Se asiste a un debate que preocupa porque pone en riesgo la vida del niño antes de nacer. El embrión es un ser humano, es una verdad científica; el debate no puede eludir eso porque estaría desconociendo el valor de la vida. Parece desconocerse ese punto de partida, que estamos ante una vida; eso hace que se reduzca la discusión a circunstancias externas, que se intente mostrar al nuevo ser como una forma potencial, contra la evidencia científica y filosófica que ve en ese ser un organismo completo, que después de nacer también dependerá de asistencia externa para subsistir y crecer.

Una decisión ética debe defender la vida de los dos, madre e hijo; ética no significa resultado de un acuerdo, la fuente de la moralidad es exterior al acuerdo; una decisión política puede ser acertada o equivocada, la instancia decisiva no es el acuerdo, ni un procedimiento para lograr consenso, la ética tiene su fundamento en la naturaleza y debe fundamentar la teoría política.

La ética procedimentalista postula un proceso legitimador de normas, considera que esos procesos se pueden descubrir en la ética, y que bien usados, servirían para descubrir qué norma es correcta; al aceptar que hay norma correcta, aparece un principio que no puede reducirse al procedimiento; "algo es correcto", y para descubrirlo hay que mirar más allá de la experiencia humana y del procedimiento; algo es naturalmente correcto, su corrección no sale de un procedimiento dialógico o discursivo; se lo puede descubrir, para eso sirve la racionalidad humana, no se decide qué es correcto, se lo descubre, se lo ve aceptando cómo son las cosas. El bien está más allá del diálogo y del procedimiento, existe; la verdad se descubre, no se decide qué es verdadero, se lo encuentra. Hay una verdad intrínseca en la naturaleza. No se puede desconocer el derecho a la vida y el carácter de persona del niño antes de nacer; es la realidad, la verdad. La ética debe guiarse por el deber ser Defensa de la vida. El avance científico plantea problemas antes desconocidos, eso es fácil verlo en medicina, el tema planteado hoy no deja de sorprender, aun en un tiempo convulsionado por la falta de pensamiento, por la superficialidad con que se tratan temas fundamentales de la existencia. La defensa de la vida antes del nacimiento se enfrenta a la sorpresa por la facilidad con que se desconoce la realidad.

El avance de la ciencia en reproducción humana permite combatir la mortalidad prenatal, el niño antes de nacer es considerado paciente de terapia. Paradójicamente se desconoce el valor de esa vida prenatal, juzgando desde circunstancias externas. Aborto es la interrupción de una vida, de una identidad frustrada en sus primeros pasos.

El debilitamiento del vínculo familiar es preocupante, la joven puede vivir situaciones difíciles, hoy eso es fácil que esté agravado por sobre estimulación mediática, alcoholismo y otras formas de dependencia, distracción constante, déficit de atención. los padres deben estar cerca de ella y ayudar con el afecto propio de la relación familiar.

Se habla de intereses externos, temor al crecimiento de población en naciones que producen alimentos y otras cosas, de separar a los jóvenes del apoyo familiar en la formación sexual. El debilitamiento del vínculo familiar es preocupante, los padres deben estar cerca de los jóvenes y si se produce embarazo, ayudar con el afecto propio de la relación familiar.

Realidad y pensamiento. En defensa de la vida, amenazada en su comienzo, se recurre a pensar la realidad. La vida humana no se puede conducir sin pensamiento, ni tomar decisiones en la confusión del momento, sin mirar el futuro. La muerte de un ser humano provocada, conduce a un sufrimiento y una elaboración, para encontrar la convicción del arrepentimiento y el perdón.

 

Por el Dr. Manuel Castillo
Profesor Titular de Antropología Filosófica de la FFHyA. Profesor titular de Filosofía de la Educación y de Lógica.