Con el objetivo de fomentar la sostenibilidad, la innovación y el desarrollo de soluciones con impacto ambiental positivo, se llevó a cabo la tercera edición del concurso Ingeniería Verde, una iniciativa organizada por Vicuña -alianza de las empresas BHP y Lundin Mining, en el marco de los proyectos mineros Josemaría y Filo del Sol- junto a la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ). Este certamen está dirigido a estudiantes y graduados de todas las unidades académicas de la UNSJ, y premia proyectos relacionados con economía circular, innovación tecnológica, eficiencia energética, uso eficiente del agua y energías alternativas.
Este año se presentaron 59 proyectos (el año pasado fueron 53), y por primera vez se sumaron postulaciones de todas las facultades de la universidad, no sólo de Ingeniería. Otro dato destacado fue que el 52,5% de las inscripciones correspondió a mujeres, marcando un punto de inflexión en la participación femenina. El jurado, integrado por representantes de la UNSJ, de Fundación Lundin y de la empresa Vicuña, seleccionó cinco propuestas que se destacaron por su enfoque práctico, su impacto social y su viabilidad técnica.
Los proyectos seleccionados accederán a un proceso de mentoría con talleres, asesorías técnicas y apoyo para fortalecer sus modelos de negocio.
BIOITA

Paula Itatí de la Vega Sánchez es ingeniera agrónoma, tiene 40 años y desde hace más de una década viene apostando a la sustentabilidad con una idea que nació en su finca y se transformó en una propuesta ecológica y original: la producción de cubiertos y sorbetes biodegradables hechos con caña, bajo la marca BIOITA (acrónimo de “bio” por biológico e “Ita” por su nombre). Todo comenzó cuando vendía ensaladas orgánicas y vio cómo una clienta tiró el envase sin siquiera usarlo. “Me pareció un derroche y una contaminación innecesaria”, recuerda. Al poco tiempo, cuando un incendio afectó un cañaveral cercano, pensó: “¿Y si hago cubiertos con esto?”. Así arrancó un largo camino de pruebas, errores, concursos, mentorías y reinvenciones. Hoy BIOITA tiene como producto estrella a los sorbetes de caña, resistentes y compostables. El mayor desafío está en conseguir la materia prima: cada caña cuesta unos $40 y conseguir proveedores dispuestos a recolectarlas es todo un reto. Aun así, Itatí sigue adelante con el objetivo de ofrecer alternativas reales al plástico. Además de seguir mejorando su modelo de negocio, busca crear nuevos productos a partir de la caña, una planta abundante que no necesita agroquímicos y crece con poca agua.
HOOPLAK

Es una propuesta de diseño sustentable que busca transformar residuos plásticos y hojas secas en tableros compuestos para fabricar mobiliario escolar. El proyecto es impulsado por los hermanos Emilio y Agustina Kenan, con formación en Diseño Industrial y Bioingeniería respectivamente, quienes conforman un equipo interdisciplinario que une ingeniería, diseño y compromiso ambiental. La iniciativa nació a partir de la necesidad de dar solución a dos problemas ambientales comunes: la baja tasa de reciclaje del plástico y el desaprovechamiento de residuos orgánicos como las hojas secas. A partir de estos materiales, desarrollan placas rígidas, resistentes y recicladas que pueden utilizarse para fabricar mesas, bancos y otros elementos escolares a bajo costo. Actualmente el proyecto se encuentra en fase de validación de laboratorio, donde están probando diferentes tipos de plásticos reciclables como PET, PE y PP. El proceso incluye la recolección, triturado y prensado de los materiales, para luego mecanizarlos con tecnología CNC y darles forma final. Esta solución no solo busca aportar a la economía circular, sino también fomentar una cultura ambiental en las escuelas, convirtiendo el mobiliario en herramienta educativa.
BIOTA

Román Páez, técnico en Agricultura Orgánica y trabajador de finca, desarrolla BIOTA, un biofertilizante que busca revolucionar el manejo nutricional de la vid en San Juan. A diferencia de los fertilizantes genéricos, este producto se formula a partir de análisis específicos de suelo y foliares, lo que permite una nutrición personalizada para cada cultivo. La propuesta nace a partir de una problemática frecuente en la provincia: se utilizan productos que no están adaptados ni al suelo ni al clima local, lo que reduce su eficacia y, en muchos casos, genera contaminación ambiental por exceso de nutrientes como el nitrógeno. BIOTA busca optimizar el rendimiento del viñedo, reducir costos y minimizar el impacto ambiental. Además de ser orgánico, el fertilizante no contiene químicos dañinos y apunta a cubrir, de forma precisa, todos los requerimientos nutricionales de la vid. La clave está en el equilibrio: ni excesos ni carencias. Este enfoque permite no solo mejorar la productividad sino también mantener la salud del suelo a largo plazo. Con la mentoría de Ingeniería Verde, el creador busca profesionalizar el desarrollo, perfeccionar su fórmula, encontrar formas sostenibles de escalar el producto y acercarlo a más productores.
Gestión del agua

Mediciones acústicas

Con el objetivo de descentralizar y facilitar las mediciones acústicas, los estudiantes de Ingeniería Francisco Sarmiento y Ariel Ribes diseñaron un brazo robótico para obtener coeficientes de absorción acústica. La idea surgió tras identificar que en Argentina solo hay dos laboratorios habilitados para este tipo de mediciones: uno en La Plata y otro en Córdoba. El sistema propone una alternativa innovadora: un robot capaz de ejecutar un patrón de mediciones en cercanía del material, generando una nube de datos acústicos que luego se procesan mediante algoritmos para calcular el coeficiente de absorción. Esto permitiría realizar evaluaciones acústicas in situ, sin necesidad de trasladarse a grandes centros. Las piezas del brazo robótico son diseñadas e impresas en 3D, lo que lo convierte en una herramienta de bajo costo y fácil replicabilidad. La intención es ofrecer este servicio a facultades, laboratorios e instituciones que buscan analizar acústicamente sus espacios y materiales, optimizando configuraciones de salas según su uso específico. La propuesta está en desarrollo, pero ya genera expectativa por su potencial de aplicación en arquitectura, educación, industria audiovisual y diseño de espacios.

