Erich Froom y el "miedo a la libertad''.

Por Orlando Navarro - Periodista

Hoy festejaremos el 9 de Julio. El Día de la Independencia, que significó para nosotros habernos desprendido de los poderes externos. Así, al menos, es lo que se nos ha inculcado desde chiquitos. Pero, en verdad, la vida me ha hecho cuestionarme si realmente somos independientes, si los argentinos hemos profundizado aquella conquista de 1816 y nos hemos parado frente al mundo como una nación emancipada, libre y soberana.


Puede decirse que el siglo XIX fue el siglo de las independencias en la América latina. Argentina en 1816, Bolivia en 1825, Brasil en 1822, Chile en 1818, Colombia en 1810, Ecuador en 1822, por mencionar algunos casos. El siglo 20, al contrario, fue el siglo de los totalitarismos, que hizo eclosión después de la primera guerra mundial y que fueron aparentemente vencidos luego de la segunda. Digo aparentemente, porque veo que quedó muy enquistado en ciertas sociedades e individuos en particular, ese deseo irrefrenable de apoderarse de las libertades ajenas y someterlas a sus ansias de poder.


Parece ser el efecto colateral, indeseado, de la libertad. Se dice que el hombre, al darse cuenta que puede decidir por sí mismo,siente, o le hacen sentir, que entra en terreno amplio, de infinitas posibilidades, pero no sabe bien qué hacer con él. Empieza a desarrollar un sentimiento de inseguridad y miedo por lo que vendrá, por las acciones negativas que pueden ejercer sobre él factores externos que no puede controlar, y cae en un estado de ansiedad y desesperación frente a lo desconocido. Y, lo que es peor, le hace añorar los tiempos en que otros decidían por él, cuando el futuro les estaba condicionado por fuera de su voluntad, pero que al no tener que preocuparse por él, porque es otro el que se lo maneja, se sentía menos libre pero más seguro.


Ese "miedo a la libertad'', que tan bien ha descripto Erich Froom en el libro que lleva ese nombre, es aprovechado por otros, cuya ambición de poder los lleva a ofrecerse como soluciones para esa inseguridad creciente de los individuos. Se apodera de sus posibilidades de desarrollo individual, porque teme lo que pueda hacer o pensar desde su condición de hombre libre. Miedo o inconveniencia, a que ese individuo aprenda a desenvolverse por sí mismo. Entonces lo interviene, lo regula, pugna por convencerlo que debe dejar en sus manos el problema que lo angustia. Ese y no otro, es el origen del populismo y su derivado principal, la demagogia, causa del atraso de nuestra nación y de gran parte de las naciones de América Latina. Setenta años he vivido para comprobarlo.


Desde la cuna, a veces inconscientemente, vamos preparando un ser apto para ser sometido. Dice Charly García en algunos párrafos de una canción que "cuando comenzamos a nacer, la mente empieza a comprender que vos sos vos y tenés vida. Tienes una boca para hablar y comenzás a preguntar y conoces a la mentira. Con tus piernas vas a caminar, pero te empiezan a encerrar y te quedas con tu rutina. ¿Y que vas, y que vas a hacer? uno se cansa de correr''. Interpreta el hombre que la libertad es inmanente a su persona, porque viene con él, pero al poco andar, cuando quiere aprender a caminar, lo empiezan a encerrar, en un corralito por ejemplo, o le dan una tablet, y va entendiendo torcidamente como es la cosa. Conoce la comodidad de la rutina, y es un hábito del cual no podrá escapar incluso en su vida adulta, si no llega a darse cuenta que el "sol (la libertad) está, no es de papel, es de verdad'' y que puede y debe enfrentar la existencia con el pleno desarrollo de sus capacidades.


Ser independientes, un país, un hombre, es un ejercicio que no se agotó en aquél acontecimiento de Tucumán, sino que debe renovarse cotidianamente. Darse cuenta, es la clave.