Los movimientos de placas tectónicas de hace 15 a 20 millones de años generaron lo que hoy son las grandes riquezas de metales de la Cordillera de los Andes. A San Juan y Mendoza les tocó tener varias zonas donde el cobre está presente en cantidades que vale la pena explotar.

El nacimiento de estos yacimientos -que en la actualidad han dado lugar a cinco proyectos de clase mundial en San Juan, uno muy prometedor en Mendoza y toda una región de riquezas en el sur- fue similar.

El country manager del gigante del metal rojo “Altar”, Javier Robeto, explicó qué condiciones se dieron para que hoy Cuyo sea el lugar hacia donde miran los exploradores. Para que se generen los depósitos de cobre fueron necesarias condiciones “de tiempo, espacio y tipo de roca”, explicó el geólogo.

Es por eso que no toda la Cordillera de los Andes tiene zonas ricas en este metal, sino que hay sectores con mayor concentración, que cumplieron con estas condiciones. Estas áreas se conocen como “provincias metalogenéticas”, una clasificación utilizada en las ciencias geológicas.

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Algo en común. Desde Los Azules hasta San Jorge, los grandes proyectos comparten un origen común en el Mioceno.

Franjas ricas en cobre y otros metales

En San Juan y Mendoza no toda la cadena montañosa es igual, por lo que hay franjas más ricas en cobre, otras en oro y otras en diferentes metales. Estas regiones de gran riqueza mineral se formaron en el Mioceno, explicó Robeto, una era geológica que abarca entre 15 y 20 millones de años atrás.

En esa época se produjeron los movimientos de las placas tectónicas que dieron origen a la Cordillera de los Andes. La cadena montañosa nació por la subducción de la placa de Nazca debajo de la placa Sudamericana. Este es un proceso que se mantiene hasta hoy, y que genera tanto la sismicidad del oeste argentino como la actividad volcánica en algunas zonas del sur.

Que las placas chocaran no garantizaba necesariamente la generación de riqueza mineral, pero fue en este punto donde la geología benefició a San Juan y Mendoza. Uno de los factores clave fue que, a la latitud de estas dos provincias, la placa de Nazca contenía cobre.

El monumental choque entre los fragmentos de corteza provocó que la parte que quedaba por debajo se fundiera debido a la fricción. Así, los metales se convirtieron en magma y fluidos geotermales.

Estos fluidos fueron ascendiendo lentamente, en un proceso vinculado también al ángulo del choque. De a poco, la placa Sudamericana -que hoy está al oeste plegada y elevada, formando los Andes- fue absorbiendo esos fluidos llenos de metales, que se convirtieron en roca nueva y, finalmente, en las zonas con grandes concentraciones de minerales que hoy las mineras exploran.

Qué comparten Los Azules, San Jorge y Pachón

La formación de yacimientos de cobre cordilleranos como Los Azules, San Jorge o el gigante Pachón fue similar. Estos comparten algunas características, como la presencia de minerales asociados como el molibdeno. Si bien Robeto detalló que “los más de 5.000 km del oeste argentino son prospectivos en minerales”, las dos provincias cuyanas son especialmente ricas en cobre.

“La zona sur de San Juan hasta parte del norte de Mendoza se conoce como una faja cuprífera”, detalló. Hacia el norte, en la zona donde hoy está la mina Veladero, se generó una franja con mayor presencia de oro. Esas características se mezclan hacia el límite superior de San Juan, donde vuelve a aparecer cobre, esta vez asociado al oro, como en el caso de Filo del Sol.

Estas provincias metalogenéticas son un indicador bastante certero para los geólogos. Saben que en ciertas zonas hay más posibilidades de encontrar concentraciones atractivas de cobre. Que haya depósitos no significa necesariamente que se puedan explotar, ya que esto depende del acceso al lugar, del mercado, de los precios y de la concentración de metales para que resulte viable abrir una mina.

Aun así, el oeste de ambas provincias, con sus franjas cupríferas, representa un atractivo para la industria, que reconoce que, en la formación de los Andes, a Cuyo le tocó ser rica en cobre y oro.

El tiempo y el agua, aliados de los mineros

Los depósitos minerales de metales que hoy van encontrando los exploradores pueden convertirse o no en yacimientos explotables, según sus condiciones naturales y el contexto económico, social o de infraestructura. El paso del tiempo -millones de años desde su formación-, además de la exposición de estas zonas a fenómenos naturales, también resulta clave.

En algunos casos, estos procesos terminan facilitando la extracción de los minerales, ya que contribuyen a la separación del contenido valioso respecto del resto de la roca. Gracias a estas condiciones naturales, que modifican el interior de las formaciones geológicas, existen proyectos de cobre en los que el agua ha hecho parte del trabajo de extracción, dejando el mineral más accesible.

Es el caso tanto de Los Azules (San Juan) como de PSJ (Mendoza), que contienen yacimientos de sulfuros en los que la roca original -formada en el Mioceno- fue siendo lavada por el agua que escurre de forma natural, incluso hacia el interior de los cordones montañosos. Aunque el proceso es mucho más lento, se asemeja al que luego los mineros aplican bajo condiciones controladas.

De esta forma, por ejemplo, el agua natural realiza un proceso de “lixiviación” natural, en el cual arrastra el cobre, separándolo de la roca que lo contenía y depositándolo en zonas concentradas. Esto da origen a lo que se conoce como yacimientos secundarios o de sulfuros enriquecidos. En estos casos, los mineros pueden evitar etapas costosas y complejas, ya que el mineral concentrado puede ser tratado mediante métodos más simples.

En el caso del proyecto mendocino, si bien sus condiciones permitirían el uso de lixiviación, la empresa optó por el método de flotación, en línea con la normativa legal. En cambio, en el proyecto ubicado en Calingasta, la compañía planea aprovechar la naturaleza del depósito y aplicará lixiviación, lo que también permitirá obtener cátodos de cobre directamente desde el yacimiento.

Cuando comenzó la exploración en la zona de Josemaría, uno de los yacimientos que forman parte del proyecto Vicuña, en el norte sanjuanino, se esperaba encontrar cobre ya concentrado por procesos naturales, pero aunque existen indicios de que alguna vez estuvo presente, la erosión de la roca terminó llevándose gran parte de esa riqueza, en vez de concentrarla.