San Agustín fue una de las grandes luminarias que desde el siglo IV llega hasta hoy. A la vez que exegeta de la Escritura y teólogo de alto vuelo y pastor incansable, fue uno de los fundadores de la cultura occidental a decir del pensador Eric Pryswara.


Veamos algunos puntos que hacen a la pastoral social y política del teólogo. La política intercesora de Agustín referente a la reforma penal de aquél África romana lo llevó a una oposición al uso de la tortura, sea durante los interrogatorios o como castigo de aquellos convictos criminales. Expresó su oposición a la tortura directamente a través de cartas a los oficiales imperiales. En una carta dirigida a un comandante militar del imperio, Flavio Marcelino, Agustín alabó sus esfuerzos al extraer una confesión de los acusados de asesinar a Restituto sin el uso de las más brutales formas de tortura que eran normalmente utilizadas en las cortes (Carta 133,2).

Tumba de San Agustín en la basílica de San Pietro in Ciel d'Oro, en Pavía.


Cuando un grupo de residentes paganos en la diócesis del obispo Posidio, en la diócesis de Calama, atacaron e incendiaron la iglesia durante una razzia anticristiana en el año 408 y mataron un considerable número de fieles de la comunidad del obispo, Nectario, un pagano y exoficial imperial, imploró al obispo de Hipona interceder con los oficiales imperiales para que los acusados de la violencia no fueran torturados durante la investigación de los crímenes, ni ejecutados una vez convictos (Carta 90). Agustín respondió inmediatamente que la misericordia debía ser manifestada a los que se encontraban entre los que cometieron el delito a fin de que no pagaran con sus vidas por lo que habían hecho; y que tampoco la tortura debía ser empleada como medio para recabar confesiones (Carta 91, 9).


Lo cierto es que San Agustín nunca trató la cuestión de la pena de muerte como lo haría un profesor de teología moral o de derecho penal, sino como un pastor, de forma ocasional, cada vez que en el ejercicio de su ministerio episcopal se encontraba con la situación de que los jueces decretaran una sentencia capital y en algunos de estos casos intercedía a favor del reo.


Fue San Agustín quien introdujo la figura jurídica de la intercesión episcopal (intercessio episcopalis). Con el pasar del tiempo se convirtió en un "verdadero derecho de intercesión" que permitía al papa o al obispo del lugar interceder de oficio en favor de los condenados a muerte.


Con toda tranquilidad se puede decir que Agustín sustancialmente ha aceptado la pena de muerte como derecho del Estado, y al mismo tiempo ha bregado incisamente por una humanización de las penas.


Otro tema que preocupó al pastor de Hipona fue la cuestión de la esclavitud. Posidio -el primer biógrafo del santo- nos recuerda que Agustín frecuentemente extrajo de su iglesia tesoros con el fin de pagar la libertad de esclavos (Vita Agustini 24).


Pero los esfuerzos de Agustín por reducir el mal de la esclavitud no se restringieron a actos aislados de caridad, ni tampoco, como él lo indica en el sermón 302, creyó que el uso de la fuerza provocaría la tan deseada justicia social. En su lugar, el acercamiento de Agustín era altamente racional.


Un corazón de pastor, con fuerte sensibilidad por el pobre, el vulnerable; con ánimo de justicia y misericordia. Ese fue San Agustín, obispo de Hipona.