Un reciente estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA) reveló una paradoja central en el mercado de trabajo del Gran San Juan (aglomerado compuesto por los departamentos de Capital, Rawson, Chimbas, Rivadavia, Santa Lucía, Pocito y 9 de Julio): la principal zona de la provincia exhibió uno de los mayores crecimientos en empleo formal del país, pero sigue ocupando posiciones rezagadas en materia de calidad laboral y formalización.

El informe, titulado Mercado de trabajo: indicadores de informalidad laboral. Aglomerado Gran San Juan y total país (4° trimestre 2023 y 4° trimestre 2024), fue elaborado por las investigadoras Sila Inés Mugnani Deza y Marcela Karina Rodríguez, con la colaboración de Eduardo Donza, y analiza la evolución reciente del empleo en el principal aglomerado urbano de la provincia.

El dato alentador es que el empleo regulado—aquél con aportes y cobertura social— creció un 7% entre fines de 2023 y 2024, superando el ritmo de expansión promedio de los grandes centros urbanos del país, donde el incremento fue del 4,4%.

No obstante, ese dinamismo no alcanzó para reducir la brecha estructural con el total país. En el cuarto trimestre de 2024, la tasa de empleo formal en el Gran San Juan fue del 17,9%, es decir, 5,7 puntos porcentuales por debajo del promedio nacional (23,6%).

El documento advirtió que “la calidad del empleo en el Gran San Juan, medida por la formalidad, se mantuvo significativamente por debajo del promedio nacional a lo largo de todo el periodo analizado”. Y agregó que “aunque el crecimiento fue superior (7%), no fue suficiente para disminuir las condiciones de informalidad del empleo”.

El otro lado del fenómeno es la persistencia del empleo no regulado. La tasa de empleo informal alcanzó el 26,4% en el Gran San Juan, frente al 22% nacional, y el 59,6% de los trabajadores ocupados lo hace sin cobertura ni aportes, una diferencia de 11,4 puntos porcentuales respecto del promedio del país. “El porcentaje de trabajadores no regulados fue superior al del total país en todos los trimestres observados”, puntualizó el estudio.

El perfil del trabajador informal del Gran San Juan

El informe también trazó un perfil detallado del trabajador no registrado en el aglomerado sanjuanino. En el segundo semestre de 2024, los trabajadores varones representaban el 55,7% de los ocupados no regulados, mientras que las mujeres, aunque en menor proporción, tenían una presencia relativamente mayor en la informalidad (44,3%) que en el empleo formal (41,5%).

Más de la mitad de los trabajadores informales tienen entre 25 y 44 años (51%), y casi un 16% son menores de 25 años, un dato que refleja la fragilidad del primer empleo en el mercado local.

En términos educativos, uno de cada dos trabajadores no regulados posee el secundario completo (52,6%), mientras que apenas un 34,4% cuenta con alguna calificación técnica o profesional.

“La informalidad no es homogénea en todos los sectores de la actividad económica, sino que predomina en aquellos con alta demanda de mano de obra poco calificada, trabajos esporádicos y baja supervisión”, señalaron las autoras.

Los sectores más afectados

De acuerdo al informe, la mayor parte del empleo no registrado se concentró en rubros de baja productividad: Comercio, restaurantes y hoteles (31,2%), Servicio doméstico (12,9%) y Construcción (12,9%).

Además, el trabajo por “cuenta propia” fue el principal refugio de los informales: representó el 35% del total, casi el doble de lo que ocurre en el sector formal (17,8%).

La brecha de ingresos entre formales e informales

El contraste entre la formalidad y la informalidad también se reflejó con crudeza en los ingresos. Según los datos del informe de la UCA, los trabajadores formales percibieron en promedio $723.734 mensuales, mientras que los no regulados apenas alcanzaron los $284.298, es decir, ganaron 2,5 veces menos.

“La formalidad laboral es el factor más determinante para el nivel de ingreso”, indicó el informe, y remarcó que “los trabajadores regulados tienen un ingreso medio significativamente más alto que los trabajadores no regulados”.

A su vez, el documento subrayó que “la desigualdad salarial es un fenómeno influenciado por la combinación de factores laborales y sociales”, y que la vulnerabilidad es mayor “en las personas mayores, en las mujeres y en los trabajadores de baja calificación, para quienes la formalidad se presenta como un mecanismo clave para mitigar la precariedad económica”.