En la vigilia del Forum mundial de Davos, que reúne a los principales líderes de la economía y las finanzas y que por primera vez ha contado con la presencia del presidente de China, la agencia no gubernamental Oxfam, puso al descubierto las desigualdades sociales.

En un mundo que cambia velozmente y que se prepara con preocupación a vivir la era Trump, se encienden los reflectores sobre el crecimiento de las desigualdades. Cuando son desigualdades de oportunidades, se convierten en factor clave por el cual el mundo no logra salir de la pobreza extrema.

El dato más llamativo del Informe "Una economía para el 99%", es que ocho supermillonarios poseen ellos solos la misma riqueza neta (426 mil millones de dólares) que la mitad de la población más pobre del mundo: más de 3 mil millones de personas.

El año pasado, los millonarios con mitad del patrimonio mundial eran 62, y 388 en 2010. La concentración de la riqueza se va acelerando. 
¿Por qué la Iglesia se preocupa por este tema? Porque nada de lo humano le es ajeno (GS 1) Jesús cargó en sus hombros el dolor del mundo, para redimirlo y curarlo. Los Pastores no dan recetas técnicas, pero sí luces y energías, orientaciones y pautas para la solución de problemas humanos.

Desde 1980, la producción alimenticia mundial se ha triplicado. Hay alimentos para todos, y sin embargo no todas las mesas están servidas. Algunas pautas para "achicar" la brecha: 
a) Globalizar la solidaridad. La búsqueda de la mayor eficiencia en la gestión de los bienes y servicios es clave.

"La paz es el fruto de la solidaridad" decía Juan Pablo II. Comienza en el corazón de cada uno. El consumismo es generador de insatisfacción permanente y -aporte de Z Bauman- creador de "lugares" (mall, shoppings, etc) y "no lugares" (para residentes irrelevantes temporarios, espacios sin personalidad ni pertenencia, pensiones, galpones, asilos, terminales de transportes, autopistas, villas, etc).

b) Una mayor aplicación de la justicia social, exigida por el destino universal de los bienes creados. "Sobre toda propiedad privada, graba una hipoteca social" solía repetir Juan Pablo II. Hay que favorecer inversiones productivas en países necesitados. Z. Bauman dice que "el capital se queda si ve que puede irse cuando quiera". 

c) Reconocimiento de los pobres a la construcción de la democracia: "Será necesario abandonar una mentalidad que considera a los pobres -personas y pueblos- como un fardo o como molestos inoportunos, ávidos de consumir lo que otros han producido" (Juan Pablo II, Centesimus Annus 28). 

d) Combatir las "estructuras de pecado", por ejemplo el narcotráfico, la venta ilegal de armas, la trata de personas, el uso de niños para las guerras, etc. 

e) Cuidado del Medio Ambiente: no se puede pretender -a la vez- alimentar más bocas y debilitar la agricultura. En 50 años, la mitad de los bosques tropicales han sido arrasados. El planteo ecológico es un planteo social.

Porque hay una verdadera "deuda ecológica", particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico... El calentamiento originado por el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la tierra, especialmente en África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos... (Francisco, Laudato si' nº 51.) Aún existen casi mil millones de personas con dificultad en el acceso al agua potable.

El agua contaminada empeora los alimentos y causa enfermedades como el cólera y la diarrea.

f) La calidad institucional fortalece la tarea. Una democracia se juzga por la articulación que sabe encontrar entre libertad y solidaridad, gestión privada y políticas de estado. Los totalitarismos imponen una menor calidad de vida para los ciudadanos. La austeridad en el gasto público, la administración responsable, la inversión de ingresos a la tecnología de alimentos, la financiación internacional, son políticas estables que aseguran eficacia.

(*) Vicerrector de la Universidad Católica de Cuyo.