En los dos últimos siglos, el hombre ha tenido que aprender más y más sobre cómo manejar el conflicto, debido a que la especie humana ha crecido numéricamente y ha desarrollado armas más destructivas, configurando una espiral de violencias y contra violencias sin precedente. Somos parte de una escalada de actos de intolerancia, corrupción, marginación y discriminación, presenciamos modelos y estilos violentos de convivir, gobernar y educar, modelos y estilos que se caracterizan por el castigo, la discriminación y la intolerancia que lleva a la confrontación.

Regularmente, esa intolerancia hace que el conflicto entre en crisis y se dispare. En este proceso la incompatibilidad de intereses, posiciones, necesidades, deseos y/o valores en pugna, son aspectos inherentes a la condición humana, lo que nos lleva a afirmar que el conflicto es consustancial al hombre como ser social, pero lo que es necesario cambiar es la forma de abordar y transformar el conflicto.

De todas formas hay que considerar al conflicto como algo positivo, dado que en la discusión de ideas, el análisis de alternativas y la búsqueda de soluciones genera un crecimiento holístico, que permite generar cambios, y si se maneja de manera positiva engendra un proceso creador de aprendizaje que permite entender al otro y entenderse asimismo.

En función de lo expuesto, puede sostenerse que las posiciones sectarias generan intolerancia, discriminación, desigualdad, exclusión social y cultural, convirtiéndose en factores que impiden que el conflicto se canalice generando fórmulas que nos permitan vivir juntos.

Para contrarrestar esta desafortunada tendencia, cada sociedad necesita entrenar mejor a sus miembros en las formas de alcanzar acuerdos a través de la cooperación y la persuasión. Puede a partir de ésto reiterarse que las instituciones sociales, entre ellas la escuela, deben enseñar a sus miembros cómo asumir la conducta conflictiva sin dañar a otros; es por lo tanto primordial formar a los docentes y alumnos para manejar de manera efectiva la comunicación y la mediación.

Igualmente la sociedad civil requiere del desarrollo de organizaciones que operen como válvulas de seguridad, debiendo asegurarse de que estos actores existan, y estén ahí disponibles para ayudar cuando el conflicto está emergiendo y escalando. De ahí surge la necesidad de la Mediación Comunitaria, y la creación de Centros de contención en este sentido.

Algunos autores consideran que es un error pensar que en el conflicto hay sólo dos lados enfrentados. En toda confrontación, hay siempre un tercer lado -los terceros- que sufre los efectos de la escalada del conflicto.

Poco a poco, la confrontación entre los lados tiende a producir una polarización de la red social en la que están insertos los dos lados de la pelea. En esa polarización, el único camino visible conduce a más violencia. El enfrentamiento arrastra a quienes se sentían originalmente fuera del conflicto, a los miembros del tercer lado.

Muchas veces, los miembros del tercer lado sufren los efectos destructivos del conflicto de una manera más grave que los mismos lados enfrentados, ejemplificando que por cada guerrillero caído, mueren entre 4 ó 5 civiles, por cada divorcio violento sufren hijos, padres y hermanos, por cada enfrentamiento entre bandas se pierden vidas y bienes de muchos inocentes.

En función de lo cual puede afirmarse que se quiera o no, un conflicto involucra y afecta a todos los que están conectados de manera directa o indirecta a él. Por lo tanto existe una responsabilidad compartida frente a la explosión violenta del conflicto, pudiendo prevenirse si se canaliza y se buscan caminos alternativos al enfrentamiento violento, y ese camino es la mediación en cualquiera de sus ámbitos y modalidades.

Entendiendo la mediación como un refugio para todos aquellos que, ante un conflicto, buscan a través de ella una solución pacifica, y los mediadores somos especialistas, nuestra misión es mediar, facilitar el diálogo para que las partes involucradas en un conflicto puedan llegar a un acuerdo justo, una solución negociada que satisfaga a todos los involucrados.

La mediación es un método alternativo para la resolución de conflictos. Es una opción a considerar porque ahorra tiempo y gastos, reduce las incertidumbres ya que permite a las partes involucradas crear las soluciones que necesitan, respetando siempre sus intereses individuales. Los acuerdos que se firman en una mediación, tienen todas las características de un contrato, es decir que tienen toda la fuerza legal necesaria para exigir su cumplimiento y/o penalización en caso de incumplimiento.

La alternativa está al alcance de todos, sólo hay que dar el primer paso. La ocasión hay que crearla, no esperar que llegue.