Zárate acaba de convertirse en pionera. En un hecho sin precedentes en la administración pública argentina, el intendente Marcelo Matzkin designó a ZARA -un sistema de inteligencia artificial- como Directora General de Atención al Vecino No Humana. Más que un gesto simbólico, se trata de la incorporación formal de la IA a la estructura orgánica municipal, un hito que coloca a la ciudad en el centro del debate sobre el futuro de la gestión estatal.
ZARA podrá tramitar expedientes, firmar resoluciones y responder las demandas de los vecinos de manera inmediata, las 24 horas del día, los siete días de la semana. Su misión será agilizar trámites, ordenar reclamos y brindar información precisa, derivando cada caso a las áreas competentes cuando corresponda. Según el municipio, la IA no reemplazará a ningún trabajador, sino que funcionará como un complemento diseñado para mejorar la eficiencia y ampliar la capacidad de respuesta del Estado local.
El planteo, en esencia, es ambicioso. Aprovechar la tecnología para simplificar procesos y acercar el Estado a la ciudadanía. En un país donde la burocracia suele ser sinónimo de demoras y frustraciones, la idea de una administración capaz de atender de manera constante y personalizada resulta sin duda atractiva. Pero también exige prudencia. Integrar IA en la toma de decisiones administrativas implica desafíos profundos en materia de control, responsabilidad jurídica y protección de datos personales. El Estado deberá asegurar que la automatización no derive en arbitrariedades invisibles ni en fallas difíciles de rastrear.
A la par, Matzkin anunció un paquete de incentivos inusualmente generoso, como 15 años de exención tributaria para empresas y startups cuya actividad principal sea la inteligencia artificial. No solo para firmas tecnológicas, sino para cualquier rama productiva donde la IA constituya el núcleo del proceso. La apuesta es clara, convertir a Zárate en un polo de innovación capaz de atraer inversiones, talento y desarrollo industrial de nueva generación.
El municipio, con esta decisión, busca posicionarse en una agenda global que muchas ciudades recién comienzan a explorar. Lo hace con determinación, marcando un precedente y reivindicando la accesibilidad digital como política pública de largo plazo.
La incorporación de ZARA es un experimento audaz. Puede convertirse en un modelo de modernización inteligente o en una experiencia fallida si no se acompaña de marcos regulatorios adecuados y control ciudadano. Pero el paso está dado. Y en un país que necesita dinamismo y visión estratégica, animarse a innovar también es una forma de gobernar.
