Por Carlos Salvador La Rosa – Sociólogo y periodista – LOS ANDES

El basamento central de la filosofía que defiende a ultranza Javier Milei, el anarcolibertarismo, no es en absoluto (salvo en algunos aspectos económicos) una rama del liberalismo, sino una forma extrema del conservadurismo de derechas.

Estamos hablando de una ideología donde la “justicia social” es maligna y comunista, y donde los “monopolios” son grandes benefactores sociales. Y no interpretamos, solo citamos literalmente frases repetidas una y mil veces por Milei, como “su” modo de entender la vida. Y su deseo de llevarlo a la práctica. Algunos preceptos desde ya mismo, como la de ser un “topo” dentro del Estado, cuya finalidad no es la de morigerar sus defectos sino la de destruirlo para reemplazarlo por el mercado. Y otras a más largo plazo (incluso hasta 200 años) como la venta libre de órganos humanos y la compraventa de niños, dos de las grandes propuestas de Murray Rothbard.

Sin embargo, lo más extraño de esta delirante filosofía de la vida (de algún modo hay que llamarla) es el alto auto aprecio moral que se tiene de sí misma y que se verifica en esta definición de Rothbard. “La compra venta de niños suena a primera vista una cosa monstruosa e inhumana, pero una mirada más atenta descubre que este mercado posee un humanismo más elevado”.

Introducimos acá un nuevo sujeto histórico en la batalla cultural argentina declarada por Javier Milei: los “héroes económicos”, esas personas que, vendiendo órganos o comprando niños, hacen que el mercado determine el bien y el mal.

En el Milei modelo 2026, a Rothbard se le suma Walter Block, de quien regaló un libro suyo a todos los miembros de su gabinete a modo de presente navideño.

Block es aún más extremista que Rothbard, tanto que defiende sin cortapisas “el blanqueo de dinero realizado por actores privados” eliminando de un saque la figura delictiva del lavado, por el que está siendo juzgada, entre otros, Cristina Kirchner.

El Congreso acaba de darle a Javier Milei su primer presupuesto, donde el tema educativo fue el único que generó polémica. Por su lado, el presidente acaba de darle a sus ministros un libro para librar la batalla cultural, esa que quizá explicitará en el foro de Davos si repite la misma cantinela que el año pasado.

Block alaba, también, a ultranza el trabajo infantil diciendo que “quien contrata niños es tan amable y benevolente como cualquier persona porque la institución del trabajo infantil es honorable”. No contento con tamaña desmesura, avanza un paso más y se transforma en el principal defensor libertario (en esto ni Rothbard está de acuerdo con Block) de los contratos de esclavitud voluntaria, porque si “es un contrato de buena fe, de ser derogado se produce el robo”. Abraham Lincoln debe estar saltando en su tumba, y no precisamente de alegría.

Y quizá lo más grave de todo porque va al corazón de su pensamiento: Block defiende como una práctica muy respetable al “chantaje”, porque, salvo “alguna víctima inocente”, pone al desnudo a dos grupos de indeseables sociales, que son contra los que esencialmente van los “chantajistas” (que por supuesto, son héroes económicos). “El primer grupo está compuesto por criminales: asesinos, ladrones, estafadores, malversadores, evasores de impuestos, violadores, etc”. Sin embargo, tanto o más que los criminales, los que “en serio” merecen ser chantajeados son “el otro grupo que consta de gente que participa en actividades que no son ilegítimas en sí mismas, pero que son contrarias a la moralidad y hábitos de la mayoría: homosexuales, sadomasoquistas, pervertidos sexuales, comunistas, adúlteros, etc”. Así, de modo bastante parecido a lo que hizo Milei en Davos comparando a la homosexualidad con abuso infantil, Block considera pervertidos, aparte de los homosexuales, a los comunistas… y hasta a los adúlteros. Frente a los cuales, finaliza, “la institución del chantaje tiene efectos beneficiosos”. La delación de la vida privada como principal virtud anarcolibertaria. Heroica. Épica.

Al final todo se reduce a lo que nuestro presidente considera el debate fundamental de la época: librar la batalla cultural contra los enemigos de la libertad. Una guerra donde los héroes económicos serán los nuevos sujetos de la transformación histórica y donde los villanos culturales (los principales enemigos de los primeros) son aquellos que están infiltrados en los tugurios del mal, donde la enfermedad woke ha devenido plaga tipo covid: las universidades públicas y los institutos estatales de ciencia y tecnología, cuyas leyes protectoras se pretendió derogar (sin lograrlo) y cuyos pisos presupuestarios se pretendió bajar (lográndolo) mediante el presupuesto nacional 2026 recién aprobado.

Es que de eso se trata la batalla cultural, de eso y nada más que de eso: de poner frente a frente a los héroes económicos (chantajistas, traficantes, esclavistas) versus los villanos culturales (académicos, científicos y sus pérfidos divulgadores, vale decir, los periodistas, esos a los que nunca odiaremos lo suficiente).

Dentro de unos pocos días, a mediados de enero, Javier Milei expondrá nuevamente en el foro económico de Davos, donde suponemos reivindicará -como “tan bien” lo hizo el año pasado- las ideas de sus admiradores profesores anarcolibertarios. Aunque, en el fondo, sinceramente, desearíamos que no lo hiciera. Hay tanto de buen y sano liberalismo en eminencias como John Locke, Adam Smith, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Mario Vargas Llosa… que duele ver como nuestro presidente se dedica a defender chantas impresentables como Murray Rothbard o Walter Block.

Por eso lo mejor sería que en Davos Javier Milei hable de economía liberal, esa en cuyo resultado exitoso tienen depositadas las esperanzas todos los que lo votaron, y algunos otros más también. En vez de perderse en los delirios de las nubes de Úbeda de las pavadas libertarias que siguen siendo una excentricidad de minorías, mientras que Javier Milei es un presidente elegido legítimamente por millones de argentinos no para que los conduzca a librar ninguna batalla cultural, sino para que los ayude a tener una vida mejor.