su calidad humana a las clases de apertura y cierre, llevando un mensaje de fraternidad y diálogo, sino que participó activamente dictando clases en esta cátedra.

Creo que la misma es el ambicioso y fructífero punto de partida en la articulación de esfuerzos entre las dos instituciones referenciadas en la realización de actividades académicas, de investigación, difusión, extensión y acción comunitaria, destinadas a profundizar el estudio de los derechos fundamentales del hombre, dentro de una perspectiva interdisciplinaria.

Quiero destacar el grado de compromiso en esta tarea demostrado día a día por el ingeniero Víctor Kovalsky y el doctor Maximiliano Armada.

Deseo agradecer y felicitar a la decana de la Facultad de Derecho, Miryan Andujar, por haber sido uno de los motores que propulsó esta iniciativa a fin de revitalizar actitudes de comprensión y solidaridad junto con un activo compromiso, tanto en la comunidad universitaria, como en el resto de la sociedad, respecto de la defensa de los derechos humanos. Compromisos y esfuerzos que logran cometidos y dan sus frutos gracias al campo fértil que la Doctora María Isabel Larrauri, rectora de la Universidad Católica de Cuyo, en conjunto con el canciller de la Universidad, el señor Arzobispo de San Juan de Cuyo prepararon, para que los distintos actores que participamos en la cátedra pudiéramos actuar maximizando nuestros conocimientos y volcándolos en un ambicioso programa de estudios que permitió trabajar sobre la reconstrucción de la memoria colectiva como un ejercicio que nos ayude a consolidar una sociedad más justa, inclusiva e igualitaria.

A todos ellos y a todos los alumnos que participaron, mi mayor agradecimiento.