El ataque a Sergio Berni, en medio del conflicto con los choferes de colectivos, una muestra de las tensiones que persisten entre sectores oficiales y de los trabajadores.

Los casos de violencia urbana al extremo que se están sucediendo de un tiempo a esta parte con cierta frecuencia, alterando el orden de la sociedad, es un fenómeno que requiere ser controlado de inmediato para evitar que se agudice y que termine afectando el estilo de vida de la gente que busca paz y tranquilidad dentro de la cotidianidad.

En el inicio de esta etapa de recogimiento que implica Semana Santa, distintos hechos de violencia urbana se han suscitado en distintos puntos del país dando lugar a un clima de tensión que responde a acciones que las fuerzas de seguridad deberían prever y controlar, a fin de desalentar estos comportamientos que tanto mal le hacen a la paz social.

El conflicto que se planteó ayer en Buenos Aires, en reclamo de mayor seguridad, tras el crimen del chofer de colectivos Daniel Barrientos, generó un estado de convulsión con el paro de más de 80 líneas de ómnibus y las agresiones que recibió el propio ministro de Seguridad, Sergio Berni, quien fue agredido en la batalla campal que se desarrolló en varios sectores de la provincia con la presencia de efectivos policiales y los choferes que llegaran hasta esos sitios.

Donde la violencia estuvo ejercida por jóvenes, fue a la salida de un boliche en Trelew, provincia de Chubut, en la que al menos cuatro individuos atacaron a uno, lo que llevó a que se rememorara el asesinato de Fernando Báez Sosa, en la localidad de Villa Gesell. Este tipo de comportamiento juvenil se ha hecho muy común, especialmente a la salida de los locales nocturnos o de los establecimientos educativos donde cada vez es más habitual el enfrentamiento de estos grupos que se muestran violentos sin causas aparentes, pero movidos por extraños estímulos que generan ese comportamiento.

El número de este tipo de acciones puede llegar a resultar difícil de contabilizar, lo mismo que su origen ya que aparentemente no responden a un motivo exclusivamente económico sino también a otros factores que, al parecer, están influyendo en la vida de los argentinos, en todos los sectores de la comunidad.

VIOLENCIA EN LA CALLE

Los hechos de violencia no sólo se dan en lugares de concentración de público o sitios de manifestaciones, se pueden poner de manifiesto en otros ámbitos como el tránsito cotidiano por calles tanto del centro de una ciudad como en las zonas rurales y semirrurales. El hecho de que a diario se registre una gran cantidad de accidentes de tránsito provocados por conductores de todo tipo de vehículo, inclusive de motos, es una muestra de que los automovilistas, motociclistas e, inclusive, ciclistas circulan por las calles sin el menor cuidado por evitar grandes accidentes que en ocasiones provocan numerosas pérdidas humanas. Es en estos casos cuando la violencia trasciende algunos límites y termina provocando pérdidas de vida que han hecho que últimamente las estadísticas se muestren alarmantes.

Tanto en la violencia urbana como en la vial, lo que está haciendo falta es que las fuerzas de seguridad, en particular la policía de calle o la de tránsito, apliquen una actitud más preventiva para intentar evitar que los casos se produzcan. Hasta ahora la actitud pasiva que se ha venido utilizando no ha dado los resultados esperados y siempre se ha actuado después de que los actos vandálicos o de agresión se han concretado.

En la provincia de San Juan también hemos tenido algunos hechos de violencia urbana traducidos en robos de viviendas, daños a lugares públicos y accidentes de tránsito catastróficos como los ocurridos sobre la Ruta 40 a distintos niveles o cruces de calles en zonas de Rawson y Pocito. Pero, es un deber señalar que nuestra provincia se encuentra entre las jurisdicciones más tranquilas del país, por lo que cualquier acción preventiva debería tener el objetivo de evitar que la violencia trascienda.

PRESERVAR LA PAZ SOCIAL

Todavía tenemos frescos tantos actos de violencia que en su momento nos horrorizaron. El grupo de motochorros que se hizo presente en el velatorio de un joven que había sido asesinado en el partido de La Matanza, en Buenos Aires, y los cuantiosos ataques sexuales a jóvenes en distintas zonas del país, son cuadros que no queremos que se repitan en ningún lugar. Para evitar este comportamiento se debe aprender a que no hay que provocar a ningún miembro de la sociedad con ningún tipo de comportamiento. Hay que aprender a convivir y hacer que toda la vida se desarrolle con pautas sociales que nos lleven a preservar la paz social.

 

Por Alfredo Correa