La invasión a gran escala perpetrada el 24 de febrero de 2022 por Rusia en Ucrania, ha desatado una crisis humanitaria de terroríficas y repudiables consecuencias. Y en estos casi 1.400 días de guerra, se incrementan permanentemente las violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario en territorio ucraniano por parte de las fuerzas rusas.
Más aun, se viola la Carta de las Naciones Unidas y equivale “al crimen de agresión”, de acuerdo con el Derecho Internacional. Además, se interpreta como “el uso de la fuerza armada por un estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro estado”.
Pero cuando aquel día del 2022 las fuerzas rusas cruzaron la frontera desde la vecina Bielorrusia y se dirigieron hacia la capital ucraniana, Kiev, nadie imaginó el poderío de los ataques y menos aún la incertidumbre de la duración de los enfrentamientos.
El largo tiempo transcurrido ha provocado la mayor crisis de refugiados de Europa desde la Segunda Guerra Mundial y consecuentemente el inconmensurable trastorno en la vida de las personas, perdiéndose los derechos a la educación, a la salud y a la libertad de expresión. Ya son más de 50 mil las víctimas, entre muertos y heridos, incluyendo 3 mil niños de un bando y de otro. A ellos se agregan los detenidos ilegalmente o ciudadanos sometidos a desaparición forzada.
Mientras, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, continúa viajando al exterior en busca de desesperados apoyos para poder seguir enfrentando la situación que no parece detenerse, en el marco de intensas negociaciones de toda índole. Así, hace pocas semanas, Zelensky, abogado y político, además de actor y comediante, sobre el que llueven también críticas internas de su país sobre el manejo del conflicto, inició un periplo por varias naciones de Europa, en medio de un aumento de los ataques con drones y misiles rusos en las últimas semanas.
Precisamente, acaba de visitar oficialmente España donde fue recibido por el jefe del Estado, Felipe VI, y por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Tras estas conversaciones, España acaba de comprometerse en enviar un paquete de ayuda “sustancial”, no especificado, a Ucrania. El propio Zelensky había manifestado en Madrid que “Ucrania necesita reforzar su defensa aérea: sistemas y misiles adicionales”. Y si bien el gobierno español rechaza los llamamientos del presidente estadounidense Donald Trump para que los miembros europeos aumenten su gasto en defensa hasta el 5% de su producto interior bruto, antes de la visita de Zelensky, Sánchez ya había expresado su apoyo a Ucrania.
Pero esta visita tuvo un toque distinto porque además de las reuniones oficiales en Madrid, el presidente español propuso al ucraniano visitar el Museo “Reina Sofía” en el centro madrileño, cerca del Museo del Prado, para conocer una obra pictórica célebre, con mucha historia entre las más clásicas del arte plástico español, y que está vinculada a un tiempo de duros enfrentamientos en Europa y puntualmente en España con su Guerra Civil, entre 1936 y 1939.
Es que el 26 de abril de 1937 la “Legión Cóndor”, alemana, con el apoyo de aviones fascistas, bombardeó la ciudad vasca de Guernica (Gernika en euskera, lengua vasca), causando 1.654 muertos, y para lo que se utilizaron 31 toneladas de bombas destruyendo gran parte de la localidad. Los edificios en el antiguo pueblo vasco fueron arrasados y el centro urbano de la villa, de menos de 1 kilómetro cuadrado, quedó totalmente destruido.
Fueron tres horas de feroces ataques y este bombardeo se consideró un “anticipo” de la crueldad que vendría con el nazismo poco después. Sucedió tan trágico atentado porque las fuerzas de Hitler (Alemania) y Mussolini (Italia) decidieron apoyar a los franquistas en la guerra civil contra los republicanos.
Y el pintor y escultor español Pablo Ruiz Picasso (inmortalizado como Picasso), uno de los creadores del cubismo, decidió basar su obra pictórica maestra en esa jornada sangrienta en el País Vasco, como una manera de repudiar la mortífera agresión recibida por los habitantes del pequeño pueblo. Y pintó el impresionante cuadro con la idea de denunciar la guerra como sufrimiento civil y repudiar a los que mandan en Europa por la falta de sensibilidad, sin pensar en el destino de los pueblos.
El cuadro, que no pudo llegar a España hasta después de la muerte de Francisco Franco porque corría el riesgo de ser destruido por el dictador, todavía hoy es un profundo testimonio de lo peor de una guerra y del dolor humano. Y esta visita de Zelensky para descubrir el Guernica, simbólicamente tan cerca del sufrimiento de su pueblo, representó un momento de notable inquietud emocional para el presidente ucraniano, como lo sería para todo su pueblo.
Es que, como hacen casi 90 años en España, hoy en Ucrania y en Rusia se sigue repitiendo el espanto seguido de monstruosidad y muerte, provocado, en este caso, por el delirio de quienes buscan expandir ilegalmente cada día más sus territorios.

