El futuro de la Organización de Estados Americanos definitivamente no es algo que mantenga desvelados a los funcionarios de la Casa Blanca, pero la campaña de reelección del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, ha generado una ruidosa polémica en el pequeño mundillo de los diplomáticos interesados en América Latina en Washington.

El punto de conflicto es si Insulza, un ex canciller de Chile, ha sido demasiado tímido en denunciar ataques contra la democracia en países como Venezuela. Sus críticos dicen que no ha hecho cumplir el compromiso de la OEA con la defensa colectiva de la democracia en la región, tal vez porque necesite los votos de Venezuela y sus aliados para poder ganar la reelección. Insulza ya ha ganado el apoyo de Brasil, de su Chile natal y de varios países de Centroamérica y el Caribe. La OEA votará sobre su reelección el 24 de marzo.

Un reciente informe del Congreso encargado por el senador Richard Lugar, el líder republicano del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, acusó a Insulza de practicar una "intervención selectiva" en defensa de la democracia. Según el informe, Insulza reaccionó rápidamente cuando se trató de movilizar a la región para denunciar los golpes contra presidentes izquierdistas en Venezuela en el 2002 y en Honduras en el 2009, pero no hizo gran cosa para impedir que esos mismos líderes desmantelaran gradualmente la democracia antes de esos golpes.

Días después, el 12 de febrero, un durísimo editorial del Washington Post señalo que bajo Insulza, la OEA "fracasó en su propósito de promover y consolidar la democracia". El periódico recomendó al gobierno de Obama no apoyar la reelección de Insulza, y pidió al Congreso estadounidense "reconsiderar si Estados Unidos debería continuar contribuyendo la mayor parte de los fondos de la OEA".

Al preguntarle a Insulza ¿dónde estaba cuando el presidente venezolano Hugo Chávez inhabilitó a 272 candidatos de la oposición de participar en las elecciones municipales del 2008? ¿O cuando Chávez hizo un golpe contra el alcalde electo de Caracas, Antonio Ledezma, despojándolo de sus oficinas y presupuesto, desoyendo el mandato de las urnas?, dijo que criticó esos y otros ataques contra la democracia en Venezuela y otros países, pero agregó que según las reglas de la organización no puede enviar unilateralmente misiones de observación a ningún país.

Mi opinión: Yo preferiría un líder más pro activo en la OEA, como el presidente saliente de Costa Rica y ganador del premio Nobel, Oscar Arias, pero desafortunadamente no quiere el cargo. Arias dijo en una entrevista telefónica que la OEA "es una institución muy débil".

Pero considerando que Insulza probablemente ya tiene los votos necesarios para ser reelecto, los países democráticos deberían tomarle la palabra y pedirle que se comprometa formalmente a fortalecer los convenios de derechos humanos y democracia de la OEA.

El problema de la OEA no es Insulza. Es la absurda tradición de la institución de tomar decisiones por consenso, lo que en una región polarizada es una receta para la inacción.

La OEA debería crear un Consejo de Seguridad, como el de las Naciones Unidas, que permitiría al secretario general convocarlo por asuntos urgentes. O debería crear una Comisión de Democracia, como su semi autónoma Comisión de Derechos Humanos -de lejos el organismo más meritorio de la OEA- para monitorear la adhesión de los gobiernos a las constituciones de sus países.

Si no se producen esos cambios, el futuro de la OEA seguirá siendo -con Insulza o sin Insulza- tan mediocre como su pasado.

"José Miguel Insulza sostiene que es indispensable que los países acaten las decisiones de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, y mejorar los mecanismos de alerta temprana para prevenir ataques a las instituciones democráticas."