Por Claudio Fantini – Periodista y Politólogo
Los números muestran una reveladora paradoja. El domingo pasado, por primera vez se impuso en las urnas una fórmula encabezada por el Partido Comunista. Pero en el ballotage parece inexorable la consagración del primer presidente ultraderechista de la democracia chilena. Es lo que predice el errático oráculo de las encuestas. Y si la predicción es correcta, la política tendrá en Chile un zigzagueo de vértigo.
El Partido Comunista había integrado la Unidad Popular que llevó al poder al socialista Salvador Allende en los ’70, y ahora integra la coalición de centro que incluye a la democracia cristiana y que encabeza el Frente Amplio, de Gabriel Boric. Pero el domingo 15 fue la primera vez que ganó una votación encabezando la coalición que integra.
Del mismo modo, de cumplirse el vaticinio de las encuestas y sondeos, el ballotage convertirá a José Antonio Kast en el primer líder ultraderechista que llega a la presidencia a través de las urnas.
Por cierto, el general Augusto Pinochet era ultraconservador y de extrema derecha, pero no llegó al poder por las urnas, sino por un golpe de Estado, y cuando hizo el referéndum en 1988 para legitimar su permanencia en el poder, el voto mayoritario lo rechazó.
Jeannette Jara es la primer dirigente del Partido Comunista que gana una elección, y al cabo del proceso electoral, ballotage mediante, José Antonio Kast será, muy probablemente, el primer presidente de extrema derecha de la democracia chilena.
Un zigzagueo político que revela la intensidad de las veredas que polarizan a la sociedad.
El es que con la candidata oficialista pasa algo similar a lo que le ocurrió a Carlos Menem cuando buscó un tercer mandato. Todo evidenciaba que sería el ganador de la primera vuelta, pero también que quien entrara en segunda posición, sea quien fuere, lo derrotaría en el ballotage. Tan claro estaba esa particularidad de aquel proceso electoral, que Menem renunció a presentarse en la segunda vuelta y dejó a Néstor Kirchner como presidente habiendo salido segundo en la única votación que hubo.
Ese parece ser el desenlace del actual proceso electoral chileno, aunque Jara no cometería la trapisonda ética de no presentarse al ballotage. Si las urnas de diciembre lo confirman, la pregunta es por qué se desgastó tanto la imagen de Gabriel Boric y de su gobierno, llevando al oficialismo hacia una derrota.
Probablemente, la descripción de su mandato presidencial como ‘un fracaso’’ no es la más adecuada. Proviniendo de un movimiento estudiantil contestatario que forjó sus liderazgo en protestas callejeras, la centroderecha y la derecha deben reconocerle a Gabriel Boric no haberse radicalizado y haber mantenido su gobierno en el terreno de la moderación y el respeto a la oposición.
Su mayor problema fue el estancamiento de la economía, en alguna medida vinculada a la reducción significativa de la inversión en el terreno de la minería. Esa caída de la inversión se explica por los controles y regulaciones que incorporó el gobierno a la actividad minera para minimizar daños ambientales.
Que la consecuencia sea negativa para la inversión no implica que la causa sea criticable. En general, el conservadurismo de líderes como Trump, Milei y Bolsonaro es negacionista del cambio climático y fomenta las energías fósiles y todo tipo de actividad minera sin controles ni cuidados que encarezcan la producción reduciendo la rentabilidad. Pero el calentamiento global existe y el peligro de que corre la biósfera es más grave que la reducción de ganancias.
La otra razón que desgató el gobierno y fortaleció el discurso de mano dura de la derecha, es el aumento de la inseguridad, aunque las estadísticas de Chile siguen resultando envidiables para el resto de la región.
Finalmente, el fracaso del proceso para reemplazar la constitución heredada de la dictadura por una constitución de la democracia, impactó contra la imagen de Boric, aunque tanto la izquierda como la derecha ideologizadas son corresponsables de que los proyectos de carta magna elaborados por dos asambleas constituyentes hayan sido rechazados debido a sus desbordes ideológicos, primero hacia la izquierda y después hacia la derecha.
Respecto al fracaso del proceso de constituyente, que ganara Evelyn Mathei este proceso electoral habría sido más lógico, porque la centroderecha presentó posiciones equilibradas. También Boric intentó que la asamblea redacte proyectos equilibrados. Pero la izquierda y la derecha que dirimirán el ballotage fueron responsables de esa frustración, aunque le hicieron pagar sus desmesuras a las posiciones centristas.

