Si bien la Asamblea del Año XIII comenzó a conmemorar el histórico 25 de Mayo de 1810 como fiesta cívica recién a partir de 1812, en San Juan no se esperó tanto y en 1811 el Cabildo sanjuanino ya había convocado al pueblo para los días 24 y 25 de mayo para acompañar el paso “del Real Pendón, asistir a la Misa solemne y a participar del sarao y de los juegos populares”, la mayoría de los cuales se desarrollaban en la plaza principal.

Según el historiador Dr. Horacio Videla el estandarte real se paseó “con la mayor pompa y magnificencia, hubo banquete para las autoridades y tres días de sarao ofrecidos al pueblo por el alférez real y el alcalde de primer voto”.

El mensaje a los vecinos
Pero a partir de 1812 y con mas énfasis desde 1813 se fue haciendo más participativa y obligatoria la celebración, con un muy riguroso mensaje previo a los vecinos del entonces teniente gobernador y presidente del Ilustre Cabildo de San Juan, Saturnino Sarassa, que se leía varias veces en la plaza Mayor (luego “25 de Mayo”):

“Por cuanto se aproxima la celebración del día de nuestra gloriosa revolución política, este Gobierno, inflamado de los más nobles sentimientos de un verdadero ciudadano y teniendo a la vista las sabias superiores órdenes del Supremo Excelentísimo Superior Gobierno que nos rige, ha venido en mandar y publicar el auto del tenor siguiente:

“Todos los vecinos comprendidos en el recinto de esta Ciudad, sin distinción alguna, iluminarán sus pertenencias bajo la multa de cuatro pesos aplicado en forma ordinaria, tres días consecutivos contados desde esta noche, asistiendo al sagrado sacrificio y Tedeum por tan laudable inauguración, so pena de ser detenidos y reputados por opuestos a nuestro general sistema, sin necesidad de otra justificación, a menos que su actual imposibilidad no le justifique lo contrario.

Así mismo se ordena estrechamente y bajo la multa de ocho pesos aplicados en la misma forma a los Alcaldes de cuarteles que cuiden inviolablemente que en las esquinas de su respectiva jurisdicción se forme un fogón en cada una, que deberá iluminarse pasada la oración, en obsequio de tan recomendada memoria”.

Cuando llegó a San Juan la noticia de la Revolución, veintitrés días después, aquel 17 de junio de 1810, se festejó el derrocamiento del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros en Buenos Aires.

Fiesta de varios días
La declaración se hacía pública en forma de Bando y llevaba la firma del secretario de Gobierno del Cabildo, Pedro Antonio Vera. Se sabe por el historiador, profesor César H. Guerrero, que la fiesta duraba varios días y el vino y aguardientes estaban muy presentes.

El servicio de limpieza del Gobierno debió pedir colaboración “para poner orden en la plazas ante tanto júbilo y festejos. Las tropas del Ejército permanecieron allí hasta la terminación de las celebraciones.

Tras la creación de la bandera nacional en 1812, el celeste y blanco reemplazó los colores españoles definitivamente, la plaza comenzó a lucir de forma permanente escarapelas y el estandarte patrio en lo más alto”. Pero hay que recordar que cuando llegó a San Juan la noticia de la Revolución, veintitrés días después, aquel 17 de junio de 1810, se festejó el derrocamiento del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros en Buenos Aires, y un vecino de aquella pequeña aldea sanjuanina tomó un trozo de cuero de vaca curtido (sin pelos) y escribió esta frase que lució durante varios días en un muro: “Gobernarás Cisneros cuando le salga lana a este cuero”.

Sin embargo, aún se vitoreaba al rey Fernando VII, a pesar de que una invasión francesa a Madrid que duró poco más de cinco años lo había desplazado del trono en esos años quedando José Bonaparte, hermano del emperador francés Napoleón, al frente de España.

Fernando VII volvió a reinar en 1813 y murió en 1833, pero nunca reconoció la Revolución de Mayo y posterior Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1816. Sin embargo, muerto este rey, sus herederos en el trono español tampoco admitieron nuestra Independencia sino recién medio siglo después, el 21 de septiembre de 1863, cuando se firmó el Tratado de Paz y Amistad entre la ya formalizada República Argentina que presidia Bartolomé Mitre y el Reino de España, con Isabel II a la cabeza.

Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista. Autor de “Así era San Juan cuando la nació la Patria”, Cícero Ediciones, S.J., 2010, con prólogo de la Prof. Margarita Ferrá de Bartol.