El tomate para industria es un sector que viene creciendo en San Juan de forma sostenida desde hace una década. Pero esta tendencia se revertirá esta temporada. Los productores ya se están anticipando a esta baja porque está empezando la temporada de siembra. El cálculo actual es que habrá un 17% menos de hectáreas que el año pasado en la provincia. Esto corresponde a las tierras de los tomateros que tienen contrato ya firmado con las industrias. Hay otro porcentaje que trabaja sin acuerdos previos, pero creen que estos tendrán una caída mayor. Esto se debe a que, al cierre de la última temporada, la caída en la demanda y la importación de concentrado afectó principalmente a este grupo, que terminó vendiendo a precios un 40% más bajos.
Guillermo San Martín, gerente de Tomate 2000, la asociación que agrupa productores de este cultivo para industria, dijo que esperan una caída tanto en San Juan como en Mendoza, los dos principales productores. En la provincia será menos pronunciado, gracias que los finqueros locales están más tecnificados y tienen asegurados más contratos con los industriales. De las 2.600 hectáreas de integrantes de la asociación que sembraron en 2024, este año creen que iniciarán la temporada con 2.150. Sumando a quienes no tienen contrato todavía, creen que se pueden acercar a las 2.700 hectáreas o algo menos de 3.000, pero que quedarán lejos de las 3.478 que alcanzaron el año pasado.
El proceso desde la siembra de plantines empieza a finales del invierno y termina en abril del año siguiente, cuando está promediando la cosecha de las variedades que van a las industrias. Hay además dos modalidades: quienes firmar con las industrias antes y quienes cultivan con el objetivo de, una vez iniciada la cosecha, ubicar sus productos cuando se eleve la demanda. A estos últimos es a los que en el sector los conocen como productores de tomates libres y son quienes se llevaron la peor parte con la caída de la demanda.
Guillermo Quiroga, integrante en San Juan de Tomate 2000, dijo que quienes tenían contratos lograron asegurar la venta de su producción. Pero, debido a que la demanda ya había caído cuando estaban en la última cosecha, “fue muy complicado, porque se terminó pagando un precio un 40% menor de lo que recibían quienes tenían contratos”, recordó. Incluso se quedaron sin un plus: que les compren más de 100 toneladas por hectárea.
Esto se debe a que, en los últimos años, con un incremento constante de la demanda, las fábricas adquirían más de este kilaje por hectárea, a pesar de que esto estaba en los contratos. Esto era posible gracias a que la productividad de cada finca sanjuanina ha ido mejorando. En otoño de 2025 lo firmado se respetó y si bien ninguna industria adquirió menos, tampoco hubo mejores arreglos.
Por esto, San Martín dijo que “en situaciones económicas como las actuales el contrato es más seguro, porque mientras el tomate libre está fluctuando con el mercado, en el otro tenés la seguridad de haber acordado y que se respete el precio”. A esto, Quiroga agregó que en años anteriores el tomate sin compra previa permitía que “cuando llegaba la época de elaboración, recurrían a ellos si había demanda extra”. Pero esta vez, las dos principales problemáticas del sector atentan contra este tipo de movimientos.
Es que la baja en la producción se debe a que, en principio, las industrias no están solicitando tanto por anticipado porque tienen un stock que vender. San Martín dijo que esto responde a un fenómeno local e internacional. “En el país y en la región hubo un aumento del consumo de productos tomatados durante la pandemia y esto luego se estabilizó y ahora también tiene un poco a corregir a la baja. A esto se suma la crisis económica actual”, dijo. Además, el sector se enfrenta a la apertura de importaciones, donde Chile es el principal competidor. En este caso, la mayor desventaja es que el costo de producción sigue siendo más alto.
En este último punto, los más afectados son los productores libres, ya que cuando la demanda estaba insatisfecha, los industriales recurrían a ellos, además de los contratados que producían de más. Ahora, si falta a final de cosecha pueden recurrir a los concentrados extranjeros, que desde el año pasado pueden ingresar más fácil por la apertura de importaciones y también con buen precio. El valor podría volver a ser una ventaja para Argentina, dijo Quiroga, esto si se mantiene el actual valor del dólar que está más caro que en 2024.
En cuanto a la demanda en general, los productores esperan que se estabilice en el mediano plazo. San Martín dijo que no creen que esta temporada, pero tal vez en 2026-2027 vuelva a mejorar el mercado, cuando se reduzca el sobre stock de las industrias. Además, esperan que los efectos de la crisis del país se reduzcan. El gerente de Tomate 2000 dijo que los argentinos siguen siendo los principales consumidores de Latinoamérica y que “por sus beneficios, buen precio y aceptación”, deberían retomar la senda de crecimiento. Quiroga agregó que en general los malos tiempos económicos no suelen afectarlos, por lo que esta podría ser una excepción.
>Inversión
9 millones de pesos es el costo de producción de una hectárea de tomate para industria con tecnología y buenos rindes. Aumentó alrededor de un 15% desde el año pasado.
>Siembra tardía
Si bien en la última semana de agosto suele empezar la colocación de plantines, este año decidieron esperar a que pase el temporal que se espera para este fin de semana, para no tener pérdidas, ya que este sistema les permite esperar. Tras eso, empezarían a trabajar en las 2.700 hectáreas.
> Tecnificación, una clave para el futuro
A pesar de la crisis, el rendimiento sanjuanino volvió a ser histórico. En 2024-2025 lograron obtener 107 toneladas por hectárea, mientras el promedio era de 95 toneladas. En comparación, Mendoza sufrió una mayor caída en la siembra de este año, de 1.100 a 800 hectáreas y su producción promedio es de 85 toneladas, por lo que los compradores prefieren los productores sanjuaninos. Esto se debe principalmente a la tecnificación. Los productores locales tienen el 95% riego por goteo y el 85% usa cosecha mecánica. Guillermo San Martín dijo además que en San Juan los cerca de 100 productores cuentan con la ventaja de que “son muy aguerridos, tienen cultura tomatera y conocen del sector”. A esto se suma que al estar organizados “comparten tecnología rápidamente”. Con estas condiciones, dijo, confían en que esta crisis hará que el sector mejore y sea más eficiente.

