Uno de los argumentos más frecuentes de los defensores de la ley antiinmigrantes de Arizona es que ese estado no está haciendo algo muy distinto de lo que México hace con los indocumentados centroamericanos, ni de lo que hacen los países latinoamericanos con sus propios inmigrantes ilegales. Es un argumento muy poderoso, y no del todo disparatado.
Desde un punto de vista estrictamente legal, es una afirmación engañosa, porque la nueva ley de Arizona podría promover la discriminación racial, mientras que la ley mexicana es mucho más protectora de los derechos de los inmigrantes. Pero en la vida real, México tolera el maltrato de los inmigrantes indocumentados tanto o más de lo que lo ha hecho Arizona hasta ahora.
Empecemos por las leyes. Un reciente artículo del Washington Times, titulado "Las leyes de México contra los ilegales son mas severas que la de Arizona", afirmaba que "según la ley mexicana, la inmigración ilegal es un delito grave, penado hasta con dos años de cárcel. Los inmigrantes que son deportados e intentan volver a entrar al país pueden ser condenados a 10 años de cárcel".
El artículo citaba al congresista republicano de Texas, Ted Poe, afirmando que las críticas del gobierno de México a la ley de Arizona son "hipócritas", porque las leyes inmigratorias de México son "aun más severas que las de Estados Unidos".
Según me explican funcionarios mexicanos, hay dos grandes diferencias entre la ley mexicana actual y la ley de Arizona:
Primero, ser un inmigrante indocumentado en México no es un delito grave, ni siquiera un delito menor, sino una falta administrativa. Esto significa que en México, a diferencia de lo que ocurre en Arizona, nadie puede ser encarcelado por violar las leyes inmigratorias.
En segundo lugar, la policía mexicana no puede preguntar sobre el estatus inmigratorio de una persona, aun cuando esa persona haya sido detenida por otras razones. La policía mexicana sólo debe notificar a las autoridades de inmigración cuando los inmigrantes declaran voluntariamente que, por ejemplo, están ilegalmente en el país en camino hacia Estados Unidos.
En comparación, la ley de Arizona exige que la policía pida los papeles inmigratorios a las personas que detiene por cualquier otra razón válida, incluidas infracciones de tráfico.
Los defensores de la ley de Arizona afirman que ese Estado es mucho más generoso con los indocumentados que México.
Los funcionarios mexicanos y muchos activistas de derechos humanos refutan esa afirmación, pero aceptan que los inmigrantes centroamericanos en México son habitualmente extorsionados por agentes de policía vinculados con los traficantes de personas.
Mi opinión:Estoy de acuerdo. Arizona acaba de aprobar una ley lamentable que le abre las puertas a la discriminación racial, mientras que México ha aprobado una ley mucho mejor, pero en la práctica no hace gran cosa para erradicar los maltratos policiales a los indocumentados.
Los abusos de México contra los inmigrantes centroamericanos no deben ser excusa válida para justificar leyes como la de Arizona. Y los abusos de la ley de Arizona tampoco deben ser excusa para que México continúe tolerando los abusos de sus policías contra los indocumentados. Ambas cosas están mal, y deben ser denunciadas.
"UN INFORME del 28 de abril pasado, de Amnistía Internacional, dice que el maltrato a los inmigrantes centroamericanos en México se ha convertido en una crisis de los derechos humanos".
