Que se habían ido a dormir sobre las 23. Que a media noche escuchó ruidos en el comedor y se levantó porque su mascota, una perra, también estaba inquieta. Que avanzó en calzoncillos y sin prender la luz hasta traspasar la puerta que lo conectaba con el living y ahí vio las siluetas de dos o tres sujetos que lo atacaron a golpes, sin mediar palabra. Que pensó que lo habían golpeado con una madera, pero luego supo que eran cachazos de arma que le dejaron heridas en distintas partes de su cabeza, por las que fueron necesarios 15 puntos de sutura. Y que entonces ocurrió lo más dramático: ‘Cuando estaba en el piso uno de ellos me disparó’, dijo ayer el empresario Emanuel Rodriguez (43), para explicar que ahí salió su esposa y también fue golpeada, e instantes después una de sus dos hijas, a los gritos. En ese momento, los delincuentes pusieron fin al ataque y huyeron por la ventana por la que habían entrado, no sin antes manotear entre $15.000 y $20.000 que todos los días dejaba sobre un mueble de su casa en el barrio San Juan de los Olivos, en Rawson, para gastos diarios.
En medio del escape de los ladrones, comprendió también lo más crudo de su realidad, porque solo podía mover la cabeza y nada más de su cuerpo. Mientras se veía en un charco de sangre, tuvo el convencimiento de que era su fin: ‘Estaba convencido de que moriría en ese momento, por eso le dije a Ceci (su esposa) que cuidara a las chicas’, dijo, al borde del llanto.
“Mi vida es un infierno, soy cuadripléjico, estuve un mes en terapia intensiva, apenas muevo algo la mano derecha, pero no puedo agarrar nada. Esa bala nos atravesó a los cuadro”, aseguró, al borde de las lágrimas.
Según Rodríguez, a partir de ese momento se produjo un enorme quiebre en su vida, porque ahora él debe someterse a terapias psicológicas y físicas para intentar recuperar su normalidad. Y porque el miedo se apoderó tanto de su pareja y sus hijas, que la mujer no quiere salir sola y las niñas se niegan a volver a su casa, por dar algunos ejemplos.
Fue la primera vez que Rodríguez dio su versión de los hechos desde aquella madrugada del 21 de mayo pasado, en que esa bala le atravesó el cuello y algunas esquirlas dañaron tanto su médula entre la 5ta. y 6ta. vértebras, que lo dejaron sin movimiento desde su cabeza hacia abajo.
Rodríguez aseguró que no tiene enemigos, que no acostumbraba a tener sumas de dinero en su casa, que el ataque fue muy rápido. Que aún no se explica porqué no funcionó la alarma y que quiere justicia.
Declaró desde la Clínica Santa Catalina, en Buenos Aires, hasta donde se trasladó un equipo fiscal encabezado por la fiscal coordinadora, Claudia Salica, quien contó con el apoyo de personal de la Fiscalía de CABA y del Poder Judicial de Buenos Aires. Además del relato de Rodríguez, Fiscalía viajó, también, para que allí pudieran peritar dos de los teléfonos atribuidos a dos de los 6 sospechosos, y así saber si es posible rescatar los mensajes borrados.
En la Sala 5 del subsuelo de Tribunales, el relato de Rodríguez fue seguido por el fiscal coordinador, Cristian Catalano, el fiscal Miguel Gay, los defensores oficiales, Sandra Leveque y César Oro, y los defensores particulares Miguel Rodríguez y Alejandro Castán.
Para los defensores, el punto más saliente de los dichos de la víctima fue que dijera que no podía reconocer a nadie, porque estaba todo oscuro.
Los pesquisas, sospechan que los tres sujetos que se metieron a la casa de los Rodríguez son Pablo Ezequiel Pérez, Braian Ezequiel Alvarez Cuello (alias “Batería Baja”) y Sebastián Andrés Aguirre, a quien señalan como autor del disparo casi letal.
Por el intento de homicidio agravado, también están presos Enzo Alfredo Pérez Agüero, Braian Ezequiel Arredondo y Franco Alfredo Monteleone.

