San Juan debe recrear áreas verdes para ir ganando terreno a un desierto implacable que avanza cada vez más rápido.


Las exiguas campañas oficiales de forestación que se han venido realizando en las últimas décadas en la provincia han sido determinantes para que los oasis emplazados en los valles cordilleranos y precordilleranos carezcan del esplendor que deberían tener en la actualidad. La política forestal que se viene impulsando desde comienzo del presente siglo no ha logrado una transformación acorde a las necesidades que tiene San Juan de recrear áreas verdes para ir ganando terreno a un desierto implacable que avanza apenas encuentra las condiciones adecuadas como las que proporcionan las talas masivas o el descuido en la conservación y mantenimiento del arbolado, tanto del que ha sido plantado por el hombre como el que es autóctono. El problema del riego que se ha planteado recientemente no debería ser excusa de la deforestación, ya que siempre han existido diversas alternativas para mantener los árboles, siendo inadmisible que se los abandone por esta causa dejándolos secar. 

Tarea oficial

La Secretaría de Estado de Ambiente y Desarrollo Sustentable, a través de su área de Forestación, es el organismo específico responsable de la planificación de las campañas oficiales que hasta ahora no han alcanzado a descollar respecto de la cantidad de ejemplares que necesita la provincia ni en la promoción de la conciencia forestal que hace falta inculcar en todos los ámbitos, lo que es básico para que la forestación avance en todos los terrenos. 


Más allá de que el organismo oficial esté abocado actualmente a la tarea de licitar la compra, a viveros locales, de un total de 10.000 árboles para ser plantados en el Gran San Juan, a lo que se suma la elaboración de un Plan maestro de gestión del arbolado urbano que incluye un inventario de árboles y relevamiento del sistema de riego en cinco departamentos, y la elaboración de una nueva ley del arbolado público, como lo ha informado el titular del área, licenciado Raúl Tello, es claramente perceptible que todas estas acciones no alcanzan para revertir una situación que tiende a empeorar en la medida que la superficie verde de los valles se está reduciendo progresivamente. 


Basta comprobar que a pesar de las prohibiciones, hay talas de árboles por todas partes, tanto del arbolado público, como privado, en zonas urbanas y rurales. 


Campaña de forestación

Según estimaciones, para llevar a cabo una auténtica campaña de forestación debería considerarse al menos 1 millón de ejemplares, y para esto se tendría que contar con los viveros provinciales y municipales en plena producción a fin de que aporten variedades adecuadas para la provincia como el chañar, el tala, el algarrobo negro, el caldén y la brea. Entre los arbustos está la jarilla, el arrayán, el molle, retamo y el cotoneaster.


La necesidad de planificar cuidadosamente una campaña forestal va más allá de considerar solamente el arbolado urbano. Hay que tomar a toda la provincia como una unidad y establecer convenios de colaboración con escuelas agrotécnicas, de la zona de frontera, y otras instituciones vinculadas con la conservación del medio ambiente, para que alumnos e integrantes de esas instituciones participen activamente, en sus respectivas zonas de las tareas de plantar diversas especies que se ajusten a cada lugar. También hay que tener muy en cuenta los sitios donde focalizar esas campañas optando por zonas de humedales, localizadas en los departamentos de Sarmiento y Zonda, o zonas áridas ubicadas en las inmediaciones de centros urbanos. 


El seguimiento de las nuevas forestaciones es fundamental para garantizar el éxito y en ello no hay que olvidar las tareas de fertilización de cada planta.

Necesidad de más superficie verde

Es un hecho que San Juan necesita de una mayor superficie verde, tanto para promover la actividad turística como para mejorar la calidad de vida de los habitantes, que incluye la recuperación de los suelos para destinarlos a los cultivos o para que el desierto no siga avanzando inexorablemente. A la parte agreste, que por sí sola posee una belleza natural, hay que contraponerle más superficie verdes que es lo que mucha gente busca para recrear su espíritu.


Un plan serio de forestación debería fijarse como meta, al menos, el año 2022 y una serie de acciones tendientes a contar con los árboles necesarios, una distribución adecuada y una planificación de los lugares apropiados que contemplen posibilidades de riego, para que los proyectos no fracasen. En este sentido son importantes los planes a futuro para una mayor forestación, pero es también importante comenzar a ejecutarlos en etapas previas que permitan ir recuperando el arbolado existente.

Por Alfredo Correa 
DIARIO DE CUYO