El mundo está partido por una nueva Confrontación Este-Oeste, pero esta vez con el Este fortalecido por el acercamiento entre tres gigantes y la adhesión de otros países con arsenales nucleares, mientras el Oeste se debilita a sí mismo porque la superpotencia que antes unía ahora enfrenta a sus históricos socios y desarticula la poderosa alianza militar que ella misma había creado: la OTAN.
Fue como volver al siglo 20, pero a través de una escena reveladora de lo que está mostrando el siglo 21. Cada aniversario de la victoria china sobre los japoneses que llevaban ocho años ocupando Manchuria, Mao Tse-tung presidía un gran desfile militar en la Plaza de Tiananmen. Lo mismo hizo ahora Xi Jinping, pero lo que exhibió fue un poderío militar sin precedentes en la historia china, con armamento sofisticado de fabricación propia, además de un desfile de tropas que impresionó con su sincronización robótica.
A esa muestra formidable de músculo bélico, le sumó lo que se exhibía desde el balcón de la Puerta de la Ciudad Prohibida: el líder chino flanqueado por el ruso y el norcoreano.
Que Xi Jinping eligiera a Vladimir Putin y Kim Jong Un para presidir el monumental desfile de tanques, misiles, drones y tropas desplazándose con sintonía cronométrica completaba el mensaje a las potencias de Occidente: la suma del poder nuclear ruso, chino y norcoreano alcanza una superioridad abrumadora sobre el de Estados Unidos y Europa.
El mensaje de unidad militar en Asia, se sumó al mensaje que los días anteriores había dado Xi Jinping recibiendo a Narendra Modi en Tianjin. En el marco de la cumbre de la Organización para la Cooperación de Shanghai, ambos líderes escenificaron el final de una vieja enemistad marcada por conflictos fronterizos en el Himalaya y por el apoyo de China a Pakistán, el archi-enemigo de India desde el nacimiento de ambos estados en 1947.
Otro error gigantesco del magnate inmobiliario que está en la Casa Blanca. Fue castigar con aranceles lapidarios la compra de petróleo a Rusia que hizo el primer ministro del país más populoso del mundo, lo que acabó empujando a la India a los brazos de China.
Hasta que Trump aplicó el arancel del 50% a los productos indios, Nueva Delhi estuvo más cerca de Washington que de Beijing. Que ese castigo tan contraproducente haya sido porque India compró petróleo a Rusia, es absurdo si lo aplica el líder occidental que más ha ayudado a Vladimir Putin desde el inició de la invasión a Ucrania.
Con excepción de la India, que a pesar del extremismo hinduista de Narendra Modi aún sigue siendo “la democracia más grande del mundo”, en la vereda asiática los regímenes autocráticos avanzan hacia la construcción de un bloque unido, económica y militarmente poderoso, con arsenales nucleares que superan ampliamente a los de Estados Unidos y la OTAN.
Si Trump mantiene su trato distante a Japón, Corea del Sur y Filipinas, esos aliados históricos de Washington en Asia podrían ser fácilmente tentados por la dimensión formidable de los mercados que ofrecen los gigantes orientales.
Quizá Trump empiece a entender que su admiración por Putin y el conservadurismo nacionalista que comparte con el líder ruso, no alcanzan para poner a Moscú en la misma vereda de Washington.
Mientras en Oriente las autocracias se acercan económica y políticamente, sumando la democracia india y acercándose a la más inmensa alianza militar que haya existido, en Occidente Trump dinamita la histórica alianza con Europa, debilitando la Alianza Atlántica. Además destartala el NAFTA (sociedad comercial de los tres países de América del Norte) y rompe la relación casi de hermandad con Canadá, amenazando a ese país con la anexión.
Un caos occidental provocado sin razón, frente a la musculatura económica, política y militar del Este que exhibió China.
Por Claudio Fantini
Politólogo y periodista.

