Gritos, ruidos molestos y algunas discusiones eran el panorama de un aula de alumnos adolescentes en un día primaveral. Allí, de pie y con una mirada de paciencia estaba María del Carmen Caballero Vidal aguardando pacíficamente por un poco de silencio y quietud respetuosa para comenzar la hora de clase; en ese momento se acercó una alumna y compadecida por la situación y le dijo:

"Seño eso que ud. está haciendo es lo que haré en mi casa; en mi familia todos gritan, se pelean y se maltratan, pero esa paz y serenidad que ud. trasmite es tan linda; haré lo mismo que ud.”.

Esta breve anécdota es una pincelada de uno de sus rasgos característicos de María del Carmen, en un mundo tan lleno de violencia, de odios y rencores: ella era un ángel de paz.

Hoy, se cumplen cinco años de su muerte y quisiera compartir algunas vivencias de este ángel que pasó por mi vida y por la de tantos sanjuaninos que recibieron algún consejo, algún favor, alguna palabra de aliento, de esperanza, de sinceridad, o simplemente la escucha paciente y generosa que sólo ella tenía frente al sufrimiento de las personas que acudían a su encuentro.

Quienes la recordamos con tanto cariño podemos afirmar que amaba la pobreza, y había hecho una renuncia personal a ciertos bienes placenteros por estar preocupara en las necesidades de los demás, incluso necesidades materiales. Esto lo vivía con tal naturalidad que daba gusto recibir algún favor de su parte, sin ningún reproche, sin pedir nada a cambio con un estilo muy franciscano. Hasta su aspecto era de una persona humilde, como "il poverello da Assisi”.

Un día, a comienzos de las clases, estaba en su trabajo habitual, en la escuela nocturna, donde se formó una cola inmensa de ingresantes y poco personal administrativo; entonces, ella se puso a resolver dudas para ayudar con la atención. En eso, una joven le contesta: "no se haga problema, ud. siga limpiando que yo espero a que me atiendan las secretarias; había pensado que era la portera y no la directora, cuyo cargo ejerció durante casi treinta años. Su humildad y espíritu de servicio eran fuera de serie, al punto de ser incomprendida por muchos.

Durante 30 años de su vida, también visitó la penitenciaría de Chimbas, donde semanalmente se dedicó a enseñar a rezar a los presos, y poder aliviarles un poco la pena y enseñarles a confiar siempre en Dios y en su infinita misericordia. Esto lo hacía desde los talleres de oración del Padre Ignacio Larrañaga y en algunas oportunidades les dio la posibilidad de terminar el secundario a presos y agentes policías compartiendo la misma clase: tal situación la ponía tan feliz, que lo expresaba cuando lo contaba con una sonrisa cómplice, dando a entender que aún en estas difíciles circunstancias es posible una experiencia de paz.

El Padre Juan Fanzolato fue uno de los sacerdotes que marcaron su vida y la de tantos cooperadores salesianos que se vieron favorecidos por sus buenos ejemplos de amor concreto al prójimo. Pero aún la amistad espiritual y la confianza que le tenía el Padre era única; incluso alguna vez le dijo a hijos espirituales: "El día que yo no esté, le preguntan todo a la María”, como la llamaban muchos, simplemente María. Esto lejos de ponerla orgullosa la acercaba más a la oración, donde a diario encontró la fuerza de su caridad. Su deseo cotidiano era llegar a la comunión, podía no almorzar pero su verdadero alimento era "el espiritual”.

Hoy, en estos cinco años, muchos la hemos llorado y extrañado egoístamente, la hemos recordado con esa sonrisa suelta, jovial y transparente, con su paso diligente y apresurado si se trataba de un asunto de caridad para alguien, con esa fe inquebrantable dispuesta a dar esperanza aún en el dolor y el sufrimiento, con su vida mariana tan devota de María Auxiliadora, a quien amaba con toda su alma.

Y fue un 24 como hoy, el día de su partida, el día de María Auxiliadora de los cristianos.

¡Querida María del Carmen alzo mi pequeña voz en nombre de todos los que te apreciamos para pedirte, donde quiera que estés, que sigas haciendo el bien y dando paz a todos como lo hiciste mientras pasaste por nuestras vidas!

(*) Docente universitaria UCC.