Durante el mes internacional del cuidado de la fertilidad que fue recordado en junio, especialistas en el tema advirtieron que la caída de la natalidad en la Argentina debe ser analizada con una mirada integral ya que si bien la postergación de la maternidad es uno de los factores principales, numerosos estudios revelan que existen otras variables silenciosas que afectan la capacidad reproductiva.
Según datos del Ministerio de Salud, en zonas como CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires), dos de las jurisdicciones más populosas del país, la tasa de natalidad bajó a 1,2 hijos por mujer, lo que se considera muy bajo si se tiene en cuenta que ese valor no alcanza a cubrir el reemplazo poblacional que se tiene que asegurar en todo país. Lo preocupante del caso es que ésto incide, en algún momento, en la economía nacional siendo muy dificultoso revertir este comportamiento demográfico.
Entre las causas de este fenómeno, el problema ya no es solo la edad, como había venido ocurriendo históricamente. En estos momentos se advierten cuestiones metabólicas, déficits nutricionales o incluso estrés crónico que inciden en la fertilidad de manera directa, sostienen los expertos.
Se ha comprobado que el síndrome de ovario poliquístico o la resistencia a la insulina interfieren en la ovulación. En paralelo el déficit de hierro, vitamina D o una disbiosis en la microbiota intestinal y vaginal puede generar un estado inflamatorio que dificulte la implementación embrionaria. Por eso los tratamientos actuales incorporan cada vez más evaluaciones clínicas como hemogramas, perfiles hormonales y estudios de reserva ovárica.
Ante este cuadro complejo, los especialistas en medicina reproductiva señalan que es muy importante el cuidado integral de las pacientes, desde el control del peso hasta el seguimiento de su salud intestinal, hormonal y emocional.
También se tiene en cuenta la educación sobre hábitos cotidianos que muchas veces pasan desapercibidos como revisar la alimentación, limitar el uso de sustancias químicas que interfieren con el sistema hormonal del cuerpo, como plásticos, pesticidas o comidas ultraprocesadas y evitar prácticas como calentar alimentos en envases descartables o consumir agua sin filtrar. Todas estas acciones, aunque son muy básicas, pueden tener un impacto real en la salud reproductiva.
Con la natalidad en retroceso hay que ampliar la mirada y anticiparse a estos factores. Hay que tener en cuenta que la fertilidad no es un evento aislado, sino el resultado de múltiples factores que requieren atención desde mucho antes de la búsqueda del embarazo y para ello nada mejor que consultar con profesionales de la salud para comprender mejor las opciones y tomar medidas que garanticen la salud reproductiva, algo que a las parejas en particular y a la nación beneficiarán en gran medida para evitar el despoblamiento.
