Desde hace tiempo se ha instalado en la sociedad la costumbre de enviar en la época de receso escolar a niños y adolescentes a lugares en donde los mismos puedan integrarse a un grupo social y realizar actividades recreativas, deportivas, acuáticas y de contacto con la naturaleza. De esta forma, en esta época son numerosas los clubes, gremios o sindicatos y emprendimientos privados que albergan las denominadas colonias o escuelas de verano.
Es bueno recordar que según algunos estudiosos de la Historia de la Educación Física, Argentina fue el primer país en América en instrumentar y crear las primeras colonias escolares.
Hace ya algunas décadas, especialmente con la recuperación de la democracia, se viene cuestionando el significado de la palabra "colonia". Algunos especialistas dicen que se trata de un lamentable error lingüístico. La Real Academia ofrece casi diez definiciones distintas, y vaya sorpresa ninguna se acerca o se asemeja a la idea de niños o grupos de jóvenes que realizan actividades recreativas, generalmente veraniegas, sumado a todo esto que en América Latina la palabra colonia no goza de aceptación, por aquello referido al colonialismo.
¿Es importante enviar un chico a una colonia de vacaciones? Deberíamos entender que hay otra educación que se vivencia fuera de las aulas, la llamada "no formal", la que se desarrolla en la casa, en el barrio, en la calle, en los clubes.
Las colonias de verano o invierno son oportunidades formativas, es una herramienta educativa y deberían utilizarse, en los tiempos que vivimos, para, fundamentalmente, promocionar seria y genuinamente valores sociales.
Permítame lector recordar lo que afirman y hablan algunos observadores de la realidad como psicólogos o filósofos. En este tiempo muchos niños y jóvenes son adictos a las pantallas y a los confesionarios portátiles en que se han transformado los celulares, pero no a la actividad física. El estar y participar de estos espacios lúdicos (colonia) lleva a que niños y adolescentes se alejen por lo menos unas horas de la pasividad, la quietud, el sedentarismo.
Los maestros y profesores observamos con atención la pérdida y la falta de una normativa ética en niños y adolescentes que nos impacta.
Las colonias, las escuelas de verano, los campamentos deberían apuntar a desarrollar principios éticos, a vivenciar valores y a cuidar la naturaleza. En este espacio todos los alumnos, docentes, profesores y familia deben empezar a perder el "individualismo" y comenzar a recuperar el "nosotros".
Todos deben repensar y tratar de que estos espacios formativos no se conviertan en un lugar lúdico o de pasatiempo nada más.
Es oportuno mencionar que estos espacios están organizados y conducidos por docentes del área Educación Física. Los profesores tienen en sus manos un potencial educativo enorme. Es esta oportunidad la que se repite todos los días en la colonia, la de "educar" en lo recreativo, lo deportivo, lo acuático, la naturaleza pero, fundamentalmente, "en valores" tales como las normas, el respeto, la solidaridad, cooperación, respeto a las diferencias, lealtad, diversidad, inclusión, tolerancia e igualdad, entre otros.
El Estado que promueve y organiza colonias como un servicio social sería bueno que aprovechase esta oportunidad para:
Promover la Educación en Valores. Evaluar y diagnosticar el estado de salud de niños, jóvenes y adultos. Datos que posteriormente le servirán para elaborar planes de salud. Promocionar hábitos de salud y nutrición. Ayudar, construir y mejorar la infraestructura deportiva de los centros, clubes en donde funciona la colonia. Promover y poner énfasis en la enseñanza de la natación como contenido prioritario en la vida de la colonia y practicar el cuidado del medio ambiente y la naturaleza.
Los participantes de la colonias o escuelas de verano aprenden a utilizar su tiempo libre, se alejan del sedentarismo, de los malos hábitos como el tabaco y el alcohol, mejoran su capacidad física, aprenden nuevos deportes, practican natación y juegos en el agua, realizan actividades estéticas expresivas, aprecian el arte, cuidan la naturaleza, se sociabilizan en los campamentos o salidas y fundamentalmente viven el respeto y la tolerancia.
Mantengamos a los futuros ciudadanos en movimiento y con una ocupación creativa durante el receso áulico. Tratemos que los jóvenes no estén tanto en las esquinas o calles deambulando o bebiendo. Tratemos de integrarlos dándoles oportunidades lúdicas.
Y como dice el profesor Oscar Incarbone, "hagámoslos mejores ciudadanos, alegremente, recreativamente, como jugando".
(*) Profesor Nacional de Educación Física.
