Son tantos los fenómenos que agobian hoy la vida normal de las personas que todo hace pensar que se necesitará hacer esfuerzos para alcanzar el resguardo de la fortaleza moral. Son momentos en los que se necesitan fuerza y vigor para poder alcanzar una certidumbre moral que valorice el entendimiento y la conciencia.
Los desastres naturales se suman a las complicaciones de las actividades individuales con lo cual se dibuja ante el hombre un panorama desconocido y preocupante.
Hoy se necesita estar alerta hasta para hacer diligencias personales a cualquier hora del día porque los asaltos se suceden en cualquier momento y lugar a través de la conducta delictiva de jóvenes, muy jóvenes.
No se puede andar distraído por ninguna parte y hay que estar muy atento y vigilante en el momento de entrar al domicilio según lo recomiendan las empresas de seguridad.
Ya no hay lugar -parecería- para esa despreocupación natural de los confiados argentinos porque en nuestro país se repiten hechos de características delictivas y cada vez más sorprendentes. Antes no era así.
En las actuales circunstancias ¿es posible hablar de una optimización de la vida? ¿Es posible trascender la incertidumbre y la angustia que genera la inseguridad?
Siempre se puede pensar en la optimización de la vida porque es tan amplio el panorama del hombre en su propio mundo que ello le ha valido la mención de microcosmo. El hombre es capaz de crear mentalmente para después construir a través de su actividad diaria.
Si se alcanza una comprensión de este tipo -que tal vez se pueda expresar mejor- la fortaleza moral será la atmósfera de todos los días, de todas las horas.
Éxitos y fracasos. Muchos se preguntan, más de una vez, cuál es la carga de ilusión de la palabra y de la sensación del éxito. Por lo general se la entiende como la respuesta concreta a una acción determinada del hombre para obtener más beneficios o escalar posiciones sociales. Ésto es fácil de entender.
En tanto que el temido fracaso -se le teme cuando no se analiza bien una situación- enseña al ser humano de una manera directa, real y profunda.
En la psicología profunda se sostiene que "una lección aprendida mediante un fracaso actúa como resguardo para el futuro".
El mismo comentarista se pregunta "¿qué es un segundo de tiempo en los setenta u ochenta años asignados a la vida de un hombre?".
Este último concepto hacer ver claramente que si el análisis del fracaso se hace en forma sincera y clara, el hombre se libera rápidamente de esa carga.
Y el consejo es reconocer el fracaso (si lo hubo) y luego mirando hacia adelante y con una sonrisa en los labios darle la espalda al fracaso. Y, así seguir adelante con firmeza.
Es decir que las condiciones y reacciones de la persona están bien estudiadas. Lo único que puede interrumpir esa realidad es sobrecargarse con los episodios de la vida diaria de otros o de todos.
Si bien es cierto que no es fácil ser peregrinos en un mundo que se complica globalmente día a día, el hombre tiene reservas intelectuales y morales como para ampliar su comprensión ante los hechos.
Y ello hay que tenerlo en cuenta siempre que alguna duda o incertidumbre asome en el horizonte de la vida diaria. De esta manera nada sorprenderá.