Un sánguche de jamón y queso, en pan francés untado con manteca ya había recibido tres mordidas de “el corcho” Retta cuando el profesor Baigorria entró agitado al Bar Ourense y le preguntó:

– Fuiste ayer al “Cilindro” contra River?

Unos segundos de silencio, armonía de una mirada de sorpresa y “el corcho” sentenció: -Obvio, y todavía me dura la alegría de ganarle a las gallinas, aunque el gol fuera en contra.

– Pero viste al fantasma?

– Cual fantasma?

– El que por la tele se vió que corría por la línea de cal, como esos “wings” de antes y al que le atribuyen que confundió al defensor y permitió el error que terminó en gol en contra para ganar 1 a 0.

– De que hablás “Profe”?

– Te hablo de que algunos dicen que vieron a Natalio Perinetti. El pibe de Escalada, que empezó en Talleres y a los 17 años se fue a Racing para ganar cinco campeonatos jugando de ladero de Ochoita, el amigo de Gardel.

– No sabía nada, siga, siga, por favor!

– En 1928 se puso otra celeste y blanca y brilló en los Juegos Olímpicos. Estuvo 17 años seguidos en Racing hasta 1933. A principios de la década del 30 el Real Madrid de Santiago Bernabeu se lo quiso llevar por un pilón de guita y él dijo que no, porque su amor por la “Acade” era impagable. Pero todas las parejas tienen sus crisis y en 1934, Natalio y la dirigencia de Racing se distanciaron y Perinetti firmó con River.

– Que lástima que esa historia de amor termine así!

– No pibe, esto sigue. Después de un par de meses se enfrentaron River y Racing empatando 0 a 0. Pero lo que sorprendió a todos fue cuando Natalio Perinetti, se retiró llorando de la cancha, sacándose la casaca millonaria y luciendo la que llevaba debajo, sobre la piel, la del “Racing Club”. Fue el último partido del wing, medallista olímpico y pentacampeón académico que falleció en 1985.

Al menos eso parece, porque ayer, 23 de noviembre de 2014, algunos pudieron ver el fantasma de un wing derecho, veloz como él, que se mandó un par de piques hasta el corner, pidiendo la pelota para centrearla.

– Es así profe, el amor no es ciego, al contrario, hasta hace que veamos cosas que solo la pasión del hincha hace presentes. La lealtad a los colores, al barrio, a ese tío que nos llevó por primera vez a la cancha serán eternos.

– No se “corcho”, no creas, tal vez no ahora, pero te apuesto que en 10 años mas o menos, el espíritu del potrero, el “pan y queso” o el fulbito de los viernes al que no podés faltar “porque si no somos uno menos”, van a ser derogados por los mercachifles. Pero también te digo, que aun entonces habrá un lugar para aquellos que querrán ver los fantasmas de aquellos que han amado y les han devuelto su amor con un centro a la cabeza, una “pared” o un gol de “chilena” para que en la tribuna nazca la avalancha que precede al grito sagrado: Y dale Y dale!

 

Por Miguel Ángel Reguera
miguelreguera@yahoo.com.ar