En 2016 "post-truth'' fue elegida la palabra del año según el Diccionario de Oxford. Creación atribuida al bloguero David Roberts, para quien lee o escucha por primera vez el término "posverdad'' se pregunta, al contener el prefijo "pos'', qué hay más allá de la verdad. Error. Posverdad se refiere a un tipo de mentira -la mentira emocional-, por lo que la palabra misma es una mentira.


Lo cierto es que consiste en decir falsedades -"fakenews''- que lleguen a las emociones del público para que lo racional mostrado por hechos reales pase a un segundo plano, logrando que sus adherentes sostengan creencias que se transforman en dogmas, en fanatismos. Es por eso que, aunque los hechos demuestren lo contrario, las posverdades generan adhesiones incondicionales que perduran a lo largo del tiempo.

"En las últimas elecciones norteamericanas los analistas determinaron 217 falsedades en los discursos de los candidatos...por cada mentira de la candidata Hillary Clinton, Donald Trump divulgó cuatro.'' 

Los ejemplos más evidentes se han dado en la política en varios países, como es el caso de Lula en Brasil, favorito en las elecciones a pesar de que los hechos lo muestren culpable de delitos cometidos durante su presidencia.


A través de la posverdad se divulgan noticias falsas, tanto en el periodismo como en los medios alternativos como Youtube, Whatsapp, Snapchat o Twitter. En septiembre de 2017 The Economist, refiriéndose a la posverdad, mostraba qué contenidos en Facebook con información falsa compartían la misma cantidad de aquellos con información veraz.


Hay avances positivos. La Agencia EFE indicó que en enero de 2018 alrededor del 70% de los "mensajes de odio'' fueron retirados de medios sociales por convenio entre la Comisión Europea y las empresas digitales.


En Educación, la última Cumbre Mundial de Qatar (2017) aconsejó que se eduque para que los alumnos aprendan a separar lo verdadero de lo falso en las informaciones.


Es tanta la gravedad de la situación que hasta ha permitido ganar elecciones a ciertos políticos de manera fraudulenta, poniendo en riesgo a la democracia misma.


Son muchos los que creen que el fastchecking es una solución, verificando las fuentes de los medios de comunicación. Sin embargo, ¿todos los medios de comunicación van a adherir a este loable objetivo? Aun suponiendo que su autocontrol tuviera éxito, los medios alternativos como los que cité están en manos de personas desconocidas, en muchos de los cuales sus bases son la mala intención y la perversidad.


Aquí advierto dos situaciones: la primera, debería exigirse enérgicamente a las agencias informativas y medios alternativos que encuentren sistemas eficaces de verificación de noticias que logren un 100% de anulación de mensajes falsos. O multarlos severamente y hasta suspender temporariamente sus actividades. De lo contrario, seguiremos haciendo diagnósticos y convocatorias a la honestidad dudosamente eficaces. Tal como he dicho en otra oportunidad, la educación debe ir acompañada de la sanción para obtener resultados positivos. Por eso, a los autores de las fakenews debería castigárselos con cárcel. Así de sencillo, así de complejo.


Al mismo tiempo, y ésta es la segunda situación -que no por breve es menos importante-, del mismo modo que las palabras sirven para hacer daño también son útiles para motivar y exhortar a conocer la parte positiva de cada ser humano y de una sociedad bien constituida.



Por David Schabelman 

Gobernador del Distrito 4860 de Rotary International, período 2002-03.