Por Dr. José Juan García

El ‘sí’’ a la donación de órganos es signo de madurez personal y colectiva; es dar vida desde la propia vida. Hoy, los países en general adoptan esta práctica ya como algo asumido. Italia por ejemplo, es líder mundial, con más de 400 intervenciones al año y donantes de edad cada vez mayor gracias a los avances clínicos. Pero fue necesario un cambio cultural, de perder el miedo y aceptar la donación de órganos como un bien en sí. El primer trasplante de corazón en la península itálica fue el 11 de noviembre de 1985, marcando así un cambio de rumbo en la medicina.

La ya casi leyenda del médico Christian Barnard, tiene ganado su lugar, pues fue el primero que se atrevió a cruzar esta frontera que parecía sobrehumana. Era el 3 de diciembre de 1967 cuando el cirujano sudafricano de treinta y cinco años intentó en una mujer y un hombre lo que hasta entonces solo había intentado en perros, babuinos y chimpancés.

La noche anterior, una madre y su hija de veinticinco años, Denise Darvall, habían llegado a urgencias del Hospital Grote Schuur de Ciudad del Cabo – África- tras ser atropelladas por un coche al cruzar la calle. Ya no había nada que se pudiera hacer por la madre. Se hizo todo lo posible por su hija, pero el traumatismo craneoencefálico de la joven era irreversible. Su corazón, sin embargo, seguía latiendo. Las condiciones ideales para la idea llena de coraje de Barnard.

Doce minutos después del paro cardíaco de Denise, Barnard, al frente de un equipo de treinta médicos y enfermeras, extrajo el corazón de la joven para trasplantárselo a Louis Washkansky, de 54 años. La operación duró nueve horas. El receptor, que ya se encontraba en estado crítico, sobrevivió solo 18 días, pero allanó el camino para el segundo trasplante, un mes después.

El corazón de un hombre negro, Clive Haupt, fue trasplantado a un hombre blanco, el dentista Philip Blaiberg, quien vivió 19 meses. Al año siguiente, la primera mujer negra en recibir un corazón fue Dorothy Fisher, quien vivió doce años y medio. A partir de entonces, el éxito de los trasplantes de corazón (y de otros órganos) siguió en aumento.

El rechazo de órganos por parte del sistema inmunitario se contrarrestó cada vez más. Sin embargo, tuvieron que transcurrir décadas para que esta intervención se adoptase y fuese aprobada por los Ministerios de salud de los diversos países.

Italia lidera

Cuarenta años después, Italia lidera el mundo en tasas de trasplante de corazón. En 2024, se realizaron 413 trasplantes de corazón en los veinte centros autorizados: un aumento del 13 % con respecto a 2023 y un impresionante 38 % con respecto a 2022. Y este año, la cifra sigue aumentando: en los primeros diez meses de 2025, se realizaron 376 trasplantes de corazón, un 8,9 % más que en el mismo período de 2024. Esto representa un nuevo, inesperado y virtuoso ‘efecto Nicholas’’, término acuñado en honor al niño estadounidense asesinado el 1 de octubre de 1994, a los siete años, en la autopista Salerno-Reggio Calabria por disparos de una banda de asaltantes. Fue sometido con éxito al trasplante, también gracias al ‘sí’’ rotundo de sus padres.

Buenas perspectivas para Argentina

En nuestro país se camina con buena perspectiva en este sentido: en lo que va de 2025, se han efectuado 50 trasplantes de corazón con 161 en espera, según datos que aporta el INCUCAI.

Hoy en día, es posible trasplantar un corazón a pacientes mayores precisamente porque la eficacia de la terapia de trasplante es cada vez más evidente y las capacidades clínicas de la red para manejar complicaciones y comorbilidades han aumentado.

Otra innovación crucial que ha contribuido al incremento de los trasplantes ha sido la posibilidad de utilizar corazones de donantes con muerte cerebral, pacientes cuyos órganos se extraen para trasplante después de que su corazón haya estado parado durante varios minutos.

Esto ha aumentado la posibilidad de donación y trasplante.

Hemos de incentivar la ‘cultura’’ de la donación de órganos. Nunca un corazón late mejor que cuando, fundido en otro cuerpo, sigue dando vida y sentido. Fue Juan Pablo II, quien desde 1990, comenzó con varios Discursos en favor de la donación de órganos, animado así toda una corriente de solidaridad efectiva.