"Las cosas que no se han hecho antes son las que se deben intentar", dice Edgard Guest (Inglaterra, 1881- 1959) en unos versos memorables. Seguramente fue la consigna que alimentó el sueño de libertad del General San Martín. Claro que, para ello debía cruzar con su ejército la Cordillera de los Andes y enfrentar las tropas realistas. Empresa imposible para muchos. Pero San Martín no pertenecía a la pléyade de temerosos que seguían, por seguridad, sendas ya trajinadas. ¿Lo imposible acaso es incompatible con lo necesario? Para San Martín no lo era. Por eso su respuesta al General Pueyrredón. Efectivamente, cuando éste, junto a cosas que mandaba para la campaña, le escribía en una carta: "No me vuelva a pedir más, que lo que usted quiere hacer es imposible", San Martín le responde: "Usted tiene razón, lo que quiero hacer es imposible, pero es imprescindible". Y no se equivocó, lo imposible era lo necesario. Aquella hazaña militar permitió la liberación de tres países, Argentina, Chile y Perú.


Hoy estamos lejos de aquellas memorables gestas libertadoras. Pero siempre hay nuevos desafíos que asumir como sociedad. No es un cordón montañoso lo que debemos cruzar en este momento de nuestra historia. La Cordillera hoy, es una grieta. Según cómo nos posicionemos frente a ella marcará un rumbo, para bien o para mal. Podemos convencernos de que es imposible, como Pueyrredón y desalentar a quienes procuran una salida. Pero también podemos decidir tomar el riesgo y hacer las cosas que no se han hecho antes. Pienso que en el fondo subyace la misma duda de siempre: ser rebaño que obedece o encabezar la marcha. Marcha que no es de la bronca (canción de protesta de Miguel Cantilo) que expresaba una dura realidad, felizmente superada. Estamos en democracia. Y desde ella, con sus reglas y principios, debemos emprender una marcha, pero hacia la reconciliación, el encuentro y la unidad.

En relación a la epopeya sanmartiniana, no es un cordón montañoso lo que debemos cruzar en este momento de nuestra historia. La cordillera hoy, es una grieta.

Volvamos al planteo de San Martín. ¿Qué es lo imposible pero necesario de lograr en esta argentina tan fragmentada y propensa a las descalificaciones?


Primero dejar de lado aquella costumbre de conducir con el espejo retrovisor. Mirar para atrás, echando culpas al pasado sin reconocer las propias, no es la mejor opción para cambiar la realidad. Son caminos que obstinadamente seguimos transitando, mientras la grieta se vuelve cada vez más profunda y la realidad nos abofetea. Esas son las mismas trajinadas sendas que siempre hemos recorrido. "Las cosas que no se han hecho antes son las tareas dignas de hoy en día", se lee en el poema de Guest. La prudencia marcará esos nuevos caminos de mesura y magnanimidad como metas que parecieran imposibles, pero ineludibles para avanzar en esta tarea de reconciliación y unidad. Nos falta transitar el camino de la prudencia política.


También como sociedad estamos en deuda con nuestro destino. Para cerrar la grieta que nos divide, hemos de hacer algo más que declamar. Muchos desde la fe decimos: "el otro es mi hermano"; algunos desde la política con justeza reclaman: "la patria es el otro" y hay quienes cantan: "el universo se expande con amor, con tu fuerza y compasión, mejor ver al otro como te ves a vos" (Los Cafree) Sin embargo, dado el nivel de intolerancia y violencia verbal hacia quienes piensan distinto, pareciera que las palabras no construyen realidades.


Llevamos más de dos siglos andando por caminos de rivalidades irreconciliables, que han marcado nuestro ethos cultural. Tal vez sea el momento de desafiar nuestra propia historia e internarse por sendas donde no hemos estado. Claro que es más fácil pararnos en nuestras diferencias y poner al distinto en la vereda de enfrente. Pero es más humano, aunque más arduo, bajar de nuestro pedestal y caminar junto al otro.


Pienso nuevamente en el General San Martín y su titánica proeza. Y su ejemplo se me vuelve cada vez más imperioso. Caminar juntos tal vez parezca imposible, pero es absolutamente necesario. Para ello necesitamos determinación y audacia. El coraje no sigue sendas trilladas.

Por Miryan Andújar
Abogada, docente e investigadora
Instituto de Bioética de la UCCuyo