Cada vez que hay elecciones, sea de medio término para el ámbito nacional, o, local, y cualquiera sea el oficialismo partidario en el gobierno, sea partido provincial, o, partido nacional, ocurre que se pone de manifiesto un dilema, que toca básicamente a los oficialismos provinciales del momento, y que reside en hacer prevalecer como centro medular de la campaña para definir el sentido profundo del voto, que lo que esta en juego es un proyecto provincial y no un proyecto nacional.
Esto es muy notorio en todas las provincias donde el oficialismo del momento, cualquiera sea el signo que los defina partidariamente, casi en todos los casos, termina por colocar como eje y lema de su campaña aquel que dice “Primero la provincia”. Inclusive, a menudo se agrega, que es para defender a la provincia de lo que pueda derivarse de la política nacional.
Es lo que en el lenguaje usual de campaña se conoce como provincializar la campaña pasando a segundo plano lo nacional, e, insisto, a menudo, colocando lo nacional como un cierto albur de tipo político de lo que hay defenderse.
El fenómeno inverso es muy raro que se configure, es decir, nacionalizar la campaña de parte del partido oficialista en el gobierno provincial. Y lo mas critico de esta irreflexiva posición es que hasta los propios partidos nacionales en el gobierno provincial también lo hacen, aun, contra su propio signo de gobierno en el ámbito nacional. Entonces, la consecuencia es no hablar, secundarizar o invisibilizar los grandes temas nacionales y hacer de lo local el mundo perentorio a definir en la votación.
El problema dilemático que presenta esta decisión de hacer prevalecer lo local es cómo darle consistencia doctrinaria y programática a un proyecto provincial que se diferencie por naturaleza de un proyecto de nación.
El problema de una tesitura así, es, que, partiendo de una forma de gobierno federal que rige para la argentina, según lo define la constitución nacional, hay que indagar, entonces, cómo es posible reivindicar un proyecto provincial que no se defina en relación a ese todo federal del cual forma parte indisoluble. Por esta razón es que la Constitución Nacional dice las provincias son autónomas no independientes. Son propietarias de los recursos en territorio provincial, pero, no dentro de un marco de relación soberana, sino, federal. Por eso la titularidad en los recursos se compagina con la legislación federal de presupuestos mínimos de como modelar la gestión del recurso natural.
La coparticipación federal
Nada como la coparticipación federal de impuestos para poner en foco y quizá en crisis conceptual el discurso de la provincialización del sentido del voto en campañas políticas. Porque es consabido que en todas las provincias, ocurre que un porcentaje muy alto de los ingresos corrientes de una provincia, cualquiera sea, grande mediana o chica, se deben a ingresos por coparticipación federal, sin los cuales es inviable pensar que puedan funcionar las provincias.
De modo que la gobernabilidad provincial antes de cualquier cosa se empieza por definir en relación al tópico de qué economía de ámbito nacional se pretende tener.
Así, es concerniente a la gobernabilidad provincial, que el modelo federal sea más eficiente impositivamente en el marco de una estabilidad donde el impuesto inflacionario, por ejemplo, no carcoma esos ingresos. Y, ello, a su vez, coordinado con tasas de interés y tipo de cambio que apoyen a la producción y el trabajo como modo de tener una recaudación coparticipable solida y robusta que promueva el desarrollo federal. Inclusive los derechos de exportación e importación que no son coparticipables les interesan de sobremanera a las provincias, pues, afectan a la explotación de los recursos naturales y al sector transable-exportable local, determinado si serán rentables, o, no, atractivos, o, no, para el mundo inversor. Por ejemplo, si hay retenciones, o, no. Si las hay, en qué medida se definirán. Si hay aranceles de protección para la producción local, o, no, y qué medida en su caso, etc.
Lo urgente electoral
En definitiva, es ilógico plantear un proyecto provincial sin definir el modelo federal de gobierno, en tanto, ello define el ancla más importante de la cual dependen la financiación del funcionamiento de los estados provinciales, esto es, una economía eficiente que haga mover la actividad económica en todo el país, puesto, que la masa de impuestos coparticipables se recauda en todo el país.
Esto indica que, si el esquema impositivo nacional no anda conforme a un patrón plausible, ello menguara el nivel de coparticipación. Y viceversa, es decir, si el esquema recaudatorio nacional es el adecuado, las provincias se beneficiaran más de ése mejor andamiaje.
Entonces, definir un esquema impositivo nacional por poner solo ese ejemplo, es un tema de doctrina política e ideológica de fondo, porque no da lo mismo un perfil de derecha económica que un perfil de economía de izquierda. Ya que mientras unos proponen menos impuestos y menos gasto, otros proponen mas impuestos para más gastos.
Coaching político
Una conclusión posible de este dilema es que el planeo de provincializar campañas es solo una táctica adoptada con fines de obtención de un mayor numero de votos negándose a complicarse con temas de fondo federal.
Es decir, es solo un recurso de coaching político para simplificar la campaña donde se discuta una relación simple y no compleja de rápida seducción socio electoral, esto es, que se trata de una discusión cuasi futbolera entre un yo local que defiende la camiseta del propio, que juega un partido con otro sujeto diferente que es presentado en riña con lo local y puede ser un riesgo para la integridad y continuidad del statu quo de lo lugareño del momento.
Por el Dr. Mario Alfredo Luna
Abogado, Ex Pte. del Concejo Deliberante de Jáchal.

