La cultura del agua es un concepto que tenemos que comenzar a utilizar para salvaguardar este recurso tan valioso.

 

En San Juan, como en cualquier otra parte del mundo, es común que nos apasione reflexionar y escribir sobre el tema del agua, especialmente teniendo en cuenta que en nuestra provincia estamos soportando una crisis hídrica desde hace tiempo. Entre los conceptos en los que deberíamos comenzar a trabajar está el de la cultura del agua, destinada a concientizar a las generaciones presentes y venideras sobre la importancia que tiene este recurso.

La familia debe ser el punto de partida de esta enseñanza y luego a nivel escolar aplicar un programa educativo sistemático, que tendría que estar incluido en la currícula como materia y no como un tema anexo. Una materia sobre el agua en sí misma, que se incluya en el ciclo primario y que vaya profundizándose hasta completar el ciclo secundario de una forma que interpele al alumno y le transmita el verdadero sentido del uso sostenible de este recurso, remarcando a aquellos que si tenemos acceso al agua potable, la importancia de preservarla y compartirla con las generaciones venideras, planteo que es fundamental, porque de continuar con el paradigma actual, se dificultará el acceso al agua como ya está pasando en alguna zonas.

Recientemente el Gobierno de la provincia firmó un convenio con el Consejo Federal de Inversiones (CFI) en el marco de una acción para la mitigación de la crisis hídrica, que llevarán adelante ambos equipos técnicos como parte de las acciones previstas para la agenda 2025 del CFI con provincias argentinas. Es un trabajo amplio de asesoramiento técnico, diseño y fundamento.

Muchas veces, cuando ocurren eventos importantes y que por lo general llegamos a conocerlos porque se convierten en hechos mediáticos, surge el debate hídrico desde diferentes opiniones de expertos reconocidos. Vemos que existen varios tipos de corrientes del pensamiento, que dan su opinión sobre el hecho. Ahora bien: desde nuestra posición de simple ciudadano, no se suele entender el núcleo del problema ,ya que, desde la explicación del mismo, la culpa se reparte tantas veces como los interlocutores la explican. 

La pregunta que nos debemos hacer es simple y concreta: si nuestro concepto de la cultura del agua, fuese conocido globalmente en el seno familiar y formarse para el modelo educativo, sería el debate hídrico exclusivo de los expertos de uno u otro bando, o nos comprometería a todos. 

En nuestro días, la realidad nos afecta de lleno y muchas veces es cruel. Lo sabemos, lo escuchamos y las grandes organizaciones mundiales como Rotary Internacional, nos avisan.

Entonces la pregunta es: ¿sabemos que estamos dentro del problema? ¿Qué proyecto tenemos para las generaciones venideras con el fin de cambiar el paradigma que fuimos imponiendo a través de las últimas décadas?

La inteligencia emocional llama a la puerta. Debemos ponernos en movimiento si queremos que se genere el talento necesario para cambiar el paradigma que estamos usando, ante que sea muy tarde. Por ende, lo más importante es la concientización, la educación y la discusión respetable.

 

Por Roberto Olivera Vega
periodista