Sigrid Undset ha sido una mujer tocada por los dones de Dios. Su voz nos llega desde lejos. Novelista y ensayista noruega nació en 1882 y murió en 1949. Obtuvo el premio Nobel de literatura en el 1928. "Ha venido a buscarme en el desierto": así Sigrid Undset, describe su encuentro con Cristo. Fue el momento determinante de su conversión al catolicismo, pasados los 40 años, culminada en 1924 durante un viaje a Montecassino, Italia, después de haber seguido los consejos del padre Karl Kjelstrup. Toda conversión es una innegable "flecha" de la Gracia, pero Undset confiesa que entre los signos tangibles de su cercanía al catolicismo se halla el de la "solidaridad humana absoluta entre las células vivas del cuerpo místico de Cristo"; está la convicción que "Dios nos ha salvado tomando nuestra carne y nuestra sangre".

Hablamos de una conversión no romántica -en el sentido estético-, ni filosófica. Más bien un camino espiritual e intelectual, dominado por un fuerte "agustinismo", cuando ha podido experimentar el despertar de la "realidad de la eternidad y del espíritu, y de la provisoriedad del tiempo y de los fenómenos". En el libro "La zarza ardiente" (1930) quedará el reflejo de esta conversión.

Undset es autora entre otros de "Cristina. La hija de Lorenzo". En las páginas de esta su más alta obra se puede leer: "Entonces a Cristina se le descubrieron en toda su verdad las palabras de la enseñanza divina. Un reconocimiento infinito le hinchaba el corazón, porque ahora sentía que, no obstante todo, su alma inquieta se iluminaba claramente de los reflejos del amor que había encendido el alma del padre: calmo y luminoso como el cielo al límite del lago".

Pero revisemos su vida, y así entenderemos mejor su itinerario espiritual. Nacida en Kalundborg, Dinamarca, de madre danesa y padre noruego, cuando fallece su padre, celebre arqueólogo, Sigrid que apenas contaba con 11 años, debe dejar los estudios y emplearse en una empresa de comercio de Oslo. Diez años dura este trabajo, hasta cuando publica dos de sus primeros libros (Madame Marta Oulie en 1907, y La edad más bella el año sucesivo) y ahí decide dedicarse enteramente a la escritura. El amor humano, el ser mujer y la familia, son sus primeros, y permanentes temas.

Durante un viaje a Roma encuentra el pintor Andrea Svarstad y se casa en 1912, pero decide dejarlo, madre de tres hijos, en 1919. Antes del gran evento de 1925, desde "Pobres destinos" (1912) hasta su obra clave "Cristina, la hija de Lorenzo" (la trilogía del 1920-1922), Undset transcurre por el mundo de las antiguas sagas nórdicas y llega al mundo contemporáneo, quedando en firme una idea profunda y severa de la vida interior, la defensa de las peculiaridades femeninas y la concepción religiosa de la vida.

Después de la primera guerra mundial, Sigrid retorna formalmente al catolicismo romano. La cuestión religiosa está ya al centro de su inquietud literaria; el drama de la conciencia que se imprime en sus páginas: la antítesis entre el amor de sí y el amor a Dios, eternamente actual en el alma humana. Vive un tiempo de inicial agnosticismo, aunque haya nacido y crecido en ambiente luterano, que la lleva a no creer en Dios, negando la divinidad de Cristo ("genio religioso", pero no más), considerando la Iglesia una "pintoresca ruina" y la religión un "evento al gusto de cada uno".

Siguen después los años de dudas tormentosas, estudios apasionados y de descubrimientos intelectuales, ideales, especulativos y espirituales. Poco a poco descubre la presencia del catolicismo en la Noruega del bajo medioevo; no fueron las empresas de los vikingos, sino los contactos con la Europa cristiana y la asimilación de esa civilización evangelizada, que la integran con el resto del continente.

Hasta que se desata la segunda guerra mundial, la vida de nuestra escritora es de gran serenidad. Novelas de tinte histórico, nuevos ensayos, una obra autobiográfica y otras de memorias.

El evento bélico mundial la deja casi muda. Luego que se da la ocupación alemana en Noruega en abril de 1940 -ya desde los años ’30 era una fuerte opositora de Hitler- es obligada al exilio, primero en Suecia, después en Estados Unidos. Pierde un hijo en guerra y una hija por enfermedad. Cuando vuelve a Noruega, en el 1945, vive aún cuatro años, pero sin escribir una sola palabra.

Sigrid Undset nos deja el fresco aire de una mujer culta, convertida y enamorada de Dios y de la vida. Y ese es el sabor de sus páginas.