"Si Argentina no reduce drásticamente el gasto público no tiene destino económico. El Estado no quiere liberar aportes en favor del productor privado sumiendo al pueblo en la miseria".


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Un contundente análisis reflexivo frente a la convivencia que tenemos los argentinos hoy, amerita una conciencia ciudadana tal que se posicione firmemente frente al poder político, entendido este como un horizonte que le pertenece al pueblo y no al gobierno en sus representantes. 


Se evidencia definitivamente que el rol político de mandatarios y gobernantes no se condice realmente con las necesidades y situaciones de salud, educación, seguridad y producción como las del trabajo y no son interpretadas desde el desarrollo y crecimiento digno del pueblo toda vez que la falta de propuestas, planes y programas políticos no reflejan aptitud en los funcionarios gobernantes. 


Un carácter vacío y abstracto representa el pensamiento de la dirigencia política, sindical y gubernamental que no da muestras de un compromiso de convivencia ciudadana hacia el mismo pueblo. Anúnciese de esta forma "la muerte de la política clientelista de adeptos", como la última de los tiempos frente al porvenir. Todo el pueblo argentino, fenómeno observable también en Latinoamérica, reclama un único gobierno con un parlamento de notables, no sólo elegidos por voluntad del pueblo sino además observado por antecedentes de un curriculum limpio, merituado por acciones concretas, avalado por una actuación ciudadana, laboral y profesional que lo ubique en el puesto de servicio al ciudadano en cualquiera de los tres poderes del Estado Nacional. 


La democracia argentina debe sufrir una profunda transformación en favor de la riqueza del pueblo y no de una política que en sus funcionarios y gobernantes prueba un estándar de retribución dineraria y acumulación que excede los márgenes del trabajador del pueblo en forma abismal e irrisoria y que por el déficit del gasto público genera más pobres. 


Actualmente en Argentina la cara visible del gobierno en logros y marcha, no está representada más que por médicos, el personal de seguridad, los educadores y los hombres de trabajo, que con su efectiva e inclaudicable ocupación sostienen el país al igual que los grandes productores y exportadores que "soportan", toda la economía de la nación. 


Los políticos partidistas van y vienen, pero el pueblo permanece, por lo que no comprenden realmente las necesidades y urgencias del ciudadano que es el verdadero protagonista del derrotero de su destino frente a una clase política que insiste en mantener su status quo. 


Si Argentina no reduce drásticamente el gasto público no tiene destino económico. El Estado no quiere liberar aportes en favor del productor privado sumiendo al pueblo en la miseria. El momento requiere de una decisión en la que el aparato estatal debe, como sostengo, liberar recursos reasignándolos, tanto en lo material como en lo humano, a favor del trabajador y no como hace desintegrar puestos de trabajo. 


Por otra parte el Estado no tiene ningún derecho a monopolizar la educación y menos aún de quitarle el carácter de libertad, en razón de las demandas sociales, las de conocimiento, preparación para el mundo del trabajo e ingreso a estudios superiores.


La educación en Argentina empobrece las mentes de jóvenes pues estos se encuentran a merced de decisiones cuya ideología de un estado económico calamitoso no comprende la esencia de la educación familiar, pública y ciudadana que libera al pueblo y lo hace independiente. 

Por Mario Daniel Correa D'Amico
Profesor, filósofo, pedagogo y escritor. Profesional de la educación y analista político con doctorado y diplomado en paradigmas.