
Un tema controvertido y que preocupa respecto de nuestra tonada es la forma como se interpreta. Generalmente se critica el estilo llorón y poco cuidado. Debe reconocerse que es la forma habitualmente usada para expresarla, pero también señalar que hay numerosos intérpretes que hoy han tomado otro camino y la cantan de otro modo, con alma y vida, estilos pulidos y abandonando el viejo modo que suscita críticas justas.
Sin embargo, hace muchos años tuvo la provincia un modelo magnífico en doña Julia Vega, cantante de excepción, reconocida en todo el país. La Alondra de los Valles Huarpes la bautizaron con acierto y así quedó ponderada para la inmensa cultura popular.
En los años sesenta, albores de aquella formidable nueva ola de la música nativa que lideró la canción del Norte y luego del Litoral, doña Julia levantaba con orgullo y dignidad el blasón de lo cuyano en base a fundamentales tonadas interpretadas con alma y vida. Podría verse en ese estilo un formato similar a la música ciudadana, género donde priman los grandes cantantes y las versiones de gran calidad.
Por eso es legítimo recordar que no todo es lloro en la tonada. Desde hace mucho tiempo a esta parte muchos cultores la abordan con gran calidad, lo que impulsa a la gente a la conocida frase: "esta tonada si me gusta", cuando lo que se le ofrece no es una pieza diferente sino un modo diferente de interpretarla.
Muchas veces hemos debatido respecto de la preocupación a veces generalizada sobre por qué la tonada no es nacionalmente popular, y hemos opinado que no tiene por qué serlo, considerando que es un género intimista no festivalero, como son la baguala, el estilo, la vidala.
Es justo decir que Julia Vega cantó la tonada como nadie en esos tiempos. No digo diferente a todos, me animo a decir con más calidad, apegada a su respeto al arte que la distinguió.
En su pasional boca de alondra enamorada (porque el amor es tan dulce como tormentoso), una tonada se desgajaba en mieles, pero -fundamentalmente- en torrentes, arrebatos, fervores. Mostraba la romántica tonada (que siempre es una historia de amor) como aquellos temperamentales cantores de tango y eso no es poca cosa; siempre pensé que quien puede cantar bien un tango es sin duda un intérprete con todas las letras, porque el tango fue siempre un lugar para los grandes cantores.
En nuestro Cuyo musical contemporáneo puede señalarse numerosos ejemplos de grandes cantores que desde su maestría también prestigian la tonada. No daré nombres, para evitar algún olvido que suscite legítimos malestares, y la música no es un instrumento para doler sino un camino para la vida gozosa.
Por el Dr. Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete
