No dan tregua las novedades que diariamente se producen en el orden político, económico y social. ¡Qué lejos parecen haber quedado las noticias de hace apenas una semana! Para entonces hablábamos de una suba simultánea del dólar y del riesgo país, y una baja de las acciones y bonos argentinos. Turbulencia que movió y le hizo perder altura a este avión en que viajamos, y que venía de pasar varios meses de cierta serenidad, aunque siempre avizorando relámpagos amenazantes en el horizonte.
Tormenta atizada por propios y extraños al gobierno.
¿Los propios?
Los resumimos en una sola palabra: soberbia. Falta de comunicación y descuido de la relación con los que venían colaborando, panorama que se complicó con el pobre armado político para la elección en Buenos Aires.
¿Extraños?
La acción conjunta y desestabilizante del kirchnerismo y de la nueva “tropa del centro”, encabezada por los Randazzo, Pichetto, Lousteau y otros, más algunos gobernadores desencantados, con razón, porque el gobierno no los escucha.
A esta columna de centro, a la que aludió antes Sergio Massa como la “amplia avenida del medio”, la aglutinó entonces la mala praxis del gobierno, que no tuvo el tino de hacerles un lugar en su estructura, tratando de desdibujarlos bajo su uniforme color violeta.
Derrotas en el Congreso
Como respuesta, vinieron las numerosas derrotas en el Congreso, convertido en una máquina de impulsar nuevas erogaciones, sin importarle de dónde saldrían los recursos. Disparos directos al fuselaje. El gobierno vetó, el Congreso insistió, todo dentro de la Constitución, y el gobierno promulgó la Ley de Emergencia en Discapacidad, pero difirió su aplicación hasta tanto el Congreso observe el cumplimiento de la Ley 24.156, de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del Sector Público. Establece que cualquier ley que autorice gastos no previstos en el presupuesto general, debe especificar la fuente de los recursos necesarios para financiarlos. Se sabe que el Congreso iría a la Corte con su reclamo.
Lo cierto, en el fondo, es que se trató de dañar la columna vertebral del plan económico. Que es el equilibrio fiscal y, con él, la atenuación del proceso inflacionario. Aquellos disparos dieron en el blanco y repercutió en el dólar, en el riesgo país, el Central venció récords vendiendo dólares etc. y produjo, como se dijo, que el avión perdiera altura y amenazara con irse a pique.
Estabilizar el vuelo
Esta semana ocurrió que el Comandante, para estabilizar otra vez el vuelo, recurrió a algunas palancas que tenía a mano y que nadie sospechaba. Sorprendió entonces con una súbita caída a cero de las retenciones a la exportación, con dos límites: el 31 de octubre o la recaudación de 7.000 millones de dólares. Lo que ocurra primero. Y hete aquí que los exportadores, liquidaron, y ya para el martes, en dos días, estuvo alcanzada la barrera de los 7.000 millones.
Logrado el objetivo, se volvió al régimen de retenciones, como estaba previsto. Como consecuencia bajó el dólar, el riesgo país de 1450 puntos bajó a casi 900, el Central volvió a comprar y el avión volvió a estabilizar su vuelo.
¿Superó la tormenta? Claramente no, pero se alivió el pasaje y quedaba por ver, entre otros desafíos, como si financiaban los vencimientos de deuda del año próximo.
Golpe de timón
Entonces hubo otro golpe de timón, salvador, que esta vez vino del Norte, siendo la administración del presidente Trump el protagonista. Anunció una operación de canje de monedas (denominada swap) de 20.000 millones de dólares, por la cual nos cambia dólares por plata, por un plazo determinado. Por otra parte el Tesoro estadounidense está estudiando el otorgamiento de un préstamo stand by y no descarta suscribir bonos en dólares del gobierno argentino, para incrementar su apoyo. Con la tranquilidad para los bonistas, que se aseguraron cobrar sus acreencias el año próximo, sus bonos recuperaron valor y otra tormenta se disipó.
En el fondo, se trató de dañar la columna vertebral del plan económico, que es el equilibrio fiscal y, con él, la atenuación del proceso inflacionario. Aquellos disparos dieron en el blanco y repercutió en el dólar, en el riesgo país, el Central, venció récords vendiendo dólares etc. y produjo, como se dijo, que el avión perdiera altura y amenazara con irse a pique.
Promotores destituyente
Pero los propulsores del desastre, que anhelan cambiar “¡ya!” el piloto, siguen urdiendo nuevas, o viejas, estrategias, bajándole el precio a este afán por volver a la normalidad. Descalificaron las medidas como “electoralistas”, y el acuerdo con EEUU como un acto “cipayo”, de entrega de la soberanía (¿acaso no tienen como slogan que “nadie se salva solo?”).
A la vez que instaron a la población que no se olvide de Spagnuolo, de Libra, mientras se apresta a hacer desfilar por el Congreso a varios funcionarios para dar explicaciones. La más grave, la moción de censura, que puede llevar a su remoción, contra el Jefe de Gabinete, por no aplicar aquella Ley de Discapacidad, ignorando el Parlamento la vigencia de la mencionada Ley 24.156, a la cual recurrió el Gobierno para diferir su aplicación.
Hay intranquilidad en el pasaje, aunque se conoció que en el primer semestre hubo otra baja en los niveles de pobreza, al 31,7%. Altísima, pero no olvidar que estaba en 57%, y tendencia a seguir bajando. Veremos como siguen los acontecimientos, teniendo a la vista que se acerca el 26 de octubre y los aprestamientos se apresuran.
Hago notar que la metáfora del avión, no es caprichosa. Quiere indicar que en ese avión vamos todos. Y si cae, caemos todos. ¿No será mejor esperar a que aterrice, cumpla su plan de vuelo y dentro de dos años elegimos si cambiamos o no el piloto?
A esto se le llama Democracia. Con mayúsculas.
Por Orlando Navarro

