La enseñanza se construye con el mérito. El mérito, sustenta la educación y por el mérito se alcanzan las metas, los objetivos y se cumple una misión. El mérito contiene dos caras visibles, una el esfuerzo y la otra el sacrificio.


Nuestra patria se ha construido y enriquecido con el mérito de grandes personas que ha dado la historia como Sarmiento, San Martín, Belgrano, Illia, Fangio, Favaloro, por citar algunos.


A partir de un valor o cualidad es posible marcar un antivalor o bien, una cualidad opuesta del mismo; pero del mérito, no se puede predicar una oposición tal que genere un valor, puesto que si hacemos referencia al término como sustante, sustantivo o sustancia, o se tiene o no se tiene, se posee o se carece de él. Entonces, esencialmente el mérito es una cualidad de lo bueno de lo cual no puede decirse lo contrario.


Meritocracia es un término cuyo origen etimológico une dos raíces, una latina sobre merecimiento y otra griega sobre gobierno. Pero como tal, la meritocracia no existe pues hay una imposibilidad intrínseca en el término de ser algo de mérito, es decir, es lo que es, nada de mérito y no puede ser, lo que justamente no posee.

Cuando se utiliza el término meritocracia, lo que se hace es ver en forma despectiva un valor... Los méritos se obtienen porque de quien procede, procede como una categoría de virtud.

El término meritocracia, es una ideologización, es decir que quien la sostiene tiene un resentimiento de imposibilidad de ser y por lo tanto, no será, es decir, no tendrá mérito alguno. Entonces, quien sostiene la meritocracia como pensamiento es porque deforma lo que ya tiene forma y no puede ser otra cosa. Aclarando: decir de la meritocracia, reclama y apunta a quien la sostiene como envidioso de lo que otros son o logran y no pueden por sí, alcanzar, por lo que los califica de mediocres, es decir, no pueden obtener un valor.


La Iglesia y la política también han hablado sobre el mérito. En el caso del Papa manifestó: "Quien busca pensar en el propio mérito fracasa. Quien confía con humildad en la misericordia del Padre, como último, igual que el buen ladrón, se encuentra en primer lugar". Quien razona con la lógica humana, la de los méritos adquiridos con la propia habilidad, pasa de ser el primero a ser el último. En cambio, quien se confía con humildad a la misericordia del Padre, pasa de último a primero (cfr. Mt 20, 1-16). Por su parte, Alberto Fernández sostuvo: "Lo que nos hace evolucionar o crecer no es verdad que sea el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años. El más tonto de los ricos tiene más posibilidades que el más inteligente de los pobres".


Jesucristo como Dios, puso en servicio, para la salvación del hombre, sus propios méritos. ¿Es que acaso Jesús de Nazareth fracasó? Respondemos: por los méritos de Cristo el hombre ha sido salvo, es más cumplió con el mandato del Padre.


En un instante de vida o durante toda su vida el hombre debe hacer mérito pues el mérito es un valor apartado de toda lógica humana, pues, si el hombre pone en servicio sus capacidades o habilidades por los talentos que posee, esto es, por adquiridos mediante su esfuerzo o sacrificio y justamente esta cualidad está en quien trabaja y crece. 


Ajustadamente el ciudadano, es el último, el servidor, el que se ocupa, "el obrador", el siervo del gobernante que tiene el poder o de aquel que rige el espíritu. El que realmente, se hace el último, el ciudadano, sin importar su condición y no espera ser reconocido porque su reconocimiento es por su trabajo y el trabajo dignifica al hombre es,... "como una dedicación normal en favor" del justo bien: en este caso, por el bien que corresponde a las necesidades y a los méritos de los hombres de trabajo" (San, Juan Pablo II, 1981 "Laborem Exercens ES 20")

Por Mario Daniel Correa D'Amico
Profesor, filósofo y pedagogo. Analista político con doctorado y diplomatura en paradigmas.