A John Fitzgerald Kennedy, trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, asesinado en 1963, en Dallas, con 46 años de edad, se lo asocia con una época de esplendor del país del Norte, que empezó a decaer tras su muerte. 


El lunes último fue recordado el centésimo aniversario de su natalicio y con ello volvió a tomar vigencia todo lo creado en torno a la figura de Kennedy y todo lo que dejó este mandatario cuando todavía tenía un trecho largo por recorrer al frente de la primera magistratura del país más poderoso del planeta. 


Había nacido el 29 de mayo de 1917, dentro de una familia de clase media radicada en las afuera de Boston, Massachusset. En contraste al sentimiento que transmite el actual presidente Donald Trump, Kennedy sigue vivo en la memoria colectiva de los estadounidenses como un gran mandatario y un auténtico líder. Una encuesta sobre liderazgo presidencial realizado en febrero último por el canal C-Span, entre más de 90 historiadores, coloca a JFK en el octavo puesto, en una lista de 43 mandatarios norteamericanos. 


La recordación del centenario de su natalicio quedó testimoniado en un sello postal con su imagen, y una serie de actos realizados en todo el país. 

Quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo aseguran que era guapo, ocurrente, tenía una familia bonita, y era considerado una celebridad televisiva, por su gran adaptación a este medio de comunicación masivo.También aseguran que fue un buen líder, un gran presidente, y que muchos de sus éxitos tuvieron lugar tras su muerte. 


Era un gran lector, reconocido donjuán y amante del deporte. Viajó por Europa, donde su padre fue embajador en Londres. Se graduó en Humanidades con honores en la Universidad de Harvard y combatió en la II Guerra Mundial, de donde volvió como un héroe. 


En su lucha por ganarle la presidencia al republicano Richard Nixon, en 1960, JFK construyó una imagen carismática en base a su personalidad y su capacidad retórica. Es recordada su frase, pronunciada en enero de 1961: "No preguntes qué es lo que tu país puede hacer por ti; pregunta qué es lo que tú puedes hacer por tu país". 


Para sus seguidores, representaba la bondad y la esperanza y al desaparecer tan pronto dejó la sensación que hubiera hecho las cosas que merecían la pena. Fue el primero y, hasta ahora, el único presidente católico de EEUU. 


Al mencionar a Kennedy, muchos asocian su nombre a objetivos como el sueño de llegar a la luna; sentar las bases para las fuerzas de paz; el fracasado intento de invasión para derrocar a Fidel Castro (1961); la Crisis de los Misiles de Cuba (1962), que colocó al planeta al borde de una guerra nuclear entre EEUU y la Unión Soviética y el ascenso del Movimiento por los Derechos Civiles estadounidense, entre otros desafíos.