Los hechos recientes de violencia acontecidos en los grandes países del mundo dejan al descubierto la desilusión, el desencanto hacia los caudillismos políticos tradicionales, por una necesidad esperanzadora de liderazgos representativos para la mayoría. Precisamente, "el destino encuentra a cada hombre su porción de miseria”, escribió Eurípides. Y, actualmente, en el mundo de los grandes progresos científicos y tecnológicos respiramos una cierta porción de pesimismo, desgano y desilusión cuando muchos no se sienten contenidos por los que mandan. Pero, la depresión no es desesperanza o miseria, sino una suerte de tristeza que solo se entiende en esos momentos de mal estado de ánimo. La tristeza nos ayuda a darnos cuenta de la situación padecida, para así entender que la vida es una continua lucha. Es decir un poco de angustia y depresión nunca vienen mal.
Pero, lo grave es cuando no surge una salida ante un cierto pesimismo general reinante. Es que desde hace tiempo estamos en el ojo de una tormenta novedosa, al reinar una crisis financiera mundial, y carentes de liderazgos representativos, que desatan una gran oleada de violencia.
Al respecto, siempre se dijo que el progreso va ligado a la evolución. Se ve con claridad que el hombre ha evolucionado desde la edad de las cavernas. Ha habido un sin número de avances científicos y técnicos en estas últimas décadas como nunca hubo antes. Es que la historia de la humanidad ha tenido grandes progresos, pero también abismales períodos de regresión. Siempre se pensó que el futuro es mejor que el pasado, aunque ahora se les dice a los jóvenes que lo antiguo era mejor.
Pero, el "adelanto”, dio grandes pasos en algunos campos, pobres en otros, y brutalmente regresivos en la mayoría de las cuestiones sociales.
Pero, aquí es necesario distinguir entre los logros materiales y los del espíritu. El primero está ligado a la inteligencia con todos lo descubrimientos científicos en diversos campos del saber, y sobre todo tecnológicos. El segundo, está en la interioridad con la cultura, humanismo, pensamiento puro y ético, que en estos tiempos parecen ser casi nulos.
Precisamente, en el ámbito de la ética se ha pasado de los grandes logros a las más diversas variadas formas de perversión, que alejan al hombre de toda evolución cavernícola. Por lo tanto, podemos decir que si bien los progresos materiales son claros, no es así en el cultivo interior.
Londres, Santiago de Chile, Madrid, Washington, El Cairo han sido los escenarios recientes de la gran falta de progreso social con una sana representación. Es que no surgen los líderes representativos para un gran sector postergado, entre ellos intelectuales agotados de trabajar como camareros, sin ser valorados en sus esfuerzos realizados. Por ello, han llegado los tiempos de aquellos, que con la capacidad necesaria, hagan ajustes sobre los que están rodeados de lujosos autos y grandes mansiones. Tal vez una misión casi imposible de hacer, frente a un grupo economicista que acapara todos los ámbitos de poder.
Oportunamente, en Inglaterra cientos de personas expresaron ferozmente su disconformidad con este sistema, cansados de llorar miserias. Aunque, todavía no han logrado posicionarse ante un mundo que avanza en un individualismo voraz, y que a ellos los deja de lado. Precisamente, ¿será por ello que optaron por la violencia con el fin de mostrarles a los líderes del capital, y a la humanidad, que existen para ser escuchados ante tanta vida de depresión y desilusión? Tal vez, resulte utópico en la vida real, pero la única forma de salir de este gran pozo financiero y social mundial, es que surjan nuevos líderes con propuestas esperanzadoras inclusivas, tanto en lo material como en lo sentimental.
Al respecto, Nietzsche decía que "la esperanza es lo peor de la vida, porque prolonga el tormento del hombre”. Es que los pesimistas y cínicos solo veían a la vida con contrarios imposibles de superar. Pero, el hombre tiene la capacidad de libertad distintiva para construir la historia, y dar el giro copernicano.
Oportunamente, la humanidad necesita de este cambio para salir triunfadora, ya que no existen tiempos buenos o malos, sino que nosotros hacemos desde nuestra opción, que ellos sean así. Pero, ¿qué sería de nosotros sin la esperanza? Sólo nos quedaría el nihilismo desesperanzador de condenar a los que sufren una falta de representación, a vivir el infierno en la tierra.
