Con autoridad y conocimiento del tema, el historiador contemporáneo Eric Hobsbawan, ha manifestado que la destrucción del pasado histórico es uno “de los fenómenos más característicos y extraños de esta época, en donde la juventud crece en una suerte de presente permanente, sin relación orgánica alguna con el pasado del tiempo en el que viven”.

De estas palabras aflora el concepto de patrimonio cultural, el cual ha sido abordado y continua por suerte vigente, sostenido por especialistas.

En el caso de San Juan el patrimonio cultural, en este caso histórico, cobra un doble sentido o tiene mayor valor, esto es por el quiebre cultural que produjo el terremoto de 1944. No es casual que la tesis de Maestría en Historia de la excelente investigadora Isabel Gironés, lleve por título “Memorias de la ciudad perdida”.

Es por estas razones y por otras, que todos los edificios o relictos que lograron subsistir deben en lo posible preservarse, cuidarlos, rescatarlos del olvido, pues ellos son depositarios del pasado, además acentúan nuestra identidad y son nuestra herencia y el legado que dejaremos a las generaciones futuras.

Sirvan estas palabras como sustento normativo para rescatar en toda su dimensión y valor simbólico sitios históricos emblemáticos de nuestro pasado. Vaya como ejemplo la exigua valoración que tuvo la construcción del fortín donde posiblemente vivieron los jesuitas en el departamento de Ullum.

Fue una pérdida irreparable, en vano fueron las acciones que realizó ACODEPAS (Asociación Civil para la Conservación y la Defensa del Patrimonio Sanjuanino), institución que vela por nuestro patrimonio cultural.

Actualmente se encuentra en peligro de desaparecer la antigua construcción de la entonces Iglesia de Trinidad y el Hogar de ancianos. En relación al tema dice el historiador Horacio Videla: “Se levantan las iglesias parroquiales de Desamparados, Santa Lucia y Trinidad -1902- (…) esfuerzo del Deán Abel Balmaceda, en el inmueble donado por don Pedro Cordero”. Sabemos que casi todos los templos cayeron producto del nombrado sismo.

Es pertinente recordar en este sentido la carta que envió Monseñor Audino Rodríguez y Olmos al presidente de la Nación, luego del sismo: “Plutarco dijo: “podréis encontrar una ciudad sin murallas, sin letras, (…); lo que no encontrareis jamás es una ciudad sin templos”. Entonces este antiguo templo constituye una joya tanto tangible como intangiblemente. También ACODEPAS está batallando con energía por su conservación.

Es imperioso resguardarlo, y en este punto aclaro que la puesta en valor de nuestro patrimonio cultural es un problema de vieja data. Esperemos que con la premura del caso las autoridades correspondientes lo salven de su desaparición, y continue en pie como testigo de un pasado histórico, como expresamos, doblemente valioso.

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado 
Magister en Historia