Recesión de más de dos años, cambio de gobierno y de política económica y una renegociación de la deuda, sumado a los efectos de una pandemia introduce demasiados elementos de incertidumbre en la economía.


El efecto del acuerdo por la deuda duró poco. En un par de días, los tipos de cambio paralelos borraron su baja inicial y superaron los valores previos, para llevar la brecha con el dólar oficial por encima del 75%. La incertidumbre sobre el corto y mediano plazo de la economía argentina, las restricciones en el mercado de cambios, la evolución de la inflación y el rendimiento de los instrumentos en pesos son algunos factores que explican esta dinámica.


Las cotizaciones del dólar contado con liquidación, hoy en $127,40 y el dólar MEP, a $123,22, acumulan una suba del 70% en el año, salto muy superior al 22% que registra en igual período el tipo de cambio oficial. Esa suba refleja, en parte, las dudas entre los agentes económicos por el corto y mediano plazo de la economía local.


"Combinar todo junto, una recesión de más de dos años, un cambio de gobierno y de política económica y una renegociación de la deuda, sumado a los efectos de una pandemia introduce demasiados elementos de incertidumbre", apunta Martín Kalos, economista de Epyca Consultores.


"Solucionar el problema de la deuda es un factor que ayuda, pero queda todo el resto. Entonces, la protección y el reaseguro que buscan tanto empresas como familias en la Argentina es el activo que consideran y aprendieron a considerar seguro a lo largo del tiempo, que es el dólar", agrega el economista.


En ese contexto, Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, plantea que otro factor que alimenta la dolarización es el rendimiento de los activos en pesos. "La tasa de interés es 'levemente' positiva en términos reales, le gana muy poco a una inflación que está en niveles bajos por la cuarentena, pero que se aceleraría en los próximos meses", dice el analista. Mientras debió emitir más de $1,4 billones para asistir al Tesoro, el Banco Central dispuso una suba en la tasa de los plazos fijos a un mínimo del 33% a partir de este mes, con el objetivo incentivar al ahorro en pesos. Su intención, sin embargo, choca con las mayores expectativas de inflación y la incertidumbre en torno a la evolución del dólar.


En efecto, en lo que va de 2020 el rendimiento de los plazos fijos perdió frente al tipo de cambio oficial. Según estimaciones de Gabriel Caamaño, del Estudio Ledesma, entre enero y julio un depósito a 30 días renovado mensualmente rindió un 18,4%, mientras que el dólar subió un 20% en el período.


"En consecuencia, aunque puede arrojar un saldo positivo en el corto plazo, no alcanza para compensar un riesgo tan alto, por lo que los incentivos no son del todo óptimos en este sentido. Eso termina volviendo a los dólares 'financieros' como una opción atractiva", agrega Rajnerman.


En ese contexto, y pese al cepo cambiario, el BCRA debe desprenderse de reservas para contener el tipo de cambio oficial. Desde el 18 de junio hasta el viernes, lleva vendidos US$ 1.145 millones para abastecer una demanda que no cesa. Sin datos oficiales, se estima que en julio compraron dólares cuatro millones de argentinos en el mercado, cifra que supera los 3,3 millones que informó en junio la entidad que conduce Miguel Pesce.


Otro factor clave es que estos tipos de cambio operan en mercados de menor volumen. Según estimó Ricardo Arriazu, titular de Arriazu asesores económicos, en una presentación virtual esta semana organizada por IDEA, los mercados paralelos del dólar representan un monto que equivale al 10% de las transacciones cursadas en el mercado oficial.


"Hay poca profundidad y poca oferta, entonces un poco de demanda es capaz de mover rápidamente los precios", explica Martín Kalos, economista de Epyca Consultores.


A su vez, hubo otro factor vinculado al acuerdo por la deuda que, contraintuitivamente, infló las cotizaciones financieras. Como consignó La Nación, el tipo de cambio que se tomará para pesificar los bonos cortos emitidos en dólares incrementó la demanda por estos instrumentos y generó una suba en el valor final de los tipos de cambio bursátiles.


Por su parte, Emilia Calicibete, analista económica de la consultora LCG, advierte que esa diferencia entre el dólar oficial y los paralelos también perjudica las expectativas de rebote económico. "La brecha cambiaria genera que se disocien los precios relativos y son un desincentivo a la inversión, más en un contexto de incertidumbre económica mundial. Y tiene que ver con la falta de un plan económico claro. Se habla de que Argentina tiene que crecer con las exportaciones, pero mientras cae el comercio mundial", plantea.


A su vez, juegan las expectativas de inflación: para este año, la consultora proyecta un 38,6%, mientras que prevé una aceleración para 2021, año en el que estiman un 54%.


Dado ese escenario, la demanda de dólares luce más atractivo como forma de preservar ahorros que optar por instrumentos en moneda local. "Como es muy difícil bajar la incertidumbre en este contexto pandémico y de derrumbe de la actividad, la clave me parece que pasa por premiar un poco más al que ahorre en pesos", concluye Rajnerman.

Controlar la brecha

La postura del Banco Central, mientras tanto, fue imponer y mantener restricciones en estas operaciones, para intentar controlar la brecha cambiaria, "un problema que no hay que minimizar", según admitió esta semana el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. En el marco del cepo cambiario, sigue vigente el parking y la imposibilidad de operar con los dólares financieros 90 días antes o después de comprar divisas en el mercado oficial. Más allá de estas trabas, la expectativa oficial es que esa brecha tienda a cerrarse. Según reconoció Kulfas, la expectativa es que el arreglo del canje de deuda reduzca la incertidumbre y que eso acompañe un desarme de posiciones en dólares a medida que se recupere la economía. "Una reactivación va a generar incentivos para volcar excedentes a la inversión productiva", dijo el ministro.

Esteban Lafuente
Periodista