Desde el descubrimiento de América por parte de los españoles, -en ese “mutuo encuentro de dos mundos”- como gustaba señalar Juan Pablo II, hubo aciertos y errores, luces y sombres por todos conocidos. La labor de los Misioneros fue verdaderamente tesonera. Por ello queremos mostrar una vez más, el Sermón de Fray Antonio Montesinos de Adviento de 1511, cómo fue rezado y discernido anteriormente por la austera Comunidad dominica de aquél tiempo, recientemente llegada de España. Una Homilía que significó un “antes” y un “después” del momento evangelizador y que llegó a los Reyes.
La situación de injusticia hacia el indígena clamaba al cielo. Y los Misioneros alzaron su valiente voz, aún a costa del riesgo de perder confianza con algunos poderosos colonizadores. Pero la libertad del predicador -inspirado en Jesús Divino Maestro- se alzaba al vuelo de la verdad en defensa del humillado.
Sermón de un Profeta
Si leemos detenidamente el relato resumido que nos hace Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias, es preciso afirmar que, aunque el famoso sermón del tercer domingo de Adviento de 1511 fue pronunciado por el fraile dominico Antonio Montesinos, en realidad es el sermón de la comunidad. Basta analizar cómo se comprometió “sinodalmente” la comunidad religiosa en dicho sermón. Todos lo rezaron, lo pensaron, lo elaboraron y firmaron.
Quizá la parte más significativa de dicho célebre Sermón es éste: “Llegado el domingo y la hora de predicar, subió en el púlpito el susodicho padre fray Antón Montesino y tomó por tema y fundamento de su sermón, que ya llevaba escrito y firmado de los demás: “Yo soy la voz que clama en el desierto”.
Hecha su introducción y dicho algo de lo que tocaba a la materia del tiempo del Adviento, comenzó a encarecer la esterilidad del desierto de las conciencias de los españoles de esta isla y la ceguera en que vivían. Luego torna sobre su tema, diciendo así:
“Esta voz (dixo él) os dice que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué auctoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido?” ¿Qué hizo Montesinos? Una evangélica lectura de los signos de los tiempos.
Signos de los tiempos
El comienzo de aquella historia que llevó hasta la predicación de Montesinos no fue sino una lectura seria, atenta y compartida de los signos de los tiempos. También constituye una instancia firme de cercanía, de “escucha”, de compasión. Como se ve, dos rasgos antiguos y actuales de la espiritualidad cristiana.
Aquella lectura de los signos de los tiempos consistió en ver y oír con toda crudeza y realismo lo que estaba sucediendo: el maltrato a los indígenas.
Hubo una fuerte reacción contra la Comunidad. Pero Montesinos llegó al rey Fernando de Aragón, quien revisó la cuestión y lo nombro al fraile Protector de los indios de Venezuela.
Montesinos no fue el único, pero sí el primer grito de defensa de los derechos de los nativos en esta parte del nuevo Mundo.

