Por estos días se ha comentado detalladamente los inconvenientes que presenta el río Las Tumanas cuando con inusitada violencia y sin aviso previo, interrumpe la comunicación de la Villa San Agustín de Valle Fértil con el resto de la provincia y el país. Esta desafiante manifestación de poderío provoca, ciertamente, un aislamiento que molesta y causa trastornos imposibles de solucionar, hasta tanto este prepotente "señor" se decida a disminuir la tempestuosa y alocada carrera de las respectivas crecidas.

También hemos leído con gran beneplácito que, como consecuencia de estas constantes y peligrosas arremetidas del referido río, se construirá finalmente el tan esperado puente sobre la Ruta 510, lo que será un gran alivio para la población y para todos los turistas que visitan nuestro Valle.

Si analizamos fríamente esta situación, salta a la vista que el "malo de la película" no es otro que el mismísimo río Las Tumanas, quien, teniendo como argumento las impresionantes tormentas de verano, desafía al hombre mostrando toda su fuerza y capacidad destructiva, cortando rutas y demoliendo cuanta pasarela o alcantarilla se le cruza.

Con este simple comentario, deseo hacerles saber que no todo es daño en las repetidas manifestaciones de nuestro maravilloso río Las Tumanas.

Hay una rica historia referida a su generosidad, que comienza cuando Nicanor Larraín en su libro "El País de Cuyo", cuenta que entre los primitivos asentamientos de aborígenes en la zona de Valle Fértil, considera que el más importante y laborioso fue el que permaneció por muchos años a orillas del río Las Tumanas, lo que por entonces se denominaba Tumanaguil (lavadero de oro).

Más tarde, a fines del siglo XVII y principios del VXIII fue el lugar elegido por los Jesuitas para establecer allí su definitivo asentamiento y desarrollar su admirable y basta tarea evangelizadora y civilizadora. Con ellos, comienza en el lugar una intensa actividad agrícola-ganadera-industrial, con grandes extensiones sembradas de trigo, maíz y una variedad de verduras y frutas. Esta importante producción en gran escala fue el estímulo para construir un molino harinero, contando con la abundante agua del río, como fuerza motriz.

También es de destacar que hasta hoy sobreviven numerosos puestos y estancias que desde tiempos inmemoriales disfrutan de la abundante y cristalina agua, que generosamente les regala este maravilloso río.

A continuación, les propongo que dejemos por un momento la historia y los invito a que juntos reflexionemos y compartan conmigo, esta serie de interrogantes que paso a detallar:

¿No será que en circunstancias de tan furiosas crecientes, cuando el río hace tronar su garganta poderosa de agua, piedras y lodo nos quiere decir algo? ¿O tal vez intenta dejarnos algún mensaje, que no escuchamos ni logramos entender? Si, yo creo que esto es así, pues si logramos emplear al máximo la imaginación, con paciencia y el auxilio del séptimo sentido, advertiremos que podemos descifrar su especial dialecto y captar su estridente voz que en sentido figurativo nos grita:

"¡Señores no me maldigan, he cortado el camino como un activo piquetero, para que me escuchen, para reclamar, para protestar y para exigir lo que legítimamente me corresponde, por los siglos que cargo a mis espaldas y los años que llevo trabajando sin un mísero reconocimiento… Sepan que no todo en mí es maldad, soy igual que Uds., Dios me puso en este lugar para hacer el bien, para saciar la sed, de cuanto hombre y animal encuentre en mi camino pero, ya ven también tengo defectos, igual que Uds. Por eso les ruego cuídenme, ténganme paciencia y respétenme y por sobre todo les pido, les ruego, les ordeno: no me contaminen. A cambio les prometo que no los abandonaré, que no me cansaré y estaré siempre donde me necesiten. Me siento joven y con fuerzas como para estrujar las montañas, si fuera necesario, para darles, aunque más no sea un hilito de agua como lo hice toda mi larga vida.

Ahora sí discúlpenme los que recién me conocen y los que esperan de uno y del otro lado: ya me saqué la bronca, mis aguas han bajado, pueden continuar viaje.

¡Ah! Me olvidaba, cuando esté el puente, no los molestaré por un tiempo".