A tres años del mega-terremoto ocurrido en Chile, el 27 de febrero de 2010 y que alcanzó los 8,8 grados Richter, la red que monitorea los movimientos telúricos administrada por la Universidad de Chile sigue registrando réplicas de mediana intensidad, que en ocasiones se presentan en forma de series de sismos, que inquietan a la población y que demuestran la real magnitud que tuvo el terremoto de origen considerado uno de los más grandes y destructivos de la historia, al incluir un tsunami que también afectó a pueblos costeros e isleños.

Su epicentro fue localizado en la localidad chilena de Cobquecura, en la región de Maule y Biobío, a unos 700 kilómetros al Sur de Santiago, y provocó medio millar de víctimas fatales y unas 800.000 personas damnificadas, principalmente por haber perdido sus viviendas. También hay que considerar los daños en obras de infraestructura que ocasionaron millonarias pérdidas para el país trasandino.

La última serie de temblores identificados como réplicas tardías tuvo lugar entre fines del año pasado y principios del corriente, con 23 sismos de entre 4,4 grados y 5,2 grados. Una secuencia similar se había registrado en noviembre último y no se descarta que próximamente se sigan sucediendo estos movimientos. Precisamente esto es lo que llevó a las Autoridades de la Oficina Nacional de Emergencias de Chile (Onemi), en diciembre último, a efectuar un llamado a la población para que esté preparada ante la eventualidad de un fenómeno mayor, que puede acontecer en cualquier momento, advertencia que sigue vigente.

Las réplicas del terremoto de 2010 se comenzaron a suceder inmediatamente después del sismo. El movimiento principal ocurrió a las 3.34 hora local y tuvo una duración en la zona del epicentro de cerca de 6 minutos, mientras que en Santiago de Chile se percibió durante 3 minutos y 25 segundos. La onda sísmica se extendió por todo el Cono Sur pudiendo percibirse en ciudades ubicadas en el extremo Este del continente, como Buenos Aires y Sao Paulo, en Brasil. En nuestra provincia, el sismo se produjo en momento de la celebración de la Fiesta Nacional del Sol, durante uno de los espectáculos artísticos en el Predio ferial que había reunido a miles de personas. El movimiento generó inquietud entre el público que, afortunadamente, se comportó con un grado de conciencia sísmica ejemplar, evitando una posible tragedia.

En las primeras 24 horas transcurridas ya se habían contabilizado más de un centenar de movimientos. Como consecuencia de estas réplicas, muchas de las casas que habían quedado dañadas por el terremoto principal colapsaron definitivamente.

La más fuerte de todas las réplicas fue la del 25 de marzo del año pasado, con una magnitud de 7,1 en la de Richter y VIII en la Escala Marcalli. Este movimiento fue a las 19.37. por lo que tuvo un gran impacto en la población que a esa hora se encontraba realizando diversas actividades en los centros urbanos chilenos.

El terremoto de 2010, por sus características ha dado lugar a diversos estudios vinculados a sus consecuencias. La Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Beauchef de la Universidad de Chile, difundió el año pasado un informe elaborado por más de 30 investigadores con importantes revelaciones. En el documento se explica que existió una inusual duración del tsunami y la licuefacción de los suelos superó las estimaciones.

Respecto del tsunami, el terremoto produjo un maremoto que tuvo entre 7 u 8 "ingresiones” importantes en el mar, las que se extendieron por más de cuatro horas. Se destaca además, que la línea de la costa de Chile manifestó importantes variaciones, provocando desplazamientos de metros de distancia hacia el Oeste y un desnivel en la vertical que fue de hasta 3m, con zonas que ascendieron y otras que descendieron con respecto al nivel del mar.

Con relación a la licuefacción se aclaró que es un proceso de pérdida de resistencia de ciertos tipos de suelos, que están saturados en agua y cuando son sometidos a la sacudida de un terremoto, fluyen como un líquido a causa de un aumento de la presión de los poros. La pérdida de resistencia del suelo hace que las estructuras sean incapaces de mantenerse estables y sean arrastradas sobre las masas de suelo líquido.

El informe también señala que el terremoto del Maule, como la mayoría de los grandes terremotos del pasado ha dejado importantes lecciones y desafíos, sin embargo, en esta oportunidad este sismo inició la demolición de importantes paradigmas de la sismología y de la evaluación del peligro sísmico en la ingeniería.

Por ello en el documento se tratan los desafíos del diseño sísmico, el comportamiento de edificios de hormigón armado, el comportamiento de la albañilería e instalaciones industriales y sanitarias, y las fallas sísmicas de puentes. El texto incluye además el desafío que significa la reconstrucción habitacional.