Lo que pasó el miércoles en Washington DC, cuando el presidente Donald Trump alentó tácitamente a sus seguidores a tomar las calles para revertir los resultados de las elecciones de noviembre de 2020 antes de dar marcha atrás y pedirles que se vuelvan a sus casas, fue un ejemplo clásico de un intento de "autogolpe" latinoamericano.


Yo he visto y escrito sobre muchos "autogolpes" en América latina en las últimas décadas. El más reciente que me viene a la mente es el del 2019 en Bolivia.


El llamado de Trump a sus seguidores para que se reviertan los resultados de las elecciones de 2020 debilitará el respeto de otros países por la democracia estadounidense, quizás por décadas. Además, hará que se ponga en duda la autoridad moral de los republicanos que apoyan a Trump para predicar la democracia en países como Venezuela, Cuba o China. ¿Con qué cara criticarán a las dictaduras, cuando apoyaron un intento de golpe de Estado en su propio país?

En 2019, el entonces presidente populista de Bolivia, Evo Morales, se postuló para un cuarto mandato. Era un presidente electo que previamente había cambiado la constitución, que originalmente le permitía servir sólo dos mandatos consecutivos.


Cuando Morales no logró una victoria en la primera ronda en las elecciones del 20 de octubre de 2019 y los observadores internacionales concluyeron que tenía que ir a una segunda vuelta, Morales pidió a sus seguidores que salieran a las calles. Sabía que lo más probable es que perdería una segunda vuelta, porque los principales candidatos de la oposición se unirían contra él.

"Estoy bastante seguro de que las instituciones democráticas de EEUU prevalecerán y el presidente electo Joe Biden tomará posesión el 20 de enero, lo que ha hecho Trump sienta un precedente terrible".

Al igual que Morales y otros demagogos populistas latinoamericanos, Trump ya había creado un culto a la personalidad alrededor suyo, ha sido un mentiroso compulsivo y ha usado la victimización como una estrategia política. Y ahora, ha sacado de la galera el último recurso del manual del dictador electo latinoamericano: el "autogolpe".


Muchos seguidores de Trump dicen, con razón, que el presidente tiene derecho a impugnar los resultados electorales. Claro que tiene ese derecho. Pero Trump lo ha ejercido, sin poder mostrar la menor evidencia de un fraude electoral masivo que podría haber puesto en duda la victoria de Biden. Incluso la Corte Suprema, a pesar de su mayoría conservadora y tres jueces electos por Trump, y casi 60 tribunales estadounidenses diferentes han rechazado las demandas de Trump para revertir el resultado de las elecciones de 2020.


¿Por qué Trump está haciendo esto? Obviamente, él sabe que el Congreso proclamará a Biden como el próximo presidente, porque hay suficientes demócratas y republicanos que creen en la democracia y el estado de derecho. Lo hace porque quiere dejar la presidencia como una presunta víctima y no como un perdedor, aunque eso signifique atentar contra la democracia de Estados Unidos.


Hasta ahora, los "autogolpes" eran un fenómeno latinoamericano. Ahora, gracias a Trump, son parte de la realidad de Estados Unidos.

Por Andrés Oppenheimer
Columnista de The Miami Herald y nuevo Herald, Miami, EEUU