Los golpes de Estado protagonizados por militares en la década de los sesenta han sido reemplazados por golpes blandos, pasivos o incruentos: estrategias dirigidas al debilitamiento sistemático de la gobernabilidad de dirigentes elegidos democráticamente.
La expresión ha sido atribuida al politólogo estadounidense Gene Sharp. En algunas ocasiones, el “golpe de Estado blando” se relaciona con el llamado lawfare (guerra jurídica o guerra judicial), cuando la desestabilización o derrocamiento del gobierno se realiza mediante mecanismos aparentemente legales.
Carlos Ciappina señala que el golpe de Estado blando se utiliza como alternativa al golpe de Estado militar, muy utilizado hasta la década de 1990, pero sustituido por otras técnicas desde esa década debido a que “ha perdido prestigio”.
En los años sesenta se volvió costumbre en América Latina el derrocamiento violento de sus Gobiernos: un grupo de militares irrumpía a medianoche, sacaba a los presidentes de la cama, los llevaba a un avión y los deportaba a otro país; en otros casos, como el de Allende, los asesinaban. Vivíamos entonces los tiempos de la antidemocracia.
Oposición con explícita intención destituyente
En las últimas semanas y en varios momentos del gobierno del presidente Javier Milei, la oposición peronista, no solo en el Congreso de la Nación, sino también sus dirigentes más destacados, han manifestado que se estaría gestando un golpe blando, orquestado por el peronismo, progresismo y una izquierda furibunda, que solo representa el 2% del electorado, representada en algunos sectores empresariales, ONGs (peronistas), sindicalistas y medios de comunicación.
El “golpe de estado blando”, o también llamado “golpe de estado suave”, es supuestamente un tipo de golpe que se caracteriza porque busca desplazar a un mandatario de sus funciones, mediante prácticas en apariencia legales y no violentas, como investigaciones judiciales, juicios políticos, denuncias de escándalos de corrupción o mala gestión, etc., las cuales crean de manera artificial una matriz mediática contraria al régimen, llevando a la movilización de una parte de la sociedad y actores claves de esta, hasta el punto que el presidente se ve forzado a renunciar o es destituido por medios judicialmente cuestionables. En teoría es un golpe “blando” o “suave” porque se diferencia de las prácticas “fuertes” o “violentas” de los golpes del pasado, como las intervenciones militares.
El “golpe de estado blando” es supuestamente un tipo de golpe que se caracteriza porque busca desplazar a un mandatario de sus funciones, mediante prácticas en apariencia legales y no violentas, como investigaciones judiciales, juicios políticos, denuncias de escándalos de corrupción o mala gestión, etc.
Casos comprobados de “Golpes blandos”
En Argentina hay casos comprobados de “Golpes Blandos”. En realidad, las prácticas “blandas” siempre han estado presentes en la definición de los golpes de estado, si los entendemos como el proceso mediante el cual un mandatario es desplazado del poder. Hoy en día y ya cuenta con rigor histórico real, podemos decir que la renuncia anticipada debido a los saqueos y la hiper inflación del Presidente Raúl Alfonsín (1989), fue en efecto un “Golpe Blando”, orquestado y “fogoneado” por la oposición peronista y otras fuerzas políticas afines.
Otro ejemplo de “Golpe de Estado Blando”, y que también cuenta con rigor histórico, fue la caída y posterior renuncia del Presidente Antonio De La Rúa, dando el puntapié del golpe su vice Presidente “Chaco” Álvarez, del “Frente Grande” y de origen peronista.
Otro presidente argentino que sufrió la misma estrategia golpista, fue el Presidente Mauricio Macri, al cual le tiraron en furibundas manifestaciones, 14 toneladas de piedra en la Plaza de Mayo, pero por suerte, pudo terminar el mandato. Al parecer hoy es el turno del Presidente Javier Milei.
Consideramos que el uso de adjetivos como “blando” o “suave” en vez de aclarar, lo que hace es confundir conceptualmente. La aparición innecesaria de estos “golpes de estado con adjetivos” en los últimos años, se debe a un fenómeno que los politólogos Leiv Marsteintredet y Andrés Malamud apoyados en la psicología han llamado “cambio conceptual inducido por prevalencia”: cuando un concepto se vuelve menos prevalente porque el fenómeno al que hace referencia ocurre menos, la interpretación del concepto se expande para abarcar otros casos que antes excluía.
Hoy en Argentina, los “Golpes Blandos”, son más conocidos como “El Club de helicóptero” y el término: “Andan buscando tirar un muerto”.
“La única verdad es la realidad”, repetía el ex presidente Juan Domingo Perón, la frase aristotélica y en realidad la única verdad de desestabilizar un gobierno en la Argentina proviene siempre del mismo partido político.
Por Jorge Reinoso Rivera
Periodista – Historiador

